Correo
Día del Camionero
Cuando salí de cuarto medio, y hasta la mitad de mi vida universitaria, cada verano, durante dos o tres semanas, recorría el norte o el sur de Chile "mochileando a dedo". En esa época, se dependía absolutamente de la buena voluntad de algún conductor de camión que se apiadara de uno, se diera el trabajo de detenerse y nos permitiera viajar en la zona de carga, a veces vacía y otras medio llenas, ya sea de otros mochileros o cosas como algas, cueros de vaca y otros productos que de seguro no temían que nos lleváramos sin permiso.
Con mucha suerte y gracias a varias coincidencias, dos veces viajé en la cabina junto al conductor, en viajes desde Osorno y desde Puerto Montt hasta Santiago. En esos viajes me tocó cargar y descargar cientos cajas de latas de pescado, ayudar a cambiar un neumáticos, entender para qué servían los espirales que se conectan a la rampla, dormir en una litera del camión, desayunar y cenar en las "picadas de camioneros", pero por sobre todo, alcanzar a vislumbrar cómo la cabina es el espacio del conductor como para nosotros sería una habitación, escritorio u oficina y cómo los tiempos de viaje se viven en una dimensión absolutamente distinta de cuando uno conduce un automóvil.
Después de 15 años, la vida me llevó nuevamente a ser parte de ese mundo diseñando e implementando tecnologías para el transporte, conversar con conductores, dueños de camiones y ejecutivos de empresas transportistas, hacerme parte de sus problemas, ideas, preocupaciones y de un día a día cada vez más complejo producto de tres factores: exigencias de productividad sin precedentes, una delincuencia en aumento cada vez más violenta y un déficit de camiones y conductores como nunca se había dado en nuestro país.
Cada vez son menos los jóvenes que se incorporan como conductores al mundo del transporte, ya sea porque optan por otras alternativas como el trabajo más "libre" basado en las aplicaciones de entrega, o en rubros que ven más atractivos como la minería o porque definitivamente entraron a estudiar alguna carrera afín. Desde el gremio calculan entre 10 y 13 mil personas el déficit de conductores en Chile, lo que se suma a una lenta entrega de camiones nuevos por parte de los fabricantes - a causa de la pandemia- llevando al rubro al máximo de su capacidad por ya varios meses.
La innovación tecnológica, mayor penalización para los delitos al transporte, progresos en las condiciones laborales, aumento de la participación de mujeres y mejoras a la imagen de la actividad generando carreras técnicas de "Conductor Profesional" son algunas de las medidas que se están tomando en el mundo pues es un problema que afecta a todos, pero mientras tanto en cada desayuno, almuerzo o cena, en cada prenda que vestimos, en cada producto que utilizamos, dependemos de que alguien estuviera dispuesto a transportarlo, probablemente cansado, estresado y con miedo a ser asaltado, pero cumpliendo su imprescindible labor. ¡Muy feliz día a todos los camioneros!
Rodrigo Serrano, Wisetrack Corp
Marcas
Las marcas son como los seres vivos: nacen, crecen, evolucionan y deben encontrar la forma de adaptarse a su entorno para lograr persistir. Esto fue justamente lo que pasó con el sorpresivo anuncio de Nestlé. Probablemente, hasta ahora nadie se había cuestionado el nombre de la icónica "Negrita", pero la empresa decidió cambiar el nombre de la marca a "Chokita" a partir de octubre. Automáticamente, las redes sociales se llenaron de memes en respuesta al cambio e incluso, desató el cuestionamiento a los nombres de otros productos históricos.
"(Chokita) Es el resultado de una evaluación que busca identificar conceptos que pudieran considerarse inapropiados a la luz de la mayor conciencia sobre las marcas y su lenguaje visual respecto del uso de estereotipos o representaciones culturales" detalló Nestlé sobre la actualización, lo cual considerando que la marca tiene 60 años en el mercado, responde de buena manera a los cambios socioculturales de la sociedad chilena. Pero ¿por qué no incluir a los principales involucrados en la decisión? Los consumidores.
En estos tiempos, la transformación de las marcas va conectada con la sociedad y lo que estas necesitan día a día. Esto trae consigo el desafío de incluir a los usuarios en la conversación para generar mayor cercanía y compromiso con la comunidad, y al mismo tiempo, crear una excelente oportunidad de recordación de marca y ventas.
Las marcas se enfrentan a usuarios cada vez más exigentes y alertas a cualquier estímulo gracias a la inmediatez tecnológica. Por esto, no solo es necesario que los productos y marcas estén acorde a los tiempos que vivimos, desde una mirada más sostenible y humana, también debemos entender la transformación como un aporte para la comunidad.
Ariel Jeria, gerente general de Rompecabeza