Envejecimiento de la población
El fenómeno tiene repercusiones de salud, económicas, educacionales y también sociales que exigirán repensar la forma en que construimos el país. El envejecimiento de la población es una realidad inversamente proporcional al número de nacimientos.
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ha señalado que la cantidad de niños entre 0 y 14 años ha disminuido sostenidamente en las últimas décadas, pues se estima que en la actualidad hay 347.363 menos que en 1992, y que para 2050 las proyecciones indican que habrá casi 670.000 niños menos que este año.
Chile inexorablemente envejece a tasas aceleradas, tanto porque los adultos mayores viven más años, como porque las familias tienen menos hijos. Y si bien es cierto que vivimos más, a la vez la gente muere por causas que podrían evitarse, como accidentes o enfermedades cardiovasculares ligadas al sedentarismo y la mala alimentación.
El envejecimiento de la población es una realidad inversamente proporcional al número de nacimientos. Resulta evidente que desde hace unos años la natalidad muestra retrocesos que hacen insuficiente asegurar el recambio generacional. Esta situación abre un problema estructural, ya que observamos una población en franco envejecimiento, a menos que como sociedad trabajemos en políticas de incentivo a la natalidad, y que hasta ahora más bien se está supliendo con el arribo de inmigrantes, pero no parece que Chile esté adoptando las correcciones para enfrentar tal desafío, con políticas que incentiven la natalidad.
El fenómeno tiene repercusiones de salud, económicas, educacionales y sociales que exigirán repensar la forma en la que hemos construido el país y cómo lo haremos en el futuro.
Hay otro fenómeno global: el fuerte ingreso de la mujer al mundo del trabajo, por lo que se ha postergado la familia por la búsqueda de recursos y el necesario crecimiento de ese segmento. Tales luces darían cuenta que el tema económico es decisivo para que las familias definan el número de hijos.
Sin embargo, mucho puede hacerse para seguir mejorando indicadores, sobre todo en salud y ofrecer panoramas y programas de alimentación más saludables para la población infantil y joven, con el fin de que ese aumento de expectativas de vida sea con calidad. Se trata de un cambio que obliga a repensar las políticas públicas del país.