Los grandes procesos políticos mundiales han sido consecuencia de movimientos sociales, ciudadanos o de trabajadores y es la política (y los políticos) quien los han encausado institucionalmente. Y cuando no lo han hecho, han devenido en revueltas, revoluciones o guerras civiles.
Lo cierto es que, en el caso de Chile, la creciente molestia social expresada con mayor nitidez a partir de octubre de 2019 a través de manifestaciones pacíficas demandaba ser encauzada para que derivara en una salida institucional a la crisis de nuestra democracia. Algunos lo llamaron "estallido social", pero hay que reconocer que también fue un "estallido político", contra el sistema, las formas y el permanente bloqueo a las reformas necesarias para mejorar las condiciones de vida. Así las cosas, tanto el movimiento social de 18/O como el acuerdo político del 15/N permitieron lo que vimos ayer, un plebiscito ejemplar con masiva participación y celebraciones pacíficas.
A partir de lo ocurrido, hay muchas preguntas en el ambiente: La primera es ¿cómo se satisfacen las expectativas ciudadanas? Cuando casi 8 de cada 10 votantes respaldan el cambio a la Constitución, la tarea no será fácil. En el triunfo del Apruebo hay muchas esperanzas de que las cosas cambien para bien: desde las condiciones económicas, la equidad en oportunidades, el reconocimiento a nuestra diversidad, en fin, cientos, sino miles de sueños particulares que se resumen en el concepto de "dignidad" que se ha levantado con fuerza y quienes ejerzan la función constituyente, deberán ser capaces de aterrizar ese concepto al articulado del nuevo pacto social.
Una segunda es ¿cómo seguimos ahora? A mi entender, este es un menú de dos tiempos: Lo primero y urgente, es que la política tenga la capacidad de ponerse de acuerdo en 2 o 3 temas claves que no pueden esperar a la nueva Constitución. Mejoramiento de las pensiones, de las prestaciones de salud y recuperación económica y empleo. Por ello es clave que el gobierno reordene su agenda y priorice estos tres puntos para hacer frente a lo expresado en el resultado del plebiscito y que la oposición comprenda la urgencia de llegar a acuerdo. El segundo tiempo estará marcado por la necesidad que los partidos políticos, gremios, organizaciones territoriales y ciudadanos independientes comiencen a elaborar discusiones de contenidos para la nueva Constitución. Es fundamental iniciar conversaciones sobre los temas que deberían abordarse en el nuevo pacto social. Descentralización, pluriculturalidad, régimen político, libertades, derechos y garantías, acciones constitucionales. En fin, son múltiples y complejos los temas que un texto constitucional debe abordar de cara a ser el nuevo pacto social del Chile del siglo 21.
Así como hace algunos años fuimos capaces de crear y hoy celebramos la existencia de la región de Ñuble, ahora el desafío -entre otros- será consagrar que Chile debe ser un Estado unitario descentralizado, para una mejor distribución territorial del poder y reconocer a las regiones las potestades y recursos para resolver problemas y mejorar la calidad de vida de las familias.
Felipe Harboe
Senador