Frases
"Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano en estas horas tan oscuras y tristes"
Presidente Sebastián Piñera
"Jamás he tenido la intención de cuestionar la legitimidad de la Convención"
Andrés Tagle
Presidente del Servel
"Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano en estas horas tan oscuras y tristes"
Presidente Sebastián Piñera
"Jamás he tenido la intención de cuestionar la legitimidad de la Convención"
Andrés Tagle
Presidente del Servel
Doris Lessing y Carlos Droguett coinciden en las dimensiones de lo no aceptable, del desprendimiento de lo real hasta rozar la ficción en sus libros "Ben en el mundo" y "Patas de perro". Ben y Bobi no se conocen, pero coinciden en el mundo, ambos nacen con un dolor de bolsillo y el desencaje brutal de la diferencia que los hermana.
"Ben en el mundo" es una novela continuada desde "El quinto hijo", primera entrega de Doris Lessing, en que registra el nacimiento de Ben Lovatt, un niño diferente a sus hermanos, de aspecto simiesco, de mirada espesa y fuerza bestial, terriblemente solo al final del patio de su modélica casa en Londres. No ausente de la mirada de su padre, que se pregunta una y otra vez ¿Por qué a mí? Es posible que esos cuestionamientos y la tácita falta de afecto frente a su diferencia, frente a la escasa normalidad de la criatura, desencadene un rechazo inesperado. Ben, sale al mundo, escapa, sufre y se entrega a las miradas inquisidoras. Lo mismo que Bobi, con sus singulares patas de perro y al igual que Ben, con un padre cuestionándose lo mismo, claro que Bobi habita en Chile y su dolor tercer mundista es más áspero. El alcohol y la pobreza hacen lo suyo, y no escatima en golpes y degradación, pareciera que la humanidad del pequeño se diluyera de la cintura para abajo y comenzara de la cintura para arriba (con dificultad). Lo cierto es, que estos niños comparten el mismo dolor de sentirse desencajados en un mundo que los desprecia por su apariencia, como un acto fallido de la humanidad.
En estas historias paralelas, el rol de las madres conmueve por la sumisión y la falta de instinto mamífero en cada una. Entregan a sus hijos como un estorbo, para conciliar la estabilidad en el hogar. Ellos lo perciben, están acostumbrados al rechazo, que es lo primero que conocieron al abrir los tiernos ojos. Rechazo absoluto y visceral, desconfianza.
Pero ¿Quién realmente se hace cargo en estas situaciones? Carlos Droguett nos muestra a un hombre compasivo, con un real interés por cuidar y proteger a este niño con patas de perro, las admira y ama, coloca una jerga en el piso para que se sienta cómodo, habita con él su casa precaria y deja ir el amor anhelado, por sentirse padre de este ser indescifrable. Droguett no comete errores en su narración, visibilizando cada hebra psicológica y social, desdoblándose entre la compasión y el desprecio, eso a lo que Parra concebía como un embutido de ángel y bestia. Pero en estos textos, la soledad es la que prevalece por sobre las miradas, la sensación de sentirse solo en todo momento aunque existan personas que proporcionen generosa compañía o tal vez excedentes de compasión en el camino.
Contextualizando ambas novelas, en tiempo real y entendiendo que pronto se aproxima el inminente inicio del año escolar, cabe resaltar que habrá Bobi(s) y Ben Lovatt en las escuelas, que compartirán su humanidad con los niños "normales" y que seguramente, seguirán sintiéndose tan solos como siempre. Que probablemente se sienten en la última fila y no quieran decir nada. Que se sientan desencajados por sus invisibles "patas de perro" o por su apariencia "simiesca". ¿Habrá compasión para ellos? O mantendremos la vigencia de estas novelas que son sin lugar a dudas, específicos estudios sociológicos del comportamiento humano. ¿Dónde comienza la bestia y dónde termina el animal?
Laura Daza Valenzuela Editora independiente
La crisis por la pandemia ha permitido valorar la importancia de contar con conexión a internet para desarrollar el trabajo de manera telemática, así como también los estudios, que habían tenido un lento avance a nivel mundial, pero que con la emergencia permitió a las personas desarrollar sus labores a distancia e, incluso, la comunicación familiar. El uso de internet se ha transformado en un punto de inflexión, especialmente en términos de comunicaciones y relaciones con su entorno, con cambios que han sido profundos y vertiginosos.
Hace unas semanas, la Subsecretaría de Telecomunicaciones dio a conocer un estudio con datos de septiembre de 2021, que reveló que hubo un importante incremento de las redes de alta velocidad, las que son demandadas cada vez más por los usuarios del país. El 67,4% de los hogares chilenos cuenta con una conexión de internet fija, cifra que supera con creces el 48% que se registraba en 2018. Las redes de internet fija de alta velocidad son las que lideraron en la preferencia de los usuarios. Además, desde el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones se han impulsado iniciativas de conectividad rápida como las nuevas redes 5G y las redes de fibra óptica, que apuntan a mejorar la calidad de la conectividad de los usuarios del país.
Esta semana, además, se dio a conocer otro antecedente. Según lo informado por el Instituto Nacional de Estadísticas, en diciembre de 2021, una de cada diez personas trabajadoras (10,9%) realizó labores a distancia o bajo la modalidad de teletrabajo a nivel nacional. El uso de internet ha significado que el concepto de distancia se haya relativizado, que muchas labores se puedan realizar de forma remota y que de esta forma se haya podido afrontar las consecuencias de la pandemia, como es la prevención de los contagios y el aislamiento para evitarlos.
Tanto el tráfico como las conexiones fijas a internet aumentaron por la pandemia, los confinamientos y el despegue del trabajo y educación a distancia. Esto sentó nuevas dinámicas digitales para las personas, las instituciones académicas, el mundo laboral y familiar, por lo que se proyecta que esta alza de conexiones seguirá aumentando. Aquello exige robustecer con premura la infraestructura digital del país.
La mañana del viernes, cuando las noticias daban los informes de víctimas y ataques de la guerra que sufría Ucrania, sorprendió otra noticia. El papa, saliéndose de todo protocolo, concurrió a la embajada rusa para manifestar dolor y preocupación por la guerra que, el jefe de estado de aquella sede diplomática había iniciado. No era la primera vez que el papa hablaba o tenía gestos en torno a este conflicto, ya días antes había convocado a un ayuno y oración por la paz para el miércoles de cenizas, el 2 de marzo.
No hay que desconocer que había más expectativas en torno a lo que el papa podría realizar. Más de alguien ha calificado su actuar y, el del vaticano como de diplomacia tímida. Existe, en la opinión pública, la imagen de que podría ser el único bombero en apagar este fuego que se acaba de abrir. La historia de la Iglesia y de sus antecesores han alimentado esta imagen. Algunos hubiesen deseado que viajara a Kiev, la capital de Ucrania. El papa de la encíclica; "Todos hermanos" (Fratelli Tutti) no ha querido caer en la tentación de una Iglesia de poder, quiere orar y construir la paz.
En medio de grandes rechazos a la guerra iniciada, casi todos los repudios se hacen públicos en redes sociales, con fuertes palabras que se van tan pronto llegan otras, o son absorbidas por los mismos comentarios. Muchas palabras para condenar la guerra, poco por erradicar la violencia. El gesto del papa tiene una gran enseñanza, a quien está actuando mal, se lo hace saber, aunque da una opinión sobre la guerra va al lugar oficial de contacto con el presidente de Rusia para expresar su preocupación.
La violencia la encontramos en las primeras páginas de la biblia, en el drama de la violencia familiar que llega al homicidio, el hermano mata a su hermano. La historia de Caín y Abel muestra, de manera simple, con sencillez y profundidad, el drama de la humanidad cuando elige la violencia para solucionar problemas. Lo que se hace; no es hacer triunfar la razón, proteger la soberanía o la seguridad del propio pueblo, es matar al hermano.
La visita del papa a la embajada de Rusia tiene que enseñarnos a romper el círculo de la violencia, tan acrecentado durante la pandemia entre nosotros. Las denuncias de violencia intrafamiliar, las agresiones sexuales, los homicidios, se han acrecentado y preocupan. Todas estas violencias comienzan en pequeño signos y gestos y, las familias pueden hacer mucho. Más que gritar que la violencia es mala, reconozcamos que la tenemos cerca, tal vez, en nuestras casa, y enfrentemos la situación, solo opinar y comentar sobre las guerras, no ayuda.
Luis Flores Quintana
Sacerdote diocesano