Teletrabajo por las nubes
En las últimas semanas, hemos observado cómo la expansión del Covid-19 en el mundo toca diversas dimensiones de nuestra vida. Si bien, su impacto primordial tiene que ver con la salud de las personas, ya los analistas hablan de que sus consecuencias en los planos social y económico serán duraderas. Para quienes lideramos equipos de gran tamaño, en estas dos últimas semanas hemos observado como el trabajo a distancia "se ha ido por las nubes" y vaya coincidencia, cuando el gran soporte que hay detrás es justamente el cloud. Tanto ha crecido que, de acuerdo a la consultora Randstad Chile, cerca del 70% del personal de las grandes empresas ya empezó a trabajar a distancia en nuestro país.
Este cambio fue tan veloz, que gran parte de las compañías no alcanzaron a delinear estrategias o a planificar con una mirada de largo plazo para responder de manera adecuada a las necesidades de cada negocio. Hay mucha improvisación y los equipos de trabajo tratan de buscar las mejores alternativas para estar conectados y ordenar su jornada laboral.
En pocos días las plataformas de videoconferencia han sido de las más descargadas a nivel mundial y en nuestra industria vemos una alta demanda por soluciones basadas en la nube, porque necesitan gran capacidad de almacenamiento y costo escalable. Es fundamental dar continuidad operática a las empresas, sin importar si se trata de una gran corporación o de una pequeña empresa. Es precisamente ese punto el que nos desafía: cómo hacer que el despliegue de estas soluciones sea coherente con la estrategia de cada empresa y tan amigable para una con 15 funcionarios como para una compañía con más de 3.000 colaboradores.
Desde Claro empresas hemos acompañado desde hace varios años a organizaciones de todo tamaño en este proceso, observando que aquellas que implementaron estrategias de cloud han hecho del teletrabajo su "nuevo normal" de manera fluida, sin ver afectada su productividad.
Sin embargo, no hay que ser ingenuos. Mientras la industria habla desde hace más de una década de términos como "trabajo a distancia", no fue sino hasta la aparición de Coronavirus en que los directivos se vieron enfrentados a la imperiosa necesidad de adoptarlo, no porque quisieran, sino porque se convirtió -en muchos casos- en la única manera de sacar adelante la operación.
Situaciones como ésta presionan a los cuerpos de TI, que han tenido que multiplicar sus esfuerzos para llevar compañías completas a sistemas de teletrabajo; gestionando permisos, haciendo back-up, disponiendo de servicios para los colaboradores, entre un sinfín de tareas. Con todo el desafío que representa, aún las compañías tienen mucho por ganar, organismos como la OCDE o el WEF han sido enfáticos: "La tecnología mejora la competitividad y la eficiencia de los negocios", sobre todo en períodos como el actual, cuando observamos una gran presión para las transformaciones aceleradas.
Francisco Guzmán, director de Empresas Claro
Responsabilidad social ante la pandemia
La emergencia sanitaria por la expansión acelerada del coronavirus ha puesto de manifiesto que la salud tiene carácter global y no reconoce fronteras. Al principio, vimos la patología como una anécdota, propia de tierras lejanas con costumbres exóticas, ajena a nuestra realidad. Sin embargo, los primeros casos en nuestro país aparecieron, y con ellos, la necesidad de apurar la implementación de una serie de medidas para contener la epidemia.
Además, cada persona ha debido considerar la posibilidad de ser un agente de contagio y someter sus intereses personales al bien común, limitando sus libertades y soportando el impacto económico y emocional que de ello se deriva. Sin embargo, no ha sido una práctica generalizada, pues avanzados los días desde el primer caso confirmado aún transitaban personas como si nada pasara, o bien, acaparaban artículos de limpieza y alimentación.
Esta actitud displicente tendrá efectos en la comunidad, ahora más expuesta a la enfermedad, impulsando una mayor demanda en centros de salud, los que gestionarán con dificultad una capacidad que en algún momento se verá sobrepasada. Luego, vendrá la necesaria redistribución de los recursos para la atención, hasta el punto de asumir la gran responsabilidad de resolver quiénes serán atendidos con preferencia, frente a otros que verán desplazadas sus necesidades de atención.
Vivimos un momento complejo, qué duda cabe. Pero también es la oportunidad de reformular nuestra civilidad desde una nueva perspectiva, en que libertades y acciones se inspiren de valores tan nobles como la solidaridad, la responsabilidad social, la compasión y la entrega al otro. Debemos reflexionar, entre tanta tribulación, sobre una nueva concepción de la salud y la vida en sociedad, que nos permita instalar el amor por el prójimo antes que nuestras mezquinas individualidades.
Ernesto San Martín , director de Postgrados Facultad de Medicina y Ciencia Universidad San Sebastián