Francia, Inglaterra, España, Alemania y varios otros países de Europa enfrentan una "segunda ola" de la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2, tan grave que amenaza su capacidad asistencial, obligando a sus autoridades a restablecer medidas de confinamiento e incluso toque de queda para intentar controlar su avance.
Y lo más probable que ésta no sea la última ola, sino que vengan varias otras hasta que contemos con una vacuna efectiva.
Esto ocurre en el otoño, después de los meses veraniegos. Nosotros estamos en primavera, prontos a iniciar el verano. ¿Qué debemos hacer para no repetir la misma historia?
Lo mas importante es identificar que la causa principal de este rebrote fue la relajación de las actitudes derivadas del ansia de las personas por recuperar su estilo de vida, lo que se observó en la concurrencia a playas, restaurantes, actividades sociales, familiares y deportivas.
Se olvidó el uso de la mascarilla, así como evitar las aglomeraciones, la gente le perdió el miedo al contagio.
Es fundamental entonces aprender de la experiencia de los otros países. Tenemos que internalizar las medidas de prevención. Vamos a convivir con el virus, mientras no tengamos una vacunación que asegure inmunidad masiva a toda la población y esto no sucederá antes del 2021.
Debemos identificar que el peligro está fundamentalmente en la boca de los portadores del virus, mayoritariamente asintomáticos. La vía principal, no única, de trasmisión es aérea, por pequeñísimas partículas que expelemos al hablar, toser, cantar y gritar, que afectan nuestro entorno hasta unos 2 metros. De aquí deriva la importancia del distanciamiento físico, uso de mascarillas, ventilación de espacios cerrados y lavado de manos en forma frecuente.
Por lo tanto, debemos desarrollar estrategias de "vida protegida" que permitan actividad razonablemente segura, sostenible en el tiempo. Esta naturalmente debe ser muy específica para las diversas situaciones, y como no seremos infalibles, deberemos diseñar muchos esquemas para diferentes situaciones y evaluarlos secuencialmente, hasta encontrar el más adecuado. Los más probable es que tengamos que vivir con alternancia de períodos de restricciones con otros más permisivos.
Este indispensable esfuerzo requiere la colaboración inteligente y creativa de todos, la tolerancia a los problemas y el compromiso personal.
De lo contrario, la alternativa es enfrentar el próximo abril con una situación similar a la europea, con un tercio de los recursos que ellos disponen.
Manuel José Irarrázaval
Director Instituto de Políticas Públicas en Salud, IPSUSS, Universidad San Sebastián