Miles de estudiantes que egresaron de cuarto medio viven la paradoja de un proceso que es el cierre y, a la vez, el comienzo de una etapa decisiva para su futuro. Definir qué y dónde estudiar es una encrucijada que estos días se resuelve. Así, iniciarán cinco o más años de estudio en una carrera que se convertirá en la base de la formación y del futuro laboral. La educación superior significará atravesar por innumerables horas de estudio, elaboración de informes y trabajar para pasar cada semestre con éxito, lo que implica dedicación, esfuerzo y perseverancia por aprender y adquirir herramientas. Será un camino lleno de emociones y crecimiento.
Lo importante es ir más allá de lo técnico, es formarse integralmente, conocer la importancia de vivir responsablemente, con solidaridad, sentido de justicia, superación y vocación de servicio. Es cierto que el panorama de hoy requiere de muy buenos profesionales que atiendan a los desafíos que enfrentan las instituciones, pero es significativamente más importante que el paso por la educación superior sirva para formar a buenas personas, íntegras y justas, que contribuyan al país, que aporten a la sociedad.
La educación es un camino hacia la verdad y, por supuesto, hacia la felicidad, tal como dijo Gabriela Mistral "la enseñanza de los niños es tal vez la forma más alta de buscar a Dios, pero también es la más terrible en el sentido de tremenda responsabilidad". La educación es la clave para formar una sociedad virtuosa que persiga ante todo el bien común; ya lo decía Aristóteles al exponer que "educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto".
Por lo mismo, es que nunca se debe dejar de lado la formación de personas integrales. En la academia tenemos el deber de proveer a cada uno de los estudiantes de conocimiento, juicio y virtudes morales, para conducirlos hacia la libertad. Debemos tener la rigurosidad de educar en todas las dimensiones tanto técnicas como espirituales.
Hoy nos encontramos frente a procesos sociales de gran relevancia para el futuro del país; la crisis sanitaria y el proceso constituyente, además de cambios en La Moneda, en el congreso, en la administración de las regiones y municipios. Quizás durante las últimas elecciones vivimos la polarización en la sociedad, fenómeno que requiere de personas que estén a altura, que demuestren ser tolerantes, solidarias, que trabajen por y para el bien de los demás, que aporten a la unidad y que nunca actúen dominados por el egoísmo, y que asuman que está en sus manos que el bien predomine.
Constanza Escobar Cárdenas Directora de Administración Pública, Universidad San Sebastián