Obispo de Chillán repasa cómo ha sido el año de pandemia para la Iglesia
IGLESIA. Sergio Pérez de Arce asumió el cargo casi al mismo tiempo que llegó la crisis sanitaria a la región. Además, comenta las actividades de Semana Santa.
Nombrado como máxima autoridad de la Iglesia en Chillán poco antes del inicio de la pandemia, el obispo Sergio Pérez de Arce ha vivido la crisis sanitaria acompañando a los fieles desde la espiritualidad, la misma que hoy también se apoya de la tecnología para llegar a los hogares.< ñublensinos. En esta nueva Semana Santa, la tonica sigue siendo la transmisión vía redes sociales y así lo comenta Pérez de Arce, quien también habla de la labor social y el acompañamiento en su primer año en el cargo.
-Obispo, hemos visto que desde el inicio de las cuarentenas la Iglesia ha transmitido algunas liturgias ¿Cómo ha sido su funcionamiento durante este año en pandemia? ¿Cómo ha resultado esa experiencia?
-Como muchas personas y grupos, hemos podido aprender a usar e incorporar en nuestras acciones el uso de las tecnologías, para liturgias y reuniones necesarias para mantener el vínculo. Progresivamente hemos ido mejorando, dentro de la sencillez de los medios, aunque en algunas zonas más rurales no es fácil su uso, por las limitaciones de conexión.
La mayoría de las parroquias transmite la misa vía online, al menos la dominical. Se agradece tener a mano este instrumento, que se suma a la importante presencia de las radios. Por supuesto que se echa de menos el encuentro presencial y la participación más plena en los sacramentos.
-¿En qué aspectos han concentrado su trabajo durante este año?
-Además de lo litúrgico, hemos tratado de estar disponibles para acompañar a los deudos que despiden un ser querido, celebrando los responsos, además de visitar ancianos y enfermos.
La dimensión social fue muy importante el año pasado, surgieron numerosos comedores e iniciativas de apoyo con cajas de alimentos. Desde la Pastoral social diocesana, con ayuda de Caritas nacional, se apoyaron iniciativas por más de 20 millones, lo que se sumó a lo que se realizó en cada Parroquia y Colegios.
También surgieron iniciativas de escucha, como el teléfono de la esperanza, grupos de jóvenes que apoyaron a ancianos en sus compras. Son expresiones de solidaridad que surgen tanto dentro como fuera de la iglesia cuando nos vemos enfrentados a necesidades urgentes. Ahora, la actividad pastoral ha disminuido, porque no están las condiciones habituales para reunirse, pero la vida de fe no debe parar, así que hay que seguir animando y buscando alternativas.
-Considerando la situación que atraviesa la región y el país ¿qué actividades tienen programadas para la celebración de Semana Santa?
-En las comunas en cuarentena, solo podrán realizarse misas para transmisión online, sin fieles, en las demás fases será según los aforos permitidos. Son las tradicionales liturgias de la institución de la eucaristía, la Vigilia Pascual el sábado en la noche; y la misa de pascua, el domingo. No habrá procesiones ni acciones en la calle en casi ningún lugar. Hemos invitado a que las personas cultiven espacios espirituales de modo personal o en la familia, y en el sitio web del obispado se ofrecen algunos esquemas para ayudarse. A través de Radio El Sembrador se puede seguir las liturgias y otros espacios espirituales.
No hay duda de que es una situación muy excepcional, exigida por la gravedad de la pandemia en el país. Es una ocasión para que todos colaboremos con el bien común y aprendamos de Jesús a ser generosos y serviciales con nuestra vida.
-En torno a la situación actual ¿Qué palabras le podría entregar a la comunidad que se ha visto afectada de alguna manera durante estos tiempos?
-Creo que la pandemia y otros graves problemas que tenemos en nuestra convivencia social, nos piden un cambio en nuestros estilos de vidas, en nuestro trato con los demás y con la naturaleza. Algo no estamos haciendo bien, pues tenemos altos niveles de agresividad, descalificación, violencias, individualismos e insatisfacción, lo que se suma a desigualdades y nuevas pobrezas. Dios nos pide un cambio y nos ofrece una vez más el camino de Jesús, camino de amor y de vida, para edificar un mundo en fraternidad y justicia. Las otras personas no son mis enemigos, tampoco son personas descartables, sino que son hermanos con los cuales caminar en comunión. En Semana Santa, Dios no nos deja solos, porque lo da todo en su Hijo, pero también nos pide un cambio de rumbo.
"La dimensión social fue muy importante el año pasado, surgieron numerosos comedores e iniciativas de apoyo con cajas de alimentos".