Propaganda para campañas políticas
Muchos candidatos buscan fórmulas para destacar sus figuras, en medio de un gran abanico de mensajes electorales. La ciudadanía -lo dicen las encuestas- quiere cambios y eso comienza con campañas más limpias.
Hace un mes que los candidatos tienen permiso legal para realizar propaganda en las calles y medios. Desde esta semana (11 de marzo) podrán también llevarla a espacio públicos.
El plazo para todas esas acciones se extenderá hasta el 8 de abril y los postulantes a alcaldes, concejales, constituyentes y gobernadores regionales se están esforzando para que sus mensajes lleguen a los votantes, en medio de una enorme cantidad de posibilidades.
Debido a lo anterior, a nivel nacional han surgido innumerables fórmulas para resaltar. Muchas de ellas, lamentablemente, pasando de irreverencia y la creatividad, a la falta de respeto. Logran llamar la atención, sí; pero con polémica y vulgaridad, a un precio que paga la calidad de la discusión pública, que se empobrece.
Esos recursos son parte de la "vieja forma" de pelea electoral, criticada, pero recurrida hoy nuevamente. Y, casi siempre, por los mismos que dicen despreciarla.
Por ejemplo, hay candidatos que difunden ideas que nada tienen que ver con el cargo al cual aspiran; otros que usan sus actuales puestos de poder para visibilizarse; muchos que no se comportan de acuerdo a sus discursos y generan incertidumbre, o miedo.
Esto se verifica hoy, por ejemplo, en abanderados constituyentes que prometen tareas propias de los municipio generando confusión y luego la molestia de quienes les exigirán el cumplimiento del compromiso sin recibir nada a cambio, lo que significa a la postre desprestigio.
También están quienes vocean respeto por los derechos de las personas, pero difunden ataques contra sus contrincantes, o dejan sus letreros en los jardines comunitarios, tapando vías vecinales.
Considerar esos puntos es importante. La ciudadanía -lo dicen las encuestas- quiere cambios y eso comienza con campañas más limpias. No de esas que generan lejanía y molestia con la actividad política.