"Siempre nos acordamos de la niña del gong en Juan Fernández, y decidimos buscarla"
Un podcast donde Martinna Maturana contó su heroica acción del 27-F en la isla la llevó a narrar en primera persona, ahora con 23 años, lo que ocurrió esa madrugada de 2010. La creación audiovisual la patrocina la ONU y fue presentada ayer.
De las historias que se conocieron a propósito del terremoto del 27 de febrero de 2010, una de las más recordadas es la de la Martinna Maturana, la niña de 12 años que en la isla Juan Fernández tocó el gong de emergencia que advirtió a los habitantes del pequeño poblado que un tsunami venía en camino. Esa madrugada, en vez de correr hacia el cerro, Martinna volvió para dar la señal de alarma cuando ya el mar devoraba el villorrio. Esa acción significó salvar muchas vidas.
La historia llamó la atención de productores audiovisuales, la Organización de Naciones Unidas (ONU) y sus brazos Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y Undrr (Oficina de Reducción del Riesgo ante Desastres), que patrocinaron la creación de un corto animado con la historia de Martinna y su familia, que fue lanzada este jueves en el marco del Día Mundial de Concientización de Tsunamis, y que pronto estará disponible en www.tsunamigirl.org.
El productor del trabajo, Emiliano Rodríguez Nuesch, cuenta desde Argentina que la idea surgió "cuando hace un año y medio hicimos un podcast sobre el rol de los ciudadanos en las situaciones de desastres, sobre participación ciudadana. Nos pidieron otra historia de alguna mujer que hubiera ocupado un lugar importante en la respuesta de un desastre y siempre nos acordamos de la historia de Martinna Maturana, la niña del gong en la isla Juan Fernández. Decidimos buscarla por las redes, entramos en contacto y la entrevistamos una madrugada para un podcast, a la misma hora del tsunami. Fue una historia que nos emocionó y nos quedaron muchas ganas de darle un apoyo visual. Pero por varias razones hacer un video era difícil, imagínate lo que es representar un tsunami, viajar en pandemia y también particularmente cómo la filmamos a ella de niña, si ya tiene 23 años. Entre las limitaciones y el paso del tiempo y la distancia, se nos ocurrió que la animación era el mejor lenguaje para acompañar una narración tan, tan potente, emocionante y rica como la de Martinna".
-¿De qué modo te toca a ti la historia de Martinna?
-De muchas formas. La primera, que es importante estar conectados y ser proactivos ante situaciones de amenazas o peligros. Es una historia única de participación ciudadana que es lo que quisiéramos que ocurra en todos los lugares donde hay desastres. Porque siempre dependemos de las políticas, de los sistemas de aviso o alerta temprana, pero aún así, aunque todos esos sistemas funcionen, si los ciudadanos y las personas no tomamos actitudes responsables y proactivas y no nos cuidamos los unos a los otros, el impacto es mucho mayor. Lo particular es que en este caso la que toma esa iniciativa es una niña. Es una historia súper linda de empoderamiento femenino de una niña que cuando se dio cuenta de que no alcanzaba a avisarles a todos sus amigos y a sus vecinos, optó por ir a tocar el gong, porque una vez había escuchado que lo tocaban cuando había un incendio. Ella, en el medio de la noche, en vez de salir corriendo, con su madre fueron a tocarlo para avisarles a todos.
-¿Qué te llamó la atención de Martinna?
-Mira, los sobrevivientes son grandes narradores. Uno se pregunta cómo es que logran aprender a contar historias así. Tal vez porque la contaron muchas veces o porque lo que vivieron es único, pero también porque es parte de un proceso de cicatrización y de catarsis. Hay dos cosas que nos dijo Martinna, bien emocionantes. Una, que es la primera vez en todos estos años que da una entrevista o que cuenta su historia siendo parte del proyecto. Eso es muy lindo, porque la historia de ella se contó muchas veces, pero no se dice que es la primera en que participa del armado. La segunda, que en su perspectiva ella vuelve a verse representada en un animé, en una película de animación, y está orgullosa de lo que hizo. Eso también es muy hermoso. Ver que lo que hizo fue importante y que, aunque pase el tiempo, sigue teniendo valor, y que ojalá a través de la animación sirva para seguir educando, que es un interés que ella también tiene: que la información les llegue a otros niños.
-También es una historia que confirma que muchas veces la realidad supera la ficción.
-Yo trabajo haciendo comunicación de riesgo y en todos los proyectos en entornos afectados por desastres hay historias extremas. Nos hemos encontrado con otras que siempre que podemos intentamos contarlas. El proyecto "Tsunami Ladies", por ejemplo, cuenta la historia de Chile y Japón conectados a través de tsunamis, que cuando se lo dices a otras personas, no lo creen hasta que lo ven. Ese es un evento físico, pero también hay otro episodio de otra serie que conecta a una mujer japonesa dueña de un restorán, que en el tsunami no sólo perdió el local, sino que perdió la boya que tenía de letrero y que había sido de su marido, que había sido pescador. Perdió todo y al año la llamaron desde Alaska, a 6.500 kilómetros, que habían encontrado su boya y se la querían devolver. En ese momento ella se imaginó a su marido cruzando el océano viniendo a ayudarla y decide reabrir el restorán. Es otro ejemplo de una historia que si se le ocurre a un guionista, parece de una ficción extrema, y la realidad es que la mujer la recuperó. Son historias extremas, como la de Martinna, que vale la pena contar.
-¿Los héroes sienten que hicieron algo heroico o lo naturalizan?
-Los desastres se cubren siempre desde una forma reactiva, con el foco en lo malo, en la destrucción y las cosas que fallaron. Pero también hay una dimensión de acercamiento, de ayuda, de estos héroes anónimos, de vínculos nuevos, aprendizajes, aunque sea a través de un impacto. Esas historias no terminan ocupando tanto espacio, porque hay mucha gente que se tiene que ayudar unos a otros para sobrevivir, y afloran un montón de instintos de supervivencia y herramientas y heroísmos. La narración y los documentales tienen la posibilidad de ponerles una lupa ahí y darles visibilidad y celebrarlos. Hay gente que sí está preparada y otros que reaccionan con su instinto. Las dos son importantes.
En este caso al final del corto Martinna lo dice: "Todavía no éramos conscientes de todas las personas que se habían salvado". Sí, fue corriendo a hacer sonar el gong para que la mayor cantidad de gente supiera qué venía, pero también iban a los gritos casa por casa y la historia intenta transmitir ese dramatismo que en cinco minutos recorre todos los estados de ánimo: la alegría de una niña que está con los amigos viendo la Luna, la tranquilidad de llegar a la casa y ver que los papás están viendo el Festival de Viña, irse a dormir, la curiosidad o el susto de sentir un temblor, después todo el miedo de ver el mar tan revolucionado y toda la adrenalina de ver, y correr y correr, y subir, y pensar que habían perdido al padre. Luego, el reencuentro con él.
"Los sobrevivientes son grandes narradores. Uno se pregunta cómo es que logran aprender a contar historias así".