Cada 11 de mayo celebramos el Día del Estudiante. Es una fecha que nos convoca, una vez más, a celebrar y recordar la importancia de poner siempre en el centro el aprendizaje a las niñas, niños y jóvenes. Sin embargo, y pese a lo especial de este día para nuestras comunidades educativas, hoy tenemos que parar para pensar en cómo están nuestros estudiantes, reflexionar sobre sus vidas, su rol en la sociedad y su futuro.
Los hechos de violencia ocurridos en establecimientos educacionales en estos primeros meses han marcado la agenda educacional. Y nos es para menos. No podemos normalizar peleas entre estudiantes dentro o fuera del colegio, grabado o trasmitido en vivo por redes sociales, incluso con presencia de armas y hasta, en ocasiones, con la participación de apoderados que apoyan e incentivan estos comportamientos. Esto no se puede aceptar. Todo esto viene de la mano de la que, para muchos, es la pandemia de la salud mental. Ya en agosto pasado la OMS entregaba cifras sobre niñas, niños y jóvenes con enfermedades mentales cercanas al 20%, mientras que Unicef en su análisis "Estado Mundial de la Infancia 2021", mencionaba que "la alteración de las rutinas, la educación y el ocio, así como la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes sientan miedo, rabia y preocupación por su futuro". Lo anterior podría explicar lo que ocurre. Sin embargo, todos tenemos un rol con el presente y futuro de nuestros estudiantes que tanto les preocupa, y con justa razón.
El futuro de Chile se vive en las aulas. La educación que damos hoy es lo que buscamos desarrollar como país en los próximos años. Nuestra obligación, como sociedad, es darles las herramientas necesarias para que puedan desarrollar todo su potencial. No será fácil y es importante que cada comunidad educativa, conociendo su contexto, pueda dar respuesta a esas necesidades. Como Fundación levantamos evidencia académica y socioemocional de nuestros estudiantes y disponemos los resultados a equipos directivos, profesores y estudiantado para la adaptación de estrategias que vayan en búsqueda del desarrollo de las respuestas a las necesidades de cada contexto educativo. No es nuevo este trabajo, pero hoy se hace más necesario que nunca.
Es un Día del Estudiante distinto, nuevamente estamos físicamente juntos y es razón suficiente para celebrar. Después de estos años, es un paso muy importante. Ahora tenemos que ir por el siguiente, con sentido de urgencia trabajar por ese futuro que preocupa a nuestros estudiantes y entregarle certezas de que estamos haciendo todo lo posible por desarrollar la educación de calidad que se merecen.
Álvaro Sanhueza,
director regional de la Zona Sur