"Las diferencias sociales, económicas y políticas se han exacerbado aún más en la pandemia"
Desde Bélgica, analiza los errores en la comunicación de riesgo y releva la importancia de ver al covid-19 desde otras disciplinas.
Por estos días la sicóloga social Karla Henríquez Ojeda alterna estancias entre la Lovaina en Bélgica y Santiago en Chile. Doctora en Estudios Americanos, con especialidad en Estudios Sociales y Políticos, y académica de la Universidad Bernardo O´Higgins, también cruzó la frontera de las ciencias sociales para entrar con fuerza a la pandemia, a revisar la comunicación de riesgo y las vacunas. Reconoce que esto le trajo algunas críticas de otras veredas disciplinares, pero dice que el covid-19 ya no es algo sólo biológico.
-¿Dónde se juntan las ciencias sociales con la pandemia?
-Es inevitable, porque el covid impacta la vida cotidiana de todos. Es un tema sobre el que uno conversa diariamente y, para ser sincera, estando afuera me llamaba mucho la atención cómo se estaba gestionando la campaña comunicacional de las vacunas en Chile. Volví en febrero y viví la previa de toda la campaña de vacunación. Pertenezco a la Asociación Nacional de investigadores en Postgrado y estaba viva la discusión de cómo se iban a adquirir las vacunas, quiénes eran los investigadores que están a cargo, el vínculo con el ministro (Andrés Couve) -que antaño participaba con nosotros en las marchas por el movimiento de la ciencia-; entonces uno se va metiendo. Pero me llamaba la atención cómo se estaba haciendo el uso de la información, o más bien cómo se cosificaban las estadísticas sobre esta carrera por quién lograba primero la inoculación. En definitiva, más que poner la atención sobre la salud física y mental y las precauciones sobre el contagio, lo que se ha promovido mucho es qué tanto control hay sobre las personas y qué tanto avanza Chile respecto de otros países de la región.
-¿Del tipo "estamos primeros en tal ranking" o "recibimos tal o cual felicitación…"?
-Con el tema de la vacuna pasó algo muy particular, y eso lo conversábamos con mis colegas acá de Lovaina, y es que Chile siempre tiende a compararse con países del hemisferio norte, con Estados Unidos y Europa, pero en esta comparación no se tomaba en consideración el tipo de vacuna que se estaba aplicando. Todos estamos de acuerdo en que hay que vacunarse, es una estrategia colectiva que hay que aplicar, pero aunque hay expertos que dicen que no hay que comparar, no es lo mismo la vacuna china (Sinovac) que la Pfizer. Sobre todo lo que implica la primera dosis. Si bien ese no es un tema propio de las ciencias sociales, sí tiene que ver con cómo proyecto en la población esta sensación de confianza que también se vino a verificar con la publicación que hizo el experto de Harvard (N. de la R.: Eric Feigl-Ding, quien dijo que el gobierno "creó una falsa sensación de confianza"). Nosotros publicamos un artículo en febrero y en buen chileno "nos hicieron pebre". Tiene que ver con eso, con el mal uso de las estadísticas. Apropiarse de este éxito en la carrera por la vacunación lleva a que las personas adopten conductas basadas en la confianza, en traspasar este umbral del control de quedarte en casa y pensar que "como estoy vacunado, puedo darme algunas libertades". En la pandemia se cruzan las disciplinas. La pandemia no tiene que ver sólo con la biología o la epidemiología.
-Ha afectado a todas las personas y prácticamente todas las áreas del quehacer humano.
-Lo que se ha visto es que las diferencias sociales, económicas y políticas se han exacerbado aún más. Los Estados que eran más bien precarios o que dejaban al libre albedrío a la ciudadanía, con el discurso de que se salven por sí solos, generan consecuencias en la población, en las personas. Entonces, si bien es una estrategia colectiva muy buena la vacunación, no hay que dejar de ver qué pasa en el nivel más particular, en las personas. Y bueno, ahí se exacerban las diferencias sociales. Quienes tienen mayor peligro de contaminarse son los que tienen que ir a trabajar, que son los más jóvenes, pero que son los que hoy están ocupando las camas críticas; son los que han sido postergados en este proceso de vacunación, los que a su vez son la parte de la población activa, los que están permitiendo que el país también se pueda desarrollar económicamente en un contexto que es de crisis. Entonces se encuentran estas paradojas que son súper interesantes de analizar y que, con los países del norte, yo estoy en Bélgica, donde el Estado es bien distinto, se ven de manera contrariada. Hay mucha mayor seguridad social, las personas realmente se pueden quedar en las casas. Quien sale es quien quiere ganar más plata. Pero en Chile no es así, la gente tiene que salir a ganarse la plata.
-Antes íbamos atrás del virus, respecto del hemisferio norte, pero ahora vamos por primera vez a la cabeza, en cuanto a la vacunación. ¿Lo estamos haciendo mal porque no tenemos ningún ejemplo a seguir o porque siempre lo hicimos mal?
-Es un mix de malas decisiones. No podemos eludir eso, como los permisos de vacaciones, con los que un montón de gente tomó las ofertas para irse a Brasil, donde estaban las cepas más contagiosas. Esa es una mala decisión, pero no tenemos que olvidar que Chile es un país emergente y latinoamericano, y que las condiciones de desarrollo económico son muy distintas a los países desarrollados. Si bien íbamos a la vanguardia en las vacunaciones, como dijeron algunos de la elite política, había que sacrificar algunas vidas en pro del desarrollo económico. Esa es la realidad chilena. Estancar el país es una decisión dura, difícil de tomar y que implica costos económicos que el Gobierno no ha querido asumir y en parte no se ha podido.
-¿Cómo vive la crisis la población belga?
-Pasan cosas similares a Chile. Estamos en un contexto global, pero es muy distinto cuando tienes un Estado que te soporta, que resguarda tus necesidades básicas. Por ejemplo, acá los restoranes reciben ayuda del Estado, por lo que pueden cerrar. En cambio en Chile hemos visto cuántos han cerrado porque no reciben ayuda. Ni hablar de las minipymes. Entonces, es distinto. Pero también pasan cosas como que hace poco hubo una fiesta en unos bosques y ocurrió lo que ocurría en Chile, jóvenes festejando y conflicto cuando llegó la policía. Hay situaciones conductuales que no son muy distintas de lo que ocurre en Latinoamérica. Lo que sí yo siento es que las condiciones económicas y políticas son diferentes. Acá el control es mucho menor. En Chile la gente siempre se queja de que no hay fiscalización, pero allá hay muchos policías y militares en las calles. A mí me controlaron muchas veces. Acá en los meses que he estado he visto muy pocos policías, no te controla nadie, porque en definitiva también hay una responsabilidad que se deja en las personas. Hay personas que toman más riegos que otras, es cierto, pero se confía más en la ciudadanía y la gente tiende a cuidarse.
-¿Cuál debiera ser el énfasis de los mensajes de la autoridad?
-Promover el mensaje de que, aunque me vacune, igual me puedo contagiar, y contagiar a otros que no se han podido vacunar todavía. Pero también los efectos secundarios. De eso se ha hablado poco y en los medios se ha presentado más como reality show. Eso le baja importancia al tema. Quienes saben de esto es por interés propio, viendo los medios. Debiera haber una campaña, porque el conocimiento de esto le va a permitir a la gente crear conciencia de que el virus todavía está vigente, y por harto rato. Es importante que adaptemos nuestro estilo de vida a estas condiciones que nos van a acompañar por harto tiempo. Porque cuando vivimos bajo una expectativa que en definitiva no se va a cumplir, eso que de que vacunándonos vamos a poder hacer lo que hacíamos antes, cuando eso no se cumple, lo que genera en la persona es una sensación de frustración muy grande, porque están depositados sus sueños en ese elemento que no se cumple.
"Quienes tienen mayor peligro de contaminarse son los que tienen que ir a trabajar, que son los más jóvenes, pero que son los que hoy están ocupando las camas críticas". "Estancar el país es una decisión dura, difícil de tomar y que implica costos económicos que el Gobierno no ha querido asumir y en parte no se ha podido".