"Echo de menos una definición política del futuro presidente frente al proceso constituyente"
El exministro reconoce errores, peleas y disgustos en la Convención, pero asegura que se está volviendo "razonable". Dice que sería un error histórico que el futuro mandatario quisiera "llevarse la Constitución a La Moneda" y asegura que no ha visto a su sector "saltarse las reglas o pretendiendo cambiar el mandato ciudadano", pero a la izquierda sí.
Esta semana se conoció la primera propuesta de contenido que discutirá la Convención Constitucional: el derecho a una vivienda digna, un concepto que deberá aterrizarse en el proceso constituyente y que el próximo Congreso deberá convertir en leyes y normas. Era sin duda un hito muy esperado ver cómo se irán plasmando uno a uno los derechos sociales en la propuesta de Carta Magna, y si estos sintonizan con las demandas ciudadanas.
El constituyente Cristián Monckeberg es un rostro y nombre conocido. Ha estado en la política desde 1989, cuando fue electo presidente de la juventud de Renovación Nacional, siendo luego concejal en Ñuñoa, diputado y ministro de Estado de tres carteras en el actual gobierno de Sebastián Piñera. Desde la centroderecha se ha destacado durante los últimos meses por ser una voz que defiende el trabajo de la Convención Constitucional y que la valora públicamente.
-No es fácil definir el concepto de "vivienda digna". No todos entienden lo mismo. ¿Cómo se hace para consensuar una definición de un derecho que puede tener varios matices?
-Un proceso constituyente se tiene que basar en el diálogo, independientemente de que alguien haya ganado las elecciones. Hay mayorías de un sector y otros minoritarios, pero esa es una situación puntal que cambia en la medida que van cambiando las elecciones y que la ciudadanía va tomando decisiones distintas. Pero el diálogo no solo significa hacer valer mi postura porque es la mayoritaria, sino que evidentemente hay que tratar de recoger iniciativas de todos los sectores y esa es una buena manera de construir una buena Constitución. Luego, cada uno irá votando y viendo si está de acuerdo o no. Para eso es el trabajo en comisiones, para esos matices, para eso es la escucha de expertos, porque nadie sabe de todo, y para eso es el debate. También para eso es el proceso de participación ciudadana. Es clave para ir tomando definiciones como la que estamos conversando.
-Usted fue parlamentario y ministro. Por lo tanto, le tocó mucho debatir y dialogar con fines legislativos. ¿Es muy distinto el diálogo en un grupo donde la mayoría no tiene trayectoria política tradicional?
-Me ha tocado estar en el Parlamento, ser ministro de Estado en tres carteras e incluso me tocó presidir un partido, que creo que no hay pega más compleja que esa, y hoy en la Convención Constitucional te puedo decir que nunca me había tocado vivir nada similar o parecido a esto, porque es una relación absolutamente horizontal, donde hay personas que representan realidades y vivencias muy distintas unas de otras. Ahí está Chile presente, directamente, con paridad, con pueblos indígenas, con representantes de diferentes sectores, de diferentes ideas políticas y de la sociedad, y yo creo que lo que lo caracteriza son dos cosas que me han sorprendido. Una es la generación de confianzas a partir de cero, porque en julio partimos en cero, con desconfianzas altísimas, y a través del conocimiento y de escucharse eso ha ido mejorando muchísimo. Y dos, la horizontalidad, el que nadie se sienta superior a otro. En la Convención yo no soy el constituyente Monckeberg, soy
"No he visto la campaña presidencial instalada en la Convención (...) pero sí es importante qué actitud van a tomar los que vayan a gobernar en un par de meses (...) Yo esperaría que su intención sea colaborar, no interferir".
Monckeberg valora que la convención sea diversa y dice que nunca le había tocado trabajar en un grupo así. Asegura, además, que nadie quiere que la instancia sea un fracaso.
Cristián; no hay constituyente Valenzuela, hay Paulina; y eso, aunque suene muy cotidiano, genera una horizontalidad y un trato distinto para enfrentar los problemas.
-Hay otro lenguaje, alejado del tradicional político.
-Otras edades también, los mayores tienen 80 años y los menores están en los veintitantos. Nunca me había tocado vivir algo similar, y además paritario, con escaños reservados, que nunca han estado en la toma de decisiones del país. Por lo tanto, es de una riqueza invaluable. A veces uno se conecta más, otros son más optimistas, otros menos optimistas, hay peleas como en cualquier lado, pero es un desafío el poder sacar adelante y se ha ido logrando. Pero a mi juicio el proceso ha ido más en un camino correcto que incorrecto. Ha habido peleas, enredos, molestias, declaraciones malas que han existido y van a seguir existiendo, y se han cometido muchos errores, pero se ha ido viviendo un proceso razonable.
-¿Ha ido creciendo su optimismo a medida que ha pasado el tiempo?
-Yo siempre fui optimista frente a este proceso, porque creo que el país requería tener estos debates. Hay que mirar la historia. Cuando uno está en la función pública tiene asesores, economistas, abogados, cientistas políticos y me acuerdo que un amigo me decía que también son clave los historiadores, porque la historia se repite y porque de ella se aprende. Chile ha tenido momentos constitucionales cada 60 o 70 años y siempre los antecede una crisis, y se ha sabido salir adelante y ha habido generaciones que frente a crisis que se han vivido en nuestro país, como la Guerra Civil, han sido capaces de conducir el carro de buena manera. A esta generación nos tocó eso ahora. Una crisis, angustia, abuso, molestia, indignidad y un montón de otras situaciones, nos llevaron a lo que todos conocemos y hoy hay un proceso que hay que conducir y ante esto tenemos dos opciones: o escondemos los problemas debajo de la alfombra o los enfrentamos. Y yo prefiero lo segundo y enfrentarlos con optimismo, entendiendo que va a haber problemas, que no todas las posturas que me gustarían van a estar presentes. Yo no concibo y no vi a nadie diciendo que íbamos a trabajar para que hubiera un rechazo en el plebiscito.
-Ha habido voces desde su sector y dentro de la Convención criticando lo hecho. Incluso se ha planteado que hay una campaña para que no avance.
-Mira, yo no he visto a nadie que apueste por el fracaso de la Convención. Claro, se han cometido errores, pero hay que asumir los errores y ha habido muchos de declaraciones, de actitudes, como lo de Rodrigo Rojas Vade (convencional que mintió respecto de su enfermedad). Pero yo no he visto a nadie que apueste por el fracaso, por lo menos en mi sector, y creo que hay una parte de la izquierda que se equivoca, generalmente desde el punto de vista comunicacional, pero se equivoca al decir que el otro sector es el que está bloqueando, el que está torpedeando, cuando ni siquiera tenemos la mayoría para hacerlo.
-Lo escucho y tiene una mirada positiva del trabajo convencional, pero escucho a Marcela Cubillos o Teresa Marinovic y dicen todo lo contrario.
-No, no…
-¿No siente que hay dos miradas contradictorias en la derecha?
-Mira, se podrá decir de los nuestros que son más críticos, que han sido más duros, pero no he visto a nadie de nuestro sector saltarse las reglas, o pretendiendo cambiar el mandato ciudadano, y eso sí lo he visto en la izquierda. Evidentemente que cuando las cosas se hacen mal hay que indicarlas, pero eso no significa que no esté de acuerdo en sacar adelante el proceso constituyente. Todos los y las constituyentes están estudiando y tratando de hacer de la mejor manera su trabajo. Partamos de un predicamento, las elecciones las ganó la izquierda. La ciudadanía le dio un mandato fuerte a la izquierda para el proceso constituyente y a nosotros nos dio uno de minoría y sobre la base de eso debemos comenzar a trabajar y construir.
-Se habla mucho de las dos almas de la derecha. ¿Usted lo cree así?
-En todos los sectores políticos hay estilos y énfasis distintos. Nadie me puede decir que la izquierda no tiene diferentes visiones, miradas, énfasis respecto de lo que consideran lo correcto para el desarrollo del país. En nuestro sector pasa exactamente lo mismo, si no seríamos un regimiento. Entonces, parto por desdramatizar que existan dos, tres, cuatro grupos dentro de la Convención que representen ideas de centroderecha. Como también hay cuatro, cinco o seis grupos que representan ideas de izquierda y no todas piensan lo mismo. Evidentemente para las grandes definiciones se producen alineaciones y votaciones más o menos similares, pero yo creo que lo más normal y lógico es que existan estos diferentes grupos porque permiten mayor coordinación, mayor oxigenación, permiten mejores y más ideas sobre la mesa. Son estilos distintos y, por lo demás, si no fuera así tendríamos un partido único y nunca lo hemos sido.
-¿Afecta a la Convención que en paralelo corra una disputada carrera presidencial?
-No he visto la campaña presidencial instalada en la Convención. Hay trabajo más que suficiente en la Convención como para distraerse con la campaña presidencial. Todos los constituyentes han sido prudentes, porque además no hay tiempo. Pero otra cosa que sí es importante es qué actitud van a tomar los que vayan a gobernar en un par de meses. Yo espero espero que cualquiera que gane vea en el proceso constituyente algo que le va a dar estabilidad al país y que contribuya a eso, porque además ese gobierno va a tener que implementar lo que se vaya resolviendo.
-Los candidatos prácticamente no han hablado del tema.
-Yo echo de menos eso. Echo de menos una definición política del futuro presidente o presidenta de Chile frente al proceso constituyente, porque van a asumir en marzo, cuando queden tres meses de trabajo. Yo esperaría que su intención sea colaborar, no interferir. Interferir, llevarse la Constitución para La Moneda a mi juicio sería un error histórico. Lo que requiere la ciudadanía hoy es el cambio, pero también estabilidad. Y esa estabilidad la tiene que dar el proceso constituyente, pero el Gobierno también. Yo creo que a este gobierno al principio le costó acomodarse, mi gobierno, del cual formé parte, y a todos nos costó. Pero hoy se ve una relación madura, institucional, de respeto recíproco, y que ha ido caminando de muy buena manera. Recordemos cómo partió y cómo está ahora la relación Gobierno-Convención. Esa es la actitud que debe tener el que venga.
-¿Cómo evalúa a la mesa?
-Yo creo que hay luces y sombras. En lo administrativo, bien, porque literalmente partimos en un jardín, con una desconfianza brutal, con pandemia y desde la nada tuvimos que empezar a sesionar, conocernos, elaborar un reglamento, confiar en un secretario. Y todo eso lo indujo fuertemente la mesa y eso hay que reconocerlo. En lo administrativo ha cuajado bien. Pero yo creo que en lo político y en lo que dice relación con participación ciudadana, involucramiento de la ciudadanía, estamos todavía al debe. Creo que la mesa tiene que hacer un esfuerzo mayor para provocar el diálogo, el entendimiento y generar relaciones políticas que permitan ir tomando definiciones que generen mayoría. La mesa tiene que jugar un rol ahí. No solo de árbitro, sino que tiene que contribuir a que el proceso termine bien. Y también creo que se está al debe, y hay que empujarlo fuertemente, en cómo involucramos a la ciudadanía en la constituyente. Porque todos hablamos de participación y sabemos de algunas medidas que se están implementando, pero yo creo que se requiere mucho más músculo y fuerza en empujarla.
-¿Qué tema le gustaría priorizar?
-Yo aspiro sinceramente a que comencemos a conversar desde ya sobre un estado regional, con una descentralización efectiva no solo en lo administrativo, como es hoy, sino también en lo político y en lo fiscal. Cuando digo político digo ¿qué tiene que hacer un delegado presidencial compartiendo funciones con un gobernador que lo elige la gente? Evidentemente, debe haber cierta economía fiscal para que ciertos impuestos se cobren y queden en las regiones. Y esto debe ir de la mano con gobiernos locales fuertes, con mucha democracia directa. Hay que empoderar a la ciudadanía para que ayude a tomar mejores decisiones en su comuna. Hay que dar un paso profundo en manera de descentralización, porque esto es como el cuento del tío, todos lo dicen, pero no se concreta. Esta es una tremenda oportunidad para hacerlo.
"Creo que la mesa (de la Convención) tiene que hacer un esfuerzo mayor para provocar el diálogo, el entendimiento y generar relaciones políticas que permitan ir tomando definiciones que generen mayoría".
"La descentralización debe ser efectiva también en lo político. Cuando digo político digo ¿qué tiene que hacer un delegado presidencial compartiendo funciones con un gobernador que lo elige la gente?".