El 2020 fue un año muy difícil desde todas las miradas. Chile, ya inserto en un fuerte movimiento social que obligaba a generar cambios en su estructura, se tuvo que enfrentar a una pandemia. En marzo, el covid-19 había arribado al país.
Lo anterior implicó una adaptación total. Se cerraban las grandes oficinas y los pequeños mercados. Las personas tuvieron que confinarse en sus hogares y comenzar una era de teletrabajo y de estudio virtual. A su vez, esta nueva realidad dejó en evidencia grandes problemas del país en cuanto a conectividad y calidad habitacional, así como también un número importante de chilenos y chilenas tuvieron que enfrentarse a la cesantía.
El sector eléctrico tuvo también sus propias complejidades, tanto en la logística de operación y construcción de sus proyectos, como a nivel regulatorio, para asegurar a la ciudadanía energía para sus hogares. La ley de servicios básicos, estabilización de tarifas y la gestión de los permisos de construcción son sólo algunas de las materias que debió enfrentar la industria.
Pero al cerrar el año nos dimos cuenta de que el sector de las energías renovables hizo mucho más que adaptarse: avanzó y mucho. Para las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) el 2020 será el año en el cual se cumplió la meta 20/25, cinco años antes de lo estipulado en la ley, superando la meta con creces, con un 22%.
No fue un proceso fácil, pero nuevamente la industria renovable demostró tener una resiliencia absoluta ante la adversidad. En años anteriores, cuando se negociaba la Ley 20/25, también se abrió espacio. Se decía que las renovables eran caras y que no lograban sostener el sistema. Hoy, con la meta superada, podemos decir que, de esos mitos, poco y nada queda. Actualmente, la industria ERNC cuenta con más de 7.000 MW de potencia instalada, además de otros 7.200 MW que se deberían construir durante los próximos años. Y si hablamos de seguridad del sistema, sólo basta recordar que, durante 2020, tuvimos días con peaks horarios donde las ERNC superaron el 50% de la generación nacional.
En paralelo, Chile vive señales muy positivas desde la vereda de la descarbonización. Recientemente salieron de operación Ventanas 1 y Bocamina 1, sumando 242 MW menos de carbón en la matriz. Esto demuestra también el compromiso de las empresas por ser parte activa en el proceso de transición energética -sin retorno- que vive nuestro país.
Es así como en el año donde teníamos todo para retroceder, avanzamos. Sin duda, aún queda mucho camino por recorrer. Nuestra meta es lograr una generación 100% renovable para Chile, de manera económica, eficiente, confiable y respetuosa con el medio ambiente y sus comunidades. El almacenamiento y el hidrógeno verde son también nuevas tecnologías que nos permitirán alcanzar esta nueva y ambiciosa meta.
Ya ganamos una vez, ahora volveremos a apostar.