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el narcotráfico, particularmente el macro narcotráfico a través del seguimiento de la ruta del dinero.
"Ojalá resulte, pero viene siendo un desafío de cierta manera incumplido desde hace mucho tiempo, en el sentido que el tráfico ilícito de estupefacientes no ha sufrido grandes golpes y es un problema in crescendo en nuestra sociedad", plantea, a la vez que valora que el Presidente Boric cuente con la colaboración de personas que conocen el tema, como su jefa de asesores, Lucía Dammert, socióloga, doctora en Ciencias Políticas y consultora en el área de seguridad, y el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, cientista político, quien fue jefe de la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior entre 2015 y 2018, y posee estudios avanzados en políticas de drogas.
Burgos señala que hasta ahora la intervención territorial de las policías se ha dado fundamentalmente en la etapa de distribución de las sustancias ilícitas y en el intento de hacer grandes pesquisas en el momento en que estas entran al territorio. "No me atrevo a decir cuáles van a ser las estrategias, pero ojalá sean novedosas y positivas", indica el también exdiputado.
Capacidad de inteligencia y control de la violencia
El exsenador Felipe Harboe, quien fue subsecretario del Interior entre 2006 y 2008, sostiene que "el principal problema en materia de seguridad tiene que ver con delitos violentos, alguno de los cuales están asociados al narcotráfico, como el uso de armas, las cobradas de cuentas, las quitadas de droga". En ese contexto piensa que al Gobierno se le van a exigir dos cosas: "capacidad de inteligencia para desbaratar a las bandas, siguiendo la ruta del dinero, pero en paralelo el control de la violencia que no está en las cuentas corrientes, sino en la calle. Creo que el Presidente va a tener que equilibrar muy bien esos dos elementos".
De acuerdo al análisis del abogado Carlos Silva, profesor de Derecho Penal en la Universidad Andrés Bello, además de los problemas que generan los vendedores de estupefacientes en los barrios donde operan, "las mayores complejidades están dadas por quienes realizan grandes movimientos de drogas con lo que consiguen elevadas sumas de dinero, que les permiten entrar en otros mercados ilícitos, especialmente en el tráfico de armas".
En ese sentido, argumenta, "el camino de persecución de los capitales más grandes que se mueven producto de estos hechos es el correcto; lamentablemente, eso requiere preparación de todo el sistema de persecución penal distinto al habitual, ya que en general no está preparado para investigaciones y persecuciones profundas en el núcleo de los poderosos, tampoco en el ámbito de la droga. Claramente, con buena voluntad se puede avanzar, pero se requerirá de recursos involucrados en el análisis criminal, persecución y sanción de estos hechos".
Recuperar espacios y mantener lo recuperado
El desarrollo de intervenciones urbanas para recuperar espacios públicos en los barrios más vulnerables donde actúan bandas criminales es otra medida presente en el programa del nuevo Gobierno, y es también una estrategia conocida para los expertos.
Jorge Burgos: "Ojalá resulte, pero es un poco lo mismo que se hizo con la intervención en La Legua, en Parinacota y otros lugares, acercar más el Estado a la comunidad, el Plan Cuadrante es un poco eso. Yo espero que sea eficiente, que no haya relajo, que tenga buenos resultados, lo digo muy sinceramente".
Felipe Harboe plantea que la recuperación de espacios públicos "ha sido una política urbana en materia de seguridad de los últimos 20 años, en algunos casos ha dado buenos resultados y en otros no". Dice que el problema no está solamente en ejecutar esa recuperación, sino en mantenerla en el tiempo con mecanismos o medios de seguridad para que sea utilizada de buena forma. "Se puede recuperar una plaza que está en manos de los delincuentes o que era un sitio eriazo, pero si después no existe la capacidad de tener actividades, guardias o carabineros que permitan que ese espacio lo usen los niños y la gente honesta, al final va a ser una linda plaza para los delincuentes".
Para Jorge Correa "no se trata solo de recuperar espacios públicos con intervención urbana, sino más precisamente de erradicar el dominio del narcotráfico en poblaciones en las cuales el Estado está ausente". Opina que el mejoramiento de esos sitios "es una de las muchas cuestiones que se tienen que hacer, pero requiere un trabajo policial de desbaratar bandas, una presencia mayor del Estado, servicios públicos, porque el narcotráfico ocupa la estrategia de prestar los servicios que el Estado debiera entregar y que malamente provee en poblaciones excluidas del desarrollo".
Carlos Silva piensa que si bien esta iniciativa ha estado presente en el discurso de varias autoridades, en rigor nunca ha tenido una mirada multisectorial, se ha abordado en general sólo desde la perspectiva de la represión. Esa estrategia, indica, "no ha dado resultado, ya que las zonas de los barrios más vulnerables son estigmatizadas y segregadas, evitando con ello una real integración al resto de las ciudades y generando verdaderos guetos en los cuales se facilita la proliferación de lo que se denomina las subculturas delictivas, vinculadas a actividades ilícitas". Pero si se trabaja en torno a las personas que viven en esos barrios y se les dan posibilidades, "las estadísticas de éxito en la recuperación de esos espacios son bastantes auspiciosas".
"A partir sobre todo del estallido social hay sectores urbanos que perdieron no solo estéticamente sino también ocupantes, se abandonaron los comercios, se volvieron sectores más peligrosos, pienso en Valparaíso fundamentalmente", comenta Gonzalo Yuseff. "No se puede estar en desacuerdo con recuperar sectores para la actividad comercial, para que la gente pasee. Sin prejuicio de que uno puede estar o no de acuerdo con el diagnóstico inicial, va a ser importante ver cómo en la práctica se implementa un sistema más eficiente de la persecución penal, si el expediente va a ser legal o va a ser táctico de las policías".
Tarea urgente de acometer
¿Estamos a tiempo de dar la batalla contra el narcotráfico dada la expansión que este flagelo viene registrando en los últimos años?
Jorge Correa señala que "estamos atrasados, pero es más indispensable que nunca acometerla con fuerza". En concordancia con ello, Gonzalo Yuseff dice que "hay que hacerlo, no le veo alternativa. En las sociedades civilizadas que hay que combatir estos fenómenos, no hay otro camino".
Para Jorge Burgos la situación es preocupante, "particularmente ver en algunas zonas urbanas cómo el narcotráfico y sus tentáculos van ganando espacio, cómo los narcotraficantes se adueñan de las calles, realizan funerales a vista y paciencia de todo el mundo disparando al aire y metiendo bulla; hay sectores donde andan con armas todo el día, no solo para narcotraficar sino que también para exigirse cuentas entre ellos. Yo creo que en eso el Gobierno tiene razón, uno de los problemas principales que registra la seguridad pública en Chile es lo desmadrado que está el narcotráfico, ciertos rangos de impunidad y cierta penetración social muy preocupante".
Carlos Silva remarca que "si el trabajo se hace de manera seria, con personas profesionales y con la asignación de recursos que se necesita para llevar a cabo esta tarea, sin duda estamos a tiempo". Plantea que en el caso del narcotráfico, "las políticas puramente represivas no han dado los resultados que se pretenden, tanto en Chile como en todo el mundo. En ese sentido el llenar los espacios con políticas sociales y oportunidades tiene mejor futuro para el combate definitivo de este problema social".
La espeluznante industria de la droga
"Yo creo, como lo advertí hace un tiempo, que estamos en la línea roja. Chile dejó de ser un pasadizo y ya es un destino de droga. De hecho, el precio del kilo de cocaína puesto en Santiago tiene menos valor del que tenía hace 10 años, y eso es un problema porque quiere decir que los controles o los riesgos asociados son menores", expone Felipe Harboe.
Asimismo, el exsenador y actual convencional constituyente subraya que hay bandas dedicadas ya no solo a comercializar la droga sino a proteger a quienes la comercializan. "Hay una industria de la droga que comienza a penetrar los espacios urbanos. Por ejemplo, cuando en una población se instalan los narcotraficantes, crean una economía local asociada a la droga. Ellos ayudan al liceo o al colegio local, una señora del barrio le lava la ropa con sangre a los soldados, hay otro que provee armas o víveres, otros -los "sapos"- que les garantizan tranquilidad. Entonces comienza a legitimarse socialmente al narcotraficante porque si bien a la gente no le gusta que se trafique droga, vive de la economía de la droga".
En ese escenario, piensa que "Chile tiene que ponerse como una meta urgente -que fue parte de lo que le propusimos a Piñera en la reforma policial- una gran fórmula de capacitación de todas las fuerzas policiales que hoy día están en la calle para detectar y evitar focos o líderes de corrupción, sea en drogas o armas, al interior de las fuerzas policiales. Porque la experiencia comparada nos indica que cuando el narco se instala en un territorio y controla la economía local, luego va a controlar a quienes deben controlarlo, es decir, la policía, el fiscal, el juez. Entonces, son clave las políticas de prevención y pronta identificación de focos de corrupción". 2