Dos cartas para Doris
Extracto del libro "Doris, vida mía". Por Gabriela Mistral
14 de abril de 1949
Amor, te decía en mi carta de hoy 14 que llevo varias noches de mal dormir. Duermo de dos o tres de la mañana y hasta las siete. Pero quiero volver a hablarte hoy. (Te acabo de poner un telegrama. No quisieron recibir el pago de la respuesta estos palurdos.)
Yo no entiendo nada de lo ocurrido, mi amor. Solo sospecho que mi carta sobre los Artasánchez te ha hecho sufrir mucho. Y fue que eso o el avión te ha causado un daño del corazón.
Qué estúpido ha sido el que más te quiere, Doris mía. ¡Perdóname, vida mía, perdóname! ¡No lo haré más! Y tú guardarás el control de ti, y haz fe en tu pobrecillo, que es un ser torpe, vehemente y envenenado por su complejo de inferioridad (el de la edad).
Duerme, mi amor, descansa. Yo procuraré ser menos brutal y necio. Yo te debo el lavarme de estos defectos. Yo te debo felicidad por cuanto he recibido de ti.
Pero yo te repito que el mayor daño entre todos es separarse demasiado pronto, antes de conocerse bien y de haber creado la confianza mutua, la certidumbre total.
Me parece muy mal el que se pierdan cartas. Eso es muy peligroso. Yo puse por mis manos tres al correo, una hoy y mañana irá esta.
Duerme, mi amor, Dios te cure de tu dolencia. Perdona el que te he herido, por no creerme amado, por pensarme postergado en tu corazón. (Sigo mañana)
Te beso, tuyo.
Después del 4 de septiembre de 1952
Niña mala y ajena:
No te escribiría, respetando tu voluntad de silencio y de ruptura, pero necesito tener el «no» tuyo para buscar en tal caso, la persona que venga conmigo a acompañarme en lo que sigue.
Hay tres convites para lugares todos lejanos: primero el de Israel; segundo el de la China; tercero el de Cuba.
Procuraré mandarte copia de dos a lo menos.
Si yo busco quien me acompañe, tal vez tú me llamarías eso ingratitud -y yo no soy ingrata.
Te ruego no sentirte obligada a decirme sí. Pueden no interesarte esos viajes. Yo hallaré a alguien. Si dices que sí porque eso te importa hay que añadir el plazo de tu venida. Cuba está tan cerca de ti que tal vez podríamos encontrarnos allí, si es que tú piensas volverme a ver en este mundo. Ayer contesté a lo de la China que acepto pero no puedo aún dar la fecha. Lo de Israel es «para cuando yo quiera ir». Oye bien, no sé si el Caballo -así lo llaman- me dará licencia de casi dos meses para esto, ni sé si me dejará ir a la China comunista. Creo que aceptará lo de Cuba e Israel.
No sé qué «protectores invisibles» me mandan esto para salir de la tremenda caída del ánimo que tengo hace dos semanas ya, por vivir en un cuarto casi sin salir de él y con compañera buena pero... (Ahora ha traído al papá y la mamá...)
La fecha de lo de Cuba -es la celebración solemne de José Martí, héroe cubano y gran escritor (muerto). Es único escritor del cual yo tengo influencia en mí. Tú puedes preguntar a mi nombre al consulado de Cuba en Nueva York esa fecha. Lo demás es cosa que yo puedo decidir y fijar según ande mi fuerza. Pienso que tal vez en Cuba haya menos calor en esa fecha del calorazo que he sufrido allí otras veces. Yo saldría de aquí solita, pobre de mí. (Qué lindo será llegar a mi patria verdadera, a Israel. Dios me ayude dándome salud).
Tú comprendes el signo de interrogación que significa para mí la presidencia del bruto Ibáñez electo por mi necio país con mayoría fenomenal. Ya te hablé de eso. Tal vez estos convites hagan saber al Caballo -así lo llaman todos- que yo soy algo más que su sierva. Date el trabajo de contestar siquiera dos líneas. (Ahora soy yo quien toma las cartas al cartero).
Que estés sana, alegre sé que estás.
Gabriela