Frases
"La salud de las personas es lo primero y, ahora deberán extremarse todas las acciones sanitarias".
"El ministro dice estar preocupado porque los nuevos casos de contagio por coronavirus no bajan y luego levanta la cuarentena".
"La salud de las personas es lo primero y, ahora deberán extremarse todas las acciones sanitarias".
"El ministro dice estar preocupado porque los nuevos casos de contagio por coronavirus no bajan y luego levanta la cuarentena".
Escribir es un oficio en solitario. Las personas que escribimos estamos acostumbrados a ese proceso de introspección y de soledad, que a veces se prolonga por meses o años. Hemos desarrollado esa capacidad de estar solos por mucho tiempo, lo que en ningún modo es un sacrificio al cual hay que tolerar o adaptarse, sino que en la mayoría de los casos es un placer individual. Esto lo he conversado con muchas personas que escriben diversos géneros literarios o de investigación histórica, donde todos reconocen como un imperativo esa necesidad de refugiarse a solas con sus libros o con sus pensamientos e ideas que pugnan por exteriorizarse como en una olla a presión.
¿Qué ha ocurrido con los escritores en tiempos de esta pandemia en particular?. Los procesos son internos y cada cual ha tenido su experiencia personal. He aquí algunos testimonios.
Diamela Eltit, Premio Nacional de Literatura 2018 desde Ñuñoa, comuna en cuarentena obligatoria, señala a un medio nacional: "Las personas que escribimos tenemos una mayor tolerancia a la soledad o a adaptarnos a formas de confinamiento. Pero ahora el tiempo funciona de una manera distinta, muestra una fina discordancia porque aplana los días de manera extrema e intensifica la noche".
Por otra parte, Alejandro Witker, historiador chillanejo, retata que se encuentra pasando los tiempos de coronavirus en Santiago, en casa de un hijo y desde allí trabaja en las ediciones futuras de la revista Quinchamalí, de la cual es su director. Puedo dar fe de que labora muchas horas a distancia con las personas de su equipo y los colaboradores, trabaja mucho "para pasar las penas", indica.
El también historiador chillanejo, Marcial Pedrero, residente en una de las ciudades más contaminadas de Chile con cuarentena obligatoria, vive el confinamiento en familia. Desde allí nos señala que, se encuentra escribiendo dos trabajos paralelos: "El itinerario de la vida de Bernardo O"Higgins" y "Las calles de Chillán, su origen, evolución y significado de sus nombres". El describe su experiencia diciendo: "En estos días he continuado con lo que he realizado desde hace muchos años, la lectura, la pintura y la investigación histórica. Actualmente leo en forma paralela los libros "Dios existe, yo me lo encontré" de André Frossard y "Cruzada en Europa" de Dwight Eisenhower, siempre escuchando música clásica e instrumental".
Finalmente, mi propia experiencia. Estoy en mi hogar santiaguino, desde hace muchos meses, saliendo muy poco o casi nada. Acostumbrada a ello, no me afecta el retiro del coronavirus, así es la etapa de redacción de un libro en mi caso. Me encuentro en la fase final de una historia de una familia chilena, con migrantes españoles y croatas. Las noches silenciosas de la capital, han sido un deleite para escribir al ritmo de Satie, Chopin y Arrau. Lo que sí echo mucho de menos, es la reunión con las personas amadas y amigos, medida tomada para protegernos.
Alicia Romero, historiadora
En distintos puntos del país han sido instalados túneles sanitizadores. Y la región de Ñuble no es la excepción, con ejemplos recientemente difundidos, para ser usados en automóviles y también con personas.
Se trata de una especie de pasillo o portal desde el cual se arrojan productos desinfectantes sobre quienes cruzan por ellos, ayudando así a que las posibilidades de portar coronavirus en las ropas o en las superficies disminuyan un poco.
Sin duda es una iniciativa positiva, que aporta prevención en lugares como accesos a ferias libres o a consultorios, como se usará en la capital regional, sumando factores de resguardo frente a la pandemia del covid-19 que tantas complicaciones ha traído a la población en general. Sin embrago, es importante que pasar por uno de ellos o tener alguno cerca no cree sensaciones de falsa seguridad en las personas, o en las instituciones.
Por lo mismo es necesario ser enfáticos en decir que un túnel de este tipo no inmuniza, no tiene eficacia de 100% y no se trata de un reemplazo del lavado de manos o de un permiso para cruzar los límites de la distancia social. No tiene efectos de escudo protector. Es solamente una herramienta más, entre muchas, a las cuales nos deberemos acostumbrar de aquí en adelante para enfrentar esta y otras enfermedades, que también se podrían controlar con mejores hábitos de higiene y disminución de las cercanías. Las temidas afecciones respiratorias del invierno, por ejemplo, son algunas de la que debieran disminuir si esas costumbres se arraigan bien.
Los túneles sanitizadores ayudan, pero distan bastante de proteger o salvar enfermos como se les ha promovido en algunos lugares ("túnel de la vida", incluso les dicen). Suman cuidados y no restan; pero claramente no bastan.
Por supuesto que se aplaude el esfuerzo municipal de comprar e instalar estos aparatos, pero se encarece que sean acompañados de mayor educación de la población y refuerzo de los mensajes de prevención como, por ejemplo, a no acudir en grupo a realizar compras a ferias y supermercados, lavarse las manos y jamás abandonar el uso de mascarillas.
La crisis del Covid-19 deja imágenes de todo tipo, desde dolorosas hasta esperanzadoras. Cada jornada, entre el tsunami de malos datos, las predicciones y las supuestas enseñanzas para el día después, también aparecen hermosos signos de resiliencia humana.
La generación de nuestros padres y abuelos es la que más sufre los horrores de la pandemia. Frente a las restricciones de las visitas hospitalarias o de la celebración de funerales, el mundo empieza a volcarse en la búsqueda de soluciones para acompañar o decir adiós a los más afectados.
En estos días también hemos asistido a varios milagros. Entre ellos, el de la italiana Ada Zanusso, de 104 años de edad, considerada la persona más longeva del mundo en superar el coronavirus.
Además de la edad, su intensa vida es una muestra de que casi todo es posible. Ada sobrevivió a las dos guerras mundiales y a la epidemia de «gripe española» de principios del siglo XX. Ahora acaba de salir ilesa de la que muchos denominan como «tercera guerra mundial». Eso sí, muy diferente a las anteriores.
En Oregón, Estados Unidos, un hombre de 104 años también se ha recuperado del coronavirus. Al igual que la italiana, Bill Lapschies venció a la «gripe española», que dejó millones de muertos, y es veterano de la Segunda Guerra Mundial.
«Esperamos que su mensaje llegue a todas las personas que estén enfermas. Si Bill pudo sobrevivir a esto, cualquiera puede. Adelante, puedes hacerlo», deseó un familiar en televisión.
Otras dos mujeres de 103 años integran la lista de las más longevas en superar el virus: Zhang Guangfen, de China, y una iraní de nombre desconocido.
¿Qué nos dice todo lo anterior sobre la resiliencia humana?
Como recuerda el colega Jacques Giraud, autor del libro «Súper Resiliente: Transforma las crisis en oportunidades», todos hemos atravesado crisis o situaciones desafiantes en nuestras vidas. Sin embargo, nos diferencia la capacidad de afrontar las adversidades. Esto es exactamente la resiliencia, una competencia que podemos desarrollar. Giraud ha creado un curso online sobre resiliencia, con claves para transformar las circunstancias difíciles en oportunidades de aprendizaje, e incluso salir fortalecidos.
Joaquin Pincheira
Coach de
inteligencia