Olla común
En Santiago, la empresa "Fanaloza", con más de 50 años de trayectoria, quebró el 14-12-1981 y, hasta marzo de 1982, los 600 trabajadores no recibían ingresos. Por tanto, las esposas de los obreros tomaron la decisión de mantener una "olla común", a pesar de las dudas de la directiva sindical.
Ellas, lograron revitalizar al hombre golpeado por la incertidumbre total, vencieron la tendencia de aislarse en sus hogares sin comida, algunas con varios hijos, recordando que la unidad es vital para la sobrevivencia. Grupos recolectaron víveres en "Lo Valledor", "Vega Central", feriantes, panaderías "Selecta" y "San Camilo". La "olla común" se instaló frente a la industria paralizada, donde más de 400 personas compartieron a diario los alimentos.
Los trabajadores esperaban que las puertas de la fábrica se reabrieran, para con sus manos e inteligencia volver a crear bienes para el país. A marzo de 1982, en juzgados de Santiago, había 120 solicitudes de quiebras. En distintos períodos de la historia de Chile, a raíz de huelgas o crisis económicas, se realizaron las "ollas comunes solidarias", con gran presencia femenina.
Derico Cofré Catril
Cambio: Dr. Paris x Dr. Mañalich
En un lenguaje propio del fútbol, se podría decir que el Presidente Piñera como director técnico del "Equipo Ministerial FC", hizo el cambio en el Minsal, sacando al doctor Mañalich, frecuente atacante muy recostado por el ala derecha y puso en su puesto al doctor Paris, que al contrario de su antecesor, se puede mover por ambas alas del frente de ataque. Sus asesorías a la ex Presidenta Bachelet, cuando fue ministra de Salud durante gobierno de Ricardo Lagos, y luego el acercamiento al Presidente Piñera, en la pasada campaña electoral, dan cuenta de aquello y de su independencia política partidista.
Doctor Paris, mucho éxito en su gestión, de seguro con su característica de manejar ambos perfiles perfectamente, le permitirá tener más apoyo de la variopinta clase política chilena, para hacerle el "regate" definitivo, al mejor estilo de nuestro Alexis y que todos esperamos, al coronavirus.
Luis Enrique Soler Milla
Restricción ambiental
Desde la década de los 80, sino antes, se venía anunciando el recalentamiento global y sus posibles consecuencias, lo veíamos tan lejano pero ya hace varios años que estamos viviendo los efectos. No hemos aprendido cabalmente a respetar nuestro hábitat y todos hemos contribuido de una u otra forma a su contaminación, quitándole los espacios a la flora y fauna, que con la pandemia nos han demostrado que ahí están. Esta indiferencia se ha traducido en una profunda desconexión con la madre tierra, a tal punto que podría decir que nos ha llevado a perder nuestra identidad territorial.
Con preocupación y añoranza desde hace más de dos décadas hemos sido testigos de cómo se nos ha ido cambiando el paisaje, por ejemplo, en nuestra ciudad ya no tenemos las antiguas casas quintas, patios y jardines frondosos, que la hacían singular y atractiva. Era muy agradable caminar por las calles de la ciudad y disfrutar de esa naturaleza. Hoy estamos rodeados de cemento por todos los sectores, ya que en aras del progreso se ha ido sacrificando el pulmón verde que nos rodeaba.
El impacto ambiental en esta etapa del año se traduce en que la mayoría de la población tenemos que asumir con mayor exigencia la restricción del uso de leña para calefaccionarnos y también para cocinar. Combustible que está al alcance de la mayoría y que no solo mantiene la permanencia de calor en un ambiente, sino que entrega ese calor de hogar que nos invita a reunirnos en familia. No tenemos que olvidar que junto con los problemas económicos y alto porcentaje de pobreza que tenemos como Región, estamos viviendo un cambio socio económico importante que nos llevará tiempo reponernos según todas las proyecciones y las diversas evidencias y testimonios que está afectando a toda la sociedad.
Por lo consiguiente, aún con un subsidio estatal real va a ser casi improbable este cambio a corto plazo, los artefactos necesitan mantención y el combustible apropiado, y eso tiene un costo.
Hoy, más que nunca con la contingencia que vivimos como país necesitamos de la calefacción en forma permanente. Me pregunto, si nuestras autoridades al planificar la restricción ambiental aparte del uso que se le da a los artefactos, tienen presente la condición de los adultos mayores y diferentes situaciones de salud que afectan a la población como son: las enfermedades crónicas, enfermedades catastróficas, enfermedades que comprometen la regulación de la temperatura del cuerpo, el cuidado de lactantes y niños, entre otras, que con las bajas temperaturas tienen una mayor afectación.
A esto se suma que la temporada de invierno para este año se pronostica seca y muy helada desde la zona central al sur, como ya sabemos su prolongación cada año es relativa, siendo las bajas temperaturas un factor muy importante que nos deja más vulnerables al contagio del coronavirus y a otras enfermedades propias de esta estación que aún no iniciamos y ya estamos sufriendo las consecuencias.
Marianne Morales Orellana