Camas críticas
Según lo informado por el Ministerio de Salud, doce regiones del país disminuyeron sus casos de contagios por COVID-19 en la última semana. Sin embargo, la ocupación de camas críticas se mantiene por sobre el 95 por ciento.
¿Se ha logrado dejar atrás el riesgo de "la última cama"? No. Hasta ahora, no hemos sabido que a alguien que necesite asistencia ventilatoria le digan que se vaya a su casa pues no hay camas. Aquello no ocurre de esa forma, sin embargo, desconocemos la cantidad de personas que ha tenido que ser "hospitalizada" en servicios de urgencias, ni cuántas horas han permanecido ahí a la espera de una cama en UCI o en Sala. Es probable que ante la escasez de camas, se haya debido apresurar el alta de pacientes, extremando cuidados domiciliarios, con el afán de liberar camas. Esas condiciones se van a mantener por algunas semanas más, por lo menos hasta que no baje considerablemente la positividad.
Hoy, estamos viendo las repercusiones del alza de casos de 14 días atrás. La ocupación se mantiene en nivel de saturación del sistema, alcanzando un promedio semanal sobre el 95%, aun cuando la reconversión de camas ha superado largamente la oferta del año pasado. De acuerdo al último informe I-COVID, el porcentaje de ocupacio´n de camas UCI con pacientes COVID, sigue en aumento sostenido desde diciembre de 2020, alcanzando un 76,7% promedio a nivel nacional (74,7% la semana pasada, y 72,3% hace dos semanas).
Claudio Olmos, académico Facultad de Medicina U. Andrés Bello
Re-creando a niños y niñas
Año a año mueren alrededor de 2,8 millones de personas producto de enfermedades asociadas a la obesidad. Según la OCDE, Chile ocupa el 2º lugar del ranking con mayor sobrepeso y obesidad, alcanzando un 74% de la población adulta. Los resultados son preocupantes de acuerdo con la situación pandémica que nos aflige y su incidencia para sobrellevar las complicaciones asociadas al Covid 19.
Detrás de estas cifras, existe un punto de inflexión al cual debemos avocarnos con particular atención; la inactividad física de la población infantil, se concentra principalmente en los hábitos durante su tiempo libre. Algunos aluden a la televisión, las pantallas y las altas horas frente a un computador como un factor que incide directamente en la relación que tienen nuestros estudiantes con el medio externo. En contraparte, vemos en las calles una gran afluencia de personas durante la franja horaria deportiva, evidenciando una necesidad de esparcimiento, pero también un nuevo orden del que podemos aprovechar mucho más.
En el contexto de inestabilidad que vivimos como sociedad y con información variada e incierta de lo que nos depara para los próximos meses, resulta un desafío transformar nuestro presente. Aprovechemos entonces de darle un vuelco a nuestros hábitos y romper con la monotonía a la cual los estudiantes se ven expuestos.
Marcelo Chávez, UCEM
Evaluación online y honestidad
Aunque no es el único, uno de los desafíos complejos a los que nos enfrentamos los docentes al desarrollar nuestras clases en modalidad virtual es la implementación de estrategias evaluativas que contribuyan al aprendizaje y desarrollo de habilidades, según lo definido para cada sector y/o unidad de aprendizaje. Es un desafío que se presenta desde la educación de párvulos hasta la educación superior.
Son diversas las aristas que se deben considerar: ¿qué conocimiento podemos evaluar?, ¿cómo evaluamos habilidades?, ¿cómo controlamos o aseguramos que sea el estudiante quien responde la evaluación? o ¿qué recursos podemos utilizar para el diseño e implementación de la evaluación?
Lo primero que debemos resolver es tener la certeza de que es el estudiante quien desarrolla la evaluación. Si bien hay herramientas digitales tan sofisticadas con las lecturas biométricas, el controlar vía cámaras activas el trabajo del estudiante durante la evaluación, restringir vía claves de acceso, entre otras, resulta muy difícil este control, especialmente, con las deficiencias de conectividad que se presentan.
En la sociedad actual, hemos dado mucho énfasis al éxito personal y, en su búsqueda, podemos hacer lo que sea necesario, sin embargo, ello nos ha hecho olvidar, o relegar a segundo plano, valores como la responsabilidad, honestidad y probidad. Son valores relevantes, no sólo para el proceso educativo, sino como elementos centrales para la construcción de una sociedad con mayor equidad y solidaridad. Como es imposible controlar con plena certeza que el estudiante está resolviendo la evaluación, nuestro camino como docentes es formar a los jóvenes en valores. Si queremos que actúen honestamente, otorguemos confianza y responsabilidad.
Roberto Reinoso, USS