Clases presenciales
Los sostenedores deben tener los establecimientos escolares a disposición de las familias que deseen el retorno de sus hijos. Un estudio realizado en Chile por la ONG Educación 2020, reveló que el 44% de los alumnos encontraba aburridas las clases a distancia.
Se calcula que más de 1.500 millones de estudiantes tuvieron que optar por las teleclases en todo el mundo, debido a la pandemia del covid 19 que se declaró en marzo de 2020, por lo que los países tuvieron que afrontan un escenario sin precedentes, con los colegios y universidades cerrados y con la incorporación de clases a distancia. Sin embargo, de a poco se ha ido recomponiendo el tejido social que implica la comunidad educativa.
La ONU ha señalado que hemos estado ante la disrupción educacional más grande de la historia, con escuelas que debido a la pandemia se mantuvieron cerradas en más de 160 países, una medida que ha afectado la vida estudiantil de niños y jóvenes, quienes han visto interrumpida su formación, y si bien la educación se ha realizado a distancia, han quedado muchos alumnos atrás.
Un estudio realizado en Chile por la ONG Educación 2020, reveló que el 44% de los alumnos encontraba aburridas las clases a distancia y que aprendía poco o nada, lo que resalta la importancia de la presencialidad.
El Ministerio de Educación ha señalado que ante la nueva realidad del Plan Paso a Paso, con menos contagios debido al avance del programa de vacunación contra el coronavirus, que ha incluido a niños y jóvenes, los sostenedores deben tener los establecimientos escolares a disposición de las familias que deseen el retorno de sus hijos.
De acuerdo con la Unesco, es prioritario que las autoridades educativas, tomadores de decisiones en salud y servicios sociales básicos, así como administradores, directores y docentes, emprendan la planificación para el retorno a clases presenciales con miras a fortalecer los sistemas educativos de conformidad con las condiciones sanitarias adecuadas de cada nación. Este proceso es fundamental para los más vulnerables, quienes antes de la pandemia ya estaban fuera de la escuela o en riesgo de abandonarla, y para aquellos más marginados por razones de pobreza, discapacidad o residencia en zonas rurales muy distantes.