"Al mundo le falta mucho multilateralismo"
Chillán sigue escribiendo historia, porque este 11 de julio de 2020 el administrador apostólico Sergio Pérez de Arce fue investido como el primer obispo en Chile que asumió este tipo de responsabilidades en tiempos de pandemia.
El acto litúrgico se realizó en la Catedral de Chillán con la presencia del nuncio apostólico, monseñor Alberto Ortega Martín; el arzobispo de Concepción, monseñor Fernando Chomali y el administrador apostólico de Talca, monseñor Galo Fernández. El escenario de la crisis de la iglesia católica va mucho más allá del covid-19, los cuales los asume Pérez de Arce bajo los lineamientos del Papa Francisco.
-¿Cuáles son los principales retos que tiene?
-El Papa nos está pidiendo en estos últimos años ser una iglesia en salida misionera, para lo cual necesitamos hacer una conversión pastoral, es decir, un cambio en nuestras estructuras y modos de hacer las cosas. Acá en Ñuble buscamos fortalecer la participación y protagonismo de los laicos en la conducción de nuestras comunidades, estamos formando agentes pastorales para que puedan asumir mejor la misión en sus diversos frentes, y buscamos suscitar nuevas iniciativas de misión y solidaridad que signifiquen una fuente de renovación. También nos hemos propuesto fortalecer la animación de la pastoral juvenil y la pastoral social.
-¿Cómo está apoyando la iglesia en estos tiempos a los más necesitados?
-Ha tratado de mantener el contacto entre los fieles, por medio de las misas y espacios formativos transmitidos por redes sociales. Y en la medida que se han manifestado las consecuencias económicas de la pandemia, también han surgido iniciativas de ayuda fraterna, junto a comedores y ollas comunes en varios sectores. Sin olvidar las instituciones solidarias permanentes, como hogares de ancianos y hogares de menores, que han seguido funcionando. Obviamente, no se ha podido desplegar la acción con toda su fuerza, porque seguimos en medio de restricciones y muchas personas que conducen las acciones de la iglesia son mayores. Pero se ha buscado estar disponibles y despiertos para apoyar.
-¿Han tenido que salir sacerdotes para cumplir con sacramentos en estos tiempos de pandemia?
-Sí, con los debidos cuidados, los sacerdotes han estado atentos a visitar enfermos, atender funerales, atender a personas que necesitan algún servicio. Pero sin duda que la actividad ha sido más reducida, porque sacramentos como bautismos, primeras comuniones y confirmaciones se han pospuesto, y las reuniones pastorales presenciales están suspendidas.
-Son señales del fin de los tiempos, ¿cree que esto es así o es producto de un castigo divino de Dios para con la humanidad?
-No, siempre que se catalogan algunos hechos como señales del fin de los tiempos, el fin no viene. Es evidente que en el mundo hay, ha habido y habrá mal. Aquí conviven el bien y el mal, el trigo y la cizaña. Esto será así hasta que despunte el día de los cielos nuevos y la tierra nueva que Dios nos promete. Pero, mientras tanto, nosotros tenemos que luchar contra el mal, buscar caminos de paz y justicia, eso es lo que nos debe preocupar. Y por supuesto que esto no es castigo divino. ¿Cómo pensar que Dios es un ser terrible que nos va a estar mandando virus? La naturaleza tiene sus propias leyes y dinamismos, y está afectada por el maltrato y explotación del hombre.
-¿Cómo están las arcas financieras de la iglesia? A través de la radio están pidiendo las ofrendas, incluso se podría hablar de un diezmo mensual
-Las parroquias viven de las donaciones de sus fieles, de las colectas en las misas, de las intenciones de difuntos, y todo esto está muy disminuido, casi inexistente en muchos casos. Entonces están teniendo un problema, porque hay que pagar sueldos a secretarias, sacristanes, sostener la vida del sacerdote. Por eso, donde se puede, se está pidiendo que los fieles contribuyan. La iglesia católica no tiene diezmo, sino el compromiso de que los fieles paguen el 1% de sus ingresos, pero poca gente lo paga. Falta mucha conciencia de la necesidad de sostener la iglesia y está la creencia de que la iglesia tiene mucha plata. Y en una gran mayoría de parroquias, hay serias dificultades para mantenerse.
-¿Cómo se combate el egoísmo, la individualidad y la teoría de la supremacía?
-La pandemia ha mostrado lo bueno y lo malo del mundo. Y en lo malo, hay mucha desigualdad, hay muchos intereses económicos que están por encima de consideraciones humanitarias, hay mucho afán de ganancias desorbitadas incluso con elementos tan esenciales como remedios, equipos médicos, alimentos. Y los países más poderosos terminan preocupándose solo de su propio bienestar y dando migajas a los países más pobres. Lamentablemente, al mundo le falta mucho multilateralismo, una preocupación real de unos por otros. Y obviamente los que más tienen, les corresponde siempre una mayor responsabilidad con los que menos tienen, sabiendo además que esos países más pobres son a menudo explotados en sus materias primas o en las condiciones económicas que se les imponen para recibir ayuda. Ojalá la pandemia nos ayude a ver que otro mundo es posible.
"Las parroquias viven de las donaciones de sus fieles, de las colectas en las misas, de las intenciones de difuntos, y todo esto está muy disminuido, casi inexistente". "Hay muchos intereses económicos que están por encima de consideraciones humanitarias, hay mucho afán de ganancias desorbitadas incluso con elementos tan esenciales".