Septiembre es el mes en el que reviven las tradiciones chilenas. Y una de ellas, que por cierto toma fuerza justamente con la llegada de las primeras brisas primaverales, es el juego de encumbrar volantines.

Se trata de una actividad popular cuya práctica se masifica durante Fiestas Patrias, donde es posible ver los cielos adornados con múltiples y coloridos volantines de papel y otros materiales.

Sin embargo, si bien esta es una sana actividad de esparcimiento familiar, su práctica de manera irresponsable reviste algunos riesgos para la seguridad de la población, por lo que es necesario llamar a ejecutarla de manera segura.

En ese contexto, la empresa distribuidora de electricidad, CGE, en conjunto con el municipio de Temuco, realizó una campaña tendiente a informar a la comunidad sobre los peligros que implica elevar volantines cerca del tendido eléctrico, toda vez que el hilo utilizado para encumbrar los cometas podría electrificarse al hacer contacto con los cables, especialmente si se utiliza hilo curado, el que, además, se halla prohibido.

Este último se trata de un hilo común al que se le adhiere, a través de pegamento, polvo de vidrio molido, por lo que se transforma en un peligroso elemento que puede cercenar extremidades y cortar partes blandas del cuerpo de una persona, además de generar una falta de continuidad de suministro eléctrico, afectando con ello a los adultos mayores y electrodependientes.

De ahí que sea necesario que las familias tomen conciencia a la hora de salir a elevar volantines, toda vez que su práctica irresponsable, en lugares no aptos para ello y utilizando elementos prohibidos, puede desencadenar una tragedia de proporciones. Más cuando esto es absolutamente evitable si se toman en cuenta las recomendaciones de la autoridad y el sentido común.

De ello dependerá que estas Fiestas Patrias solo dejen buenos recuerdos en la memoria y no sean el detonante de un accidente.

Recientemente ha sido publicada la tradicional encuesta del CEP (www.cepchile.cl), la que es esperada con expectación por moros y cristianos, pues se considera que es una buena radiografía del acontecer nacional para orientar las necesarias proyecciones de políticos y autoridades, en el contexto de pandemia, de plena elaboración de la constitución y en el espinudo problema de las elecciones de noviembre, entre las que destaca la de Presidente de la República.

Es interesante destacar que la percepción que cada uno tiene respeto a su propia situación es mejor que la que se tiene respecto a la del país en su conjunto. Siendo ambas, en todo caso, mejores que la que se tenía en diciembre de 2019, fecha del anterior muestreo. Asimismo, los problemas a los que se estima que el Gobierno debería abocarse con mayor diligencia a su solución son la delincuencia, las pensiones y la salud. El problema del Covid19, por cierto ausente en el anterior muestreo, tiene una incidencia mínima, levemente superior al problema de los derechos humanos y de la inmigración, que refleja lo que es una constante en nuestro país individualista, en que solo se constituye como problema lo que afecta directamente a la persona involucrada o su entorno inmediato.

Respecto a las instituciones que dan más confianza, en primer lugar están las Universidades, ausentes en anteriores muestreos, a la que la sigue la Radio. Y en los dos últimos lugares el Congreso y los partidos políticos. Las Iglesias, en una expectante mediana, siendo levemente superiores las evangélicas a la católica.

En cuanto a la forma de gobierno, se mantiene la percepción de que la democracia es preferible a cualquier otra. Incluso frente a la pregunta de si un gobierno autoritario, en determinadas circunstancias pudiera ser más adecuado, su preferencia es muy baja. Eso se mantiene incluso en la capacidad que se tiene en su capacidad para resolver los problemas del país a 5 años, en que alcanza a 70 %. (65 % en dic'19). Esta confianza en la democracia, ciertamente debiera expresarse espontáneamente en el acto que por definición la expresa más claramente, como es el ejercicio del voto. Esto desgraciadamente no ha sido así, es por ello que vemos con confianza la discusión que se está llevando a cabo en el Congreso para restablecer el voto obligatorio.

Finalmente es digno de destacar el espíritu que se prefiere en los convencionales constituyentes en que se privilegie la búsqueda de acuerdos, aunque ello implique ceder en las propias convicciones. Es decir, el entendimiento por sobre el enfrentamiento.

Guillermo Stevens M.

Diácono Obispado de Chillán

En octubre de 2019, un extenso reportaje en la revista The Economist anunciaba "El Fin de la Inflación". La independencia de los bancos centrales y el uso de la política monetaria basada en metas de inflación permitió que, a partir de los años noventa, la mayoría de los países desarrollados y algunos en vías de desarrollo -como Chile- pudieran controlarla, al punto que se sugería que "había perdido significado como indicador económico". De hecho, en algunas economías industrializadas como Japón, el mayor problema parecía ser la deflación (caídas en el nivel de precios).

Poco más de un año más tarde, en diciembre de 2020, la misma revista se preguntaba en su portada: "¿Retornará la inflación?". Una pregunta similar se hacía el periódico Financial Times en mayo de este año. Es evidente que la inflación está de vuelta en los debates de política económica en todo el mundo y Chile no es la excepción.

Durante más de un siglo, la inflación fue uno de los problemas centrales de nuestra economía, al punto que era un caso de estudio a nivel mundial. Theodore Shultz, Premio Nobel de Economía en 1979, señalaba en 1956 que, "El PIB en Chile puede bien estar un cuarto o un quinto por debajo de lo que se esperaría dados los recursos del país si no fuera por su inflación crónica y la mala asignación de los recursos".

A mediados del siglo XX, la reducción de este indicador era una de las promesas clásicas en periodo de campañas electorales, cada nuevo gobierno intentaba establecer programas explícitos para reducirlo (por ejemplo, la misión Klein-Sacks), sin que ello tuviera impacto más allá de uno o dos años. Es así como, entre 1931 y 1970, en Chile alcanzó un promedio de 23,5%.

Sólo a partir de 1990 Chile inicia un camino de reducción de la inflación. Sin duda, la autonomía del Banco Central (establecida en su Ley Orgánica Constitucional de 1989), ha sido un factor muy relevante en este éxito. Su mandato es claro: "Velar por la estabilidad de la moneda…". ¿Los resultados? Desde 1994, nuestro país no ha vuelto a presentar un crecimiento anual de los precios superior al 10% y la inflación promedio en la última década alcanza un 3,1%.

Hoy, nuevamente la inflación aparece en el radar de los problemas económicos. La decisión del Banco Central de enfrentarla con un alza de la tasa de interés de política monetaria ha sido objeto de fuertes críticas en algunos sectores .

El Banco Central no es infalible. Sus decisiones, pueden (y deben) ser criticadas y analizadas. Sin embargo, empezar a suponer motivos ocultos y teorías conspirativas en sus decisiones y minimizar los costos y riesgos que implica un alza en la inflación, solo contribuyen a socavar la confianza pública en una institución que ha mostrado en los hechos ser sumamente exitosa en su misión, y que ha permitido que para las generaciones más jóvenes la inflación sea similar a la viruela: una enfermedad olvidada. No arriesguemos un rebrote de esta enfermedad que tanto daño causó a Chile.

Gonzalo Islas Decano Facultad Ingeniería y Negocios UDLA