Transición energética
El sostenido cambio de la matriz energética en el país debe hacerse cargo también de los desafíos sociales y laborales que conlleva. Con el paso de los años se ha ido afianzando en la opinión pública la necesidad de transitar hacia una matriz energética más sustentable.
La opinión pública nacional ha manifestado sus reparos al desarrollo de las centrales termoeléctricas a carbón, por ser muy contaminantes. Por ello, para el año 2024 se espera que ese número llegue a 11, lo que representa el 31% de la capacidad de generación a carbón del país. Y si bien las autoridades se habían dado plazo hasta 2040 para el cierre de esas termoeléctricas a carbón, se seguirán buscando alternativas para avanzar más rápido hacia una matriz más renovable, económica y amigable con las comunidades locales.
Se señala con frecuencia que las Energías Renovables No Convencionales (Ernc) son las energías del futuro, y Chile no está ajeno a esta tendencia. Las autoridades las han apoyado y estimulado, mientras tienen el respaldo de la ciudadanía, que ve en ellas la solución limpia al abastecimiento. Se prevé que las Ernc que prosperarán en Chile serán la solar y la eólica, tecnologías que generan en la medida que dispongan del recurso renovable: sol y viento. Asimismo, está la generación de hidrógeno verde, que podría ser exportable. Se requerirá, por lo tanto, generación convencional de respaldo, como la hidroelectricidad, para llenar con rapidez los espacios cuando el recurso renovable esté ausente.
La energía es vital para que la economía y el país crezcan. Cuando las empresas programan su desarrollo para los años siguientes, requieren de electricidad, de la misma manera que los hogares consumen más. En Chile, los grandes consumidores son las compañías mineras. Por eso, el país debe proyectar su requerimiento energético para las décadas venideras.
El sector energético ha planeado en los últimos años sus estrategias y hojas de ruta de forma colaborativa y participativa, acelerando así una transición hacia una matriz más eficiente, económica y limpia, capaz de sostener el desarrollo del país y, a la vez, reducir su impacto sobre su entorno y el clima.
Se debe construir mediante colaboración de todas las entidades, una visión, objetivos y acciones específicas que permitan llevar a cabo una transición energética justa y sustentable que se haga cargo de los desafíos sociales, territoriales y ambientales que presenta este proceso paulatino de descarbonización de la matriz energética nacional.