Correo
Triplete
No son dos las prioridades (salud-economía), a ordenar, sino que tres: (salud-economía y política). El estallido social hizo creer a algunos que las reglas naturales de la economía no eran importantes y que la recuperación de los daños, a pesar de una larga incertidumbre de dos años adicionales, podría producirse fácilmente con una nueva Constitución por el supuesto efecto unificador de esta última.
La pandemia puso las cosas en su lugar: la salud primero porque es supervivencia, luego la economía porque es el pan, y finalmente la política porque los políticos están bien remunerados y no les faltará alimentación ni calor en el largo invierno climático y económico que viene, entonces pueden esperar en su lucha por el poder porque si bien su actividad es muy importante debiera ser la última prioridad en las circunstancias actuales.
José Luis Hernández
Dispositivos médicos: la ley que Chile necesita
La pandemia por Covid-19 que vivimos en Chile y en todo el mundo ha puesto en primer plano a los Dispositivos Médicos (DM). Como la asociación gremial que reúne a las empresas más innovadoras en este ámbito, siempre creímos necesario un marco regulatorio para los Dispositivos Médicos en Chile para mantener la calidad y seguridad a usuarios y pacientes.
El proyecto de Ley Fármacos II, en discusión en la Comisión Mixta, ha avanzado rápidamente en este sentido. Sin embargo, lo que podría ser una buena noticia para el sector salud, puede generar una serie de impactos negativos. Ya que, tal como hace referencia su nombre, se enfoca en establecer regulaciones para fármacos, sin tomar en consideración las diferencias entre medicamentos y dispositivos médicos, tratándolos sin las debidas distinciones.
Aun considerando la complejidad del mundo de los Dispositivos Médicos, la semana pasada la Comisión Mixta discutió la facultad que se le otorga al Instituto de Salud Pública (ISP) de notificar, controlar y fiscalizar Dispositivos Médicos, lo cual no se condice con la actual capacidad de implementación y cumplimiento de plazos por parte de esta entidad, dada la enorme cantidad de DM existentes, con un ciclo de vida promedio de 18 meses.
Como asociación siempre hemos solicitado reconocer a las Agencias de Alta Vigilancia Sanitaria, que cuentan con estándares internacionales, para regular a los DM, tal como lo realizan la mayoría de los países en el mundo. Porque para llevar a cabo este proceso al ritmo que el sistema de salud chileno necesita, el ISP debería aumentar significativamente su dotación actual de personal y de recursos, de tal manera de cumplir con los tiempos de respuesta. De lo contrario, nos veríamos enfrentados a eventuales desabastecimientos en las redes de salud y dificultades en la gestión clínica.
Nuestro espíritu como asociación es asegurar la calidad, seguridad y buenas prácticas con pacientes y prestadores. Por eso consideramos que la nueva ley, tal cual está quedando, posiblemente aumentaría las listas de espera (al tener que esperar, además, por los dispositivos médicos en tiempos de pandemia) y dificultaría la gestión clínica por la burocracia que existiría entre proveedor y hospital. Respecto de este último punto, recordemos que los DM funcionan de manera correcta si son utilizados de acuerdo con sus especificaciones, lo cual requiere de constante capacitación y asesoría clínica a los profesionales de la salud, así como de soporte técnico en la adopción y mantención de la tecnología por parte de sus proveedores.
Gabriela Garnham, gerente general de la Asociación de Dispositivos Médicos de Chile (ADIMECH)
Túneles sanitarios
Los túneles sanitarios que cuentan con sistemas de pulverización de agentes químicos sanitizantes o desinfectantes, entre ellos, hipoclorito de sodio o compuestos de amonio cuaternario, y que se difunden en los medios publicitarios como una medida eficaz para "disminuir la carga de microorganismos presentes en la piel, ropa y calzados".
Al respecto, distintas sociedades científicas, instituciones y expertos han advertido riesgos sobre el uso de esos túneles sanitarios, recomendando no utilizarlos, porque exponen a las personas a compuestos químicos "No Aptos" para ser aplicados sobre la personas, por el riesgo que implica tener contacto con ellos en extensas zonas de la piel, ojos y boca.
Además, el uso de estos túneles sanitarios no cuentan con suficiente evidencia científica que demuestren una desinfección adecuada en las personas, para reducir los contagios y prevenir el COVID-19. Pudiendo además, contaminar el medio ambiente. En este sentido, es importante que la autoridad sanitaria fiscalice los lugares donde se han instalado y las empresas vinculadas ofrezcan otros tipos de servicios de sanitización y desinfección que no pongan en riesgo la salud de la población.
Fernando Torres, director Escuela Química y Farmacia U. Andrés Bello