El terror y el humor chocan con la vida cotidiana
La autora porteña A. Alcaíno Piña escribe desde niña y ha ganado tres veces el Premio Bolaño. Hoy se lanza con los cuentos de "Parestesia" (RiL Editores).
La parestesia es la sensación de hormigueo o pinchazos o quemaduras, que puede tener causas tan cotidianas como ocupar la ropa apretada. Con ese título debutó en narrativa A. Alcaíno Piña (1998), autora de Valparaíso que construye piezas de terror cotidiano con los ocho cuentos de este breve libro.
La escritora destacó en el Concurso Roberto Bolaño del Ministerio de la Cultura y las Artes y el Patrimonio, la instancia que tienen los jóvenes de todo Chile para competir con sus textos literarios. Fue dos veces premiada en cuentos: una como mención honrosa y otra, como ganadora. También obtuvo el primer lugar en poesía durante tres años consecutivos: desde el año 2014 al 2016.
Prosa y verso se le dan de forma fluida: "No separo mucho, mi narrativa es medio poética, mi poesía es muy narrativa. No cambian los temas, se correlacionan", dice ella. Alcaíno estudia Pedagogía en Lenguaje en la PUCV y estos cuantos los comenzó a escribir cuando tenía 15 años.
Los escenarios de los cuentos están a mano. Aparecen la casa, el colegio, las amigas, la familia. Por ejemplo, un padre que no continúa discutiendo en Navidad porque cae estático en su pieza o los amigos que marcan su cuerpo, en esta terrible tendencia para soportar la realidad. Aun así, la voz fresca de la narradora, que se proyecta casi como una ingenua alter ego de la autora, nos hace ver las cosas con humor si se quiere. La contradicción muchas veces cae en el absurdo.
"Una vez conversé con un chico (no me acuerdo cómo lucía, su figura está borrosa en mi mente) y me contó que buscaba sacarse el brazo. Nunca más lo volví a ver. ¿Lo habrá logrado? Decía que quería hacerlo porque estaba tan lleno de lesiones que ya no le servía de mucho. Me dijo que lo guardaría en una caja y se lo mostraría a quienes fueran a visitarlo. ¿Qué gracioso no? ¿Quieres saber por qué no tengo un brazo? ¡Porque me lo saqué! Mira, aquí está, es precioso, ¿verdad?".
-Hay varios cuentos en "Parestesia" que son cotidianos y de terror. ¿Por qué?
-El terror está en todas partes. A mí me gusta desde que soy chica: nunca le he tenido terror al terror. Apenas pude leer subtítulos veía películas de terror con mi papá. De niña no me sentía representada por lo femenino, por los estereotipos. Y tampoco lo masculino del estereotipo. Sentía que el terror era lo mío, porque no era de ninguna parte y era misterioso. El terror siempre está en mi mente, esa vibra está conmigo. El Romanticismo, esa es mi estética.
-En el cuento "Patrones" abordas las marcas autoinflingidas. ¿Por qué?
-Es uno de los que más me gustan, porque me da risa. Fue inspirado por la película japonesa "Suicide Club", de Sion Sono, donde 54 colegialas se lanzan a un tren en movimiento. Al ver esta escena las ideas me salen de la sensación que me causó la película que es metafórica y seria, pero yo quería narrarla de forma chistosa. Me gusta tocar temas tabú de forma chistosa. De ahí partió todo. Hay una crítica a la moda más allá del suicidio y el daño. Porque si alguien lo hace, todos lo hacen. Me di cuenta cuando lo volví a leer, no lo supe al escribirlo.
-¿Cómo entraste a los cuentos?
-Desde muy chica. Empecé a escribir cuentos cuando empecé a escribir. Escribí un minilibro de un cumpleaños donde describía a las personas que llegaban con sus regalos. Le hice dibujos. Y se los daba a leer a mis compañeros de curso. Después hice una saga: "La magia de Sandra", donde había sucesos aleatorios con imágenes. A mis compañeros también les interesó eso. En tercero básico leí mi primer libro grande: "Quiero ser escritora". No me acuerdo de quién era. Creo que era Paloma que quería escribir un cuento para un concurso. A mí me leían cuentos cuando chica. De grande mi cercanía fue con Julio Cortázar.
-¿Qué significó para ti ganar el Premio Roberto Bolaño?
-Sinceramente no me lo esperaba. En ese tiempo estaba en el colegio y de la nada me llamaban por teléfono. A la primera me salió: mi profe de Lenguaje me dijo que concursara. Obviamente me emocioné, era extraño porque era imposible.
-En esos años se viajaba a Arica a recibir el premio.
-Sí, y desde ahí también pude ir a Perú. Las primeras dos veces fui a Tacna. Y la tercera fui a Arequipa. La plaza es impresionante con sus luces.
-También hace poco viajaste a Perú con el grupo poético Kantayall. ¿Qué me podrías contar de eso?
-Somos un grupo de chicos que se formó en la U, entre amigos y otros amigos de amigas de afuera. Es un grupo básicamente de poesía. En Perú leímos nuestros poemas y también fuimos a hacer talleres. Mis compañeros hicieron de poesía en general, otros de poesía mapuche. Yo hice uno de Teresa Wilms Montt. Después fuimos a Lima, a la Casa de la Literatura Peruana que es impresionante.
-¿Por qué Teresa Wilms Montt?
-Yo la conocí en una clase de la universidad. No se estaba hablando precisamente de ella, sino de Vicente Huidobro. Salió un dato de la relación que tenían, no romántica. Con eso empecé a investigar y me gustó mucho ella y sus "Cuentos de los hombres que todavía son niños". También su poesía que tendía a ser romántica. Escribe hermoso.
-Se repite en varios cuentos la sensación de asco. ¿Qué te da asco?
-Para mí la sensación de asco tiene que ver con algo sicológico y no físico, porque no me da asco nada. A veces he visto películas alemanas que imitan el "snuff" (películas donde matan gente de verdad) y no me da asco. Si algo me da asco es justamente la poca empatía y lo individualizada que está la gente. No la que sale a trabajar, se entiende, pero a uno le da pena porque la gente en pandemia no debería tener que trabajar para poder vivir. Supone que deberíamos estar en cuarentena, en casa. La gente que debería estar haciendo algo no lo hace. Yo me quedo en casa. En mi familia solo sale una persona.
-¿Te importa morir?
-A mí no me importa la muerte. Pero si alguien me dijera que solo me infectaré yo no me importaría, pero puedo infectar a mis papás, así que no salgo desde marzo.
ALCAÍNO PIÑA ESTUDIA LENGUAJE EN LA PUCV Y VIVE EN CURAUMA.
Por Cristóbal Gaete
archivo personal
"Empecé a escribir cuentos cuando empecé a escribir. Escribí un minilibro de un cumpleaños donde describía a las personas que llegaban con sus regalos. Le hice dibujos. Y se los daba a leer a mis compañeros de curso".