Eladio Vicuña y su proyecto de evangelización
Monseñor Eladio Vicuña Aránguiz (Santiago 1911 - Santiago 2008), tercer obispo de la Diócesis de Chillán, quien observaba hacia 1957, la precariedad evangelizadora de su diócesis a dos años de haber asumido tan importante rol desde el año 1955.
En Chillán, a este obispo le correspondió terminar las obras de construcción de la Catedral, la cuales había iniciado su antecesor Jorge Larraín Cotapos (Santiago 1887 - Santiago 1955), tras la destrucción de la anterior, en el terremoto de 1939. No obstante, a toda esa reparación material que ya era bastante trabajo, se agregaba el hecho de que él estaba consciente que había una misión mayor que realizar, como era construir también la iglesia espiritual de la diócesis.
Ñuble en ese entonces, carecía de seminaristas, pues hacia 1957 el obispo solamente había logrado ordenar a unos seis sacerdotes. Fue entonces, cuando programó un viaje a Roma, entre febrero y abril de 1958, ausentándose de Chillán con un claro propósito, para hacer escala en Madrid, Burgos, Salamanca, Valencia, entre otras ciudades españolas, con la finalidad de buscar seminaristas con vocación de misioneros, para que vinieran a estos confines del mundo a evangelizar la agraria provincia de Ñuble, bañada por los ríos Itata, Chillán y Ñuble.
El propósito del obispo era llegar a un número de unos 25 sacerdotes, más unos seis extranjeros de la Orden de Maryknoll, sumados a unos quince religiosos entre franciscanos, mercedarios, dominicos, carmelitos y trinitarios, para abarcar los principales pueblos de la diócesis. Fue así, como en su misión española, logró atraer voluntades. La mayoría de ellos los conocimos en la década del setenta y siguientes: José A. Ortega, Andrés Lacalle, José Luis Ysern, Bernardino Duque S., Juan Luis Ysern, José Alonso, Guillermo Eiris C., Vicente López C. y otros.
El Padre José Antonio Ortega (Burgos 1937 - Chillán 2019) le recordó así en una página de sus escritos: "…en la semana previa a la semana santa apareció en el Colegio Mayor de San Carlos de Borromeo de Salamanca, un obispo de Chile, demandando tribuna para seminaristas (más de 300) de todas las diócesis de España y se le ofreció la Capilla, al tiempo de la Meditación de la Santa Misa a las 6:30 a.m. Me tocó atenderle directamente en el altar y sacristía, pues yo era maestro de ceremonias…Su oratoria era agradable, chocante en giros y figuras…sin duda de gran fuerza en la invitación a seguirle, a ayudarle, a viajar a Chile con él…". El Padre Ortega, le dejó claro en la Sacristía, al obispo chileno, que él no se atrevía a irse de misionero. Sin embargo, más tarde se enteró por el rector de su Seminario, en que cursaba tercer año de Teología que, en una lista de diez seminaristas del Colegio S. Carlos Borromeo le habían señalado dos nombres: José Antonio Ortega y José Luis Ysern.
Desde Salamanca, el obispo Vicuña, continuó viaje a Burgos, donde celebró las ceremonias de Jueves Santo, la Misa de Óleos en la Catedral con más de 400 sacerdotes y además viajó a Valencia para conseguir el permiso de José Luis Ysern.
Alicia Romero Historiadora