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Celebraciones de fin de año
En el segundo año de la pandemia y ad-portas de las celebraciones de fin de año, nos encontramos frente a un escenario un poco más auspicioso, con disminución en las cifras de los contagios por COVID-19, una merma en el agravamiento de la enfermedad, menos casos de fallecimientos y la lamentable llegada de la nueva variante Ómicron. También nos acompañan escenarios sociopolíticos de alta contingencia, como el trabajo de la Asamblea Constituyente, la segunda vuelta y noticias en torno al cambio climático.
Sin duda, todas estas aristas forman parte del contexto global que han acompañado el cotidiano de cada uno y que pueden sumarse a diversos acontecimientos y estresores previos, impactando en nuestras emociones.
Al acercarnos a la finalización de 2021 nos encontramos con los ritos más anclados en nuestra cultura, como Navidad y Año Nuevo, que pueden eventualmente vivirse como un marcador temporal que ayude a construir sensación de avance hacia un nuevo momento.
Más allá de que estas fiestas suelen estar colonizadas por el despliegue de árboles navideños, compras y gastos, este tiempo puede ser de tregua en la salud metal de las personas, una oportunidad para cuidar los lazos familiares, reinventar nuestro significado de estas fechas considerando que los niños espejan nuestro modo de vivir la vida, ayudar a alguien que lo necesite, agradecer lo que se ha logrado por pequeño que sea, valorar la vida, entre otros.
Estas fechas invitan a la revisión y tal vez a la evaluación de los procesos humanos más íntimos y profundos que podemos haber vivido o estar viviendo, hacer un cierre con esperanza de un nuevo año más amable y conectado.
Cecilia Vidal, académica de Psicología, UDLA Viña del Mar
Experiencia de consumo
A todos nos ha pasado alguna vez: recibimos un pedido que fue mal empaquetado, con sus contenidos esparcidos, incluso destruidos por el viaje. El resultado en la mayoría de los casos: un producto arruinado. Muchos negocios piensan que en cuanto el pedido sale de su local, no deben preocuparse de nada más, grave error que les puede costar más caro de lo que creen. La experiencia del consumidor es un viaje mucho más extenso que requiere su atención en cada momento.
La experiencia de un consumidor comienza en cuanto es consciente de que un producto que desea está disponible en ese negocio. Además, el cómo se presenta un producto en el sitio web o aplicación es de extrema importancia, ya que, un cliente que no encuentre suficiente información sobre el producto que quiere comprar desistirá de su compra y por ende de la experiencia completa que esta significa. De hecho, según un estudio de Esteban Kolsky de The Think Jar, un cliente feliz compartirá su experiencia con 6 o más personas, pero un cliente infeliz lo compartirá con 15 o más. A esto hay que añadir que solo 1 de cada 26 clientes se queja de una mala experiencia con el negocio. El resto no se lo hará saber.
El viaje continúa si el cliente realiza la compra. La comunicación es clave en este paso y la incertidumbre se vuelve el peor enemigo de una buena experiencia. Como clientes queremos saber con gran precisión cuándo recibiremos nuestros productos, y mientras más larga sea la espera, mayores serán las expectativas y más difícil será satisfacerlas. Mantener tiempos de entrega lo más cortos posibles facilita la recompra.
La experiencia digital debe ser de primera, o de lo contrario, no solo te encontrarás con un detractor, sino que también con una mancha digital en tu negocio que será difícil de borrar.
Michelle Segal, chief experience officer de Justo
Ser solidarios
Después de varios meses combatiendo una pandemia que ha sacado lo mejor de nosotros, cobra mayor relevancia reflexionar y practicar el valor de la solidaridad. Reafirmar su importancia para la sociedad nos debe llevar a reconsiderar el ser solidarios no como una acción que realizamos una vez al año, sino como una parte fundamental de nuestra configuración como personas.
Ser solidarios en nuestra cotidianidad es lo que hará la diferencia, apoyando a nuestras familias, escuchando a amigos, un saludo en la mañana a un desconocido, ser voluntario tras un incendio, ceder el asiento en el bus o donar sangre, son acciones que podemos realizar cotidianamente. Ayudar al otro genera satisfacción y un sentimiento de gratitud que está relacionado con el bienestar subjetivo.
Comprometernos con lo social y ser solidarios con los demás también genera nuevas emociones, las cuales dotan de sentido las acciones que llevamos a cabo. Cuando somos solidarios transformamos nuestro entorno y nos transformamos a nosotros mismos; cambiamos nuestros pensamientos y desplegamos nuevas formas de ser y de estar en el mundo.
Mirar a nuestro alrededor y reflexionar sobre los logros de la humanidad y los desafíos a los cuales nos estamos enfrentamos en lo político, lo social, lo económico, lo ambiental, incluso en lo intercultural, nos debe dotar de nuevos sentidos para solidarizarnos con los demás, generar nuevos lazos de cooperación y trabajar juntos para lograr la sociedad que soñamos.
Ana María Calderón