El diálogo y el respeto de las opiniones son requisito de la esencia de la democracia moderna. En un mundo lleno de ideas y concepciones diversas que se comparten y difunden a una velocidad impensada hace pocos años, es importante que entendamos que aceptar a los demás es vital para poder seguir avanzado en la construcción de una mejor sociedad.
La valoración por lo que piensa el otro se inicia en las relaciones más básicas y fundamentales. En la familia deben existir espacios de conversación entre adultos, jóvenes y niños, donde prime la convivencia sana y cariñosa. Mismo clima debe prevalecer en el barrio, universidades y colegios. Sobre estos últimos, hay que señalar que ni siquiera las clases a distancia han impedido el bullying, pues se ha trasladado y profundizado en el ciberacoso que sufren algunos en sus casas. Para qué hablar de las redes sociales, donde las ideas distintas son aplastadas con groserías y prepotencia, anulando al otro.
Nuestro país requiere de paz y respeto para todos y materia política esto es trascendental, pues esta actividad ejercida con nobleza beneficia a todos. El cronograma electoral tras la votación de ayer domingo es nutrido, intenso e importante. Frente a esto, conviene citar al Papa Francisco quien en su Mensaje para la 52ª Jornada Mundial de la Paz dijo que "tomar en serio la política en sus diversos niveles -local, regional, nacional y mundial- es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad".
Nuestra región ha visto desaparecer numerosos puestos de trabajo debido a la pandemia, muchos se alimentan gracias a la solidaridad de organizaciones de vecinos e iglesias y el riesgo de la enfermedad permanecerá por varios meses más. En este escenario, hay que construir un futuro con el mismo deseo que llevó a Ñuble a ser una región hace dos años y buscar el desarrollo de todos, sin exclusión.