Correo
El valor social de la
productividad
CHace algunas semanas, el último Ranking de Productividad nos dejó una vez más muy mal parados, ubicando a Chile en la peor posición histórica: puesto número 44 dentro de 64 países medidos. Esta baja es sistemática desde hace ya más de 15 años, cuando logramos nuestra mejor posición en el puesto número 15.
Y es que la palabra "productividad" se ha asociado tan sólo a una elite que, pudiendo carecer de empatía, se refiere a ellas en términos meramente económicos. Si bien la Real Academia Española la define como "la relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.", lo cierto es que la amplitud de su posible impacto a nivel social lleva a la necesidad de reconsiderar su significación cultural, en tanto es a partir de la productividad que podemos desarrollar una serie de avances en materia social.
Si bien los empresarios y trabajadores parecieran ser los únicos protagonistas de la productividad, el Estado tiene un rol fundamental en la promoción del emprendimiento y la innovación, factores claves para mejorar la productividad y de paso el bienestar de la sociedad. Tal como señala Mariana Mazzucato en su libro "El Estado Emprendedor", el Estado debe apoyar aquellos emprendimientos que generen valor para los países.
Hoy estamos comenzando un proceso constituyente que nos regirá por las próximas décadas y sería de vital importancia agregar estos temas como elementos necesarios para poder competir en la nueva economía que se abre en el mundo a partir de emprendimientos de distintos tamaños, jugando en un mismo ecosistema. Si hacemos de Chile un país emprendedor, esto posibilitará que contemos con los recursos necesarios para que aquellos derechos que tanta falta hacen puedan verdaderamente estar garantizados. Pensemos en el real valor social de la productividad..
Alejandro Inzunza.
Confianza consumidores
Recientemente se dio a conocer el Índice Ipsos de Confianza del Consumir. El estudio arrojó que la confianza de los consumidores chilenos alcanzó 38,5 puntos en junio, aumentando 0,7 respecto al mes anterior. Este es el resultado más alto obtenido por nuestro país desde diciembre del 2019, en pleno estallido social. A pesar de esta alza, Chile se mantiene en una zona de pesimismo, ubicándose en el puesto 23 de 28 economías estudiadas. Sólo superamos a Hungría, Japón, Sudáfrica, Argentina y Turquía.
El escenario de pesimismo se ha mantenido aproximadamente desde junio del 2019, situación que se agravó por el movimiento social y la pandemia. Como país tenemos un desafío mayor, que es mejorar la percepción y confianza de la población. Para eso necesitamos políticas que apunten a incrementar la inversión y que promuevan la creación de empleo.
Se espera que en el mediano plazo y en función de la materialización de incentivos y mayor inversión pública y privada, estas cifras debiesen mejorar o mantenerse estables. Factores preponderantes son las elecciones presidenciales, así como también el funcionamiento de la convención constitucional. Pero no podemos negar que estamos en un escenario de incertidumbre que impacta en la confianza. El último período quedará marcado por una de las mayores pandemias de la historia y sus efectos sanitarios, culturales, sociales y económicos. Así, la incertidumbre ha marcado a fuego a la población, sobre todo respecto a las condiciones de salud, a las expectativas laborales, a la educación y a las condiciones económicas.
Aumentar la confianza de los consumidores depende de factores como la consistencia en aspectos económicos, políticos y sociales ante las transformaciones que están sulfurando nuestro país. Sabemos que generar, mantener y proyectar la confianza en los agentes económicos incentiva la consolidación de vínculos entre los sectores público, privado, academia y sociedad civil para la obtención de beneficios económicos (crecimiento), políticos (estabilidad institucional) y sociales (generación de capital social). Esto permite establecer nuevas políticas para la creación y/o puesta en marcha de proyectos de innovación e inversión que contribuyan a impulsar el desarrollo.
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Luis Felipe Slier Muñoz, USS
Alimentación para todos
Las recientes noticias entregadas por la FAO en torno a un crecimiento de la desnutrición a nivel global, el avance de los precios de los alimentos y la pandemia de la obesidad que vendría posterior a la del Covid-19, deberían alertar a autoridades y líderes de opinión.
Si bien Chile no ha sufrido grandes problemas de desnutrición, ya hay voces que advierten el avance que ha tenido el problema a nivel infantil. Un escenario que se podría agravar debido al alza en los precios de ciertos alimentos, como el pollo, el pan o los huevos, que distan de la realidad económica de la mayoría de las familias del país, llevando a suplirlos por otros de peor calidad. Esto podría repercutir y acrecentar la obesidad y sobrepeso que, de acuerdo a cifras de la Federación Mundial de Obesidad, sufren más de diez millones de personas en Chile.
Para hacer frente a estos problemas, debemos unir fuerzas, tanto el sector público como el privado, para que cada hogar de Chile pueda contar con una alimentación de calidad, ya sea a través de la entrega directa de beneficios, como impulsando políticas públicas que permitan asegurar una alimentación saludable y al alcance de chilenos y chilenas.
No dejemos que los avances de 50 años se diluyan por no ponernos en los zapatos de nuestros compatriotas.
Francisco Droguett, Sodexo