El impacto de la pandemia en la salud
En estos últimos años hemos estado inmersos en una pandemia que nos ha obligado a actuar en lo inmediato en cuanto a salud y temas sociales, obteniendo logros importantes, por ejemplo, en la cobertura de la vacuna. Sin embargo, no podemos desconocer que tenemos innumerables temas pendientes, como el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles (ENT).
Las ENT son enfermedades de larga duración que están determinadas por factores sociales, genéticos, fisiológicos y conductuales, contando entre ellas enfermedades cardiovasculares, respiratorias crónicas, de salud mental y Diabetes Mellitus. La pandemia ha provocado que muchas personas que tienen estos u otros diagnósticos no asistan a sus controles, ya sea por temor o por suspensión desde los centros, a lo que se suma una menor búsqueda activa de estas patologías, con los que se disminuye el ingreso a los programas de salud que son los que realizan el seguimiento de estos pacientes crónicos.
Para revisar un ejemplo, el Programa de Salud Cardiovascular (PSCV) es el encargado de controlar a personas con Hipertensión Arterial (HTA), Diabetes Mellitus (DM), Dislipidemias, tabaquismo y con antecedentes de enfermedades cardiovasculares. Según datos entregados por el MINSAL en febrero, en su Informe Impacto de la pandemia COVID-19 referente a las enfermedades no transmisibles en Chile, durante el año 2020 los ingresos al programa fueron un 47% menores comparado con el promedio de los años anteriores. Por otra parte, los controles de los pacientes ya diagnosticados disminuyeron un 60% en comparación al promedio anual anterior.
El que las personas con estas enfermedades no hayan sido controladas ha hecho que, por ejemplo, la tasa de las personas que tienen su patología de Hipertensión Arterial bajo control haya disminuido un 14% y de Diabetes Mellitus un 11%.
¿Qué significa esto a futuro? En resumen, podríamos tener más personas con infartos al corazón, accidentes cerebro vasculares, amputaciones de extremidades, pérdida de visión prematura, problemas renales, mayores hospitalizaciones y muertes prematuras. Esto generará un impacto en la calidad de vida de las personas, sus familias y la comunidad, además del aumento de los costos económicos personales y sociales.
Por todo lo anterior, es necesario salir en la búsqueda de las personas que han quedado sin atención y realizar una fuerte labor de pesquisa. Es fundamental fortalecer la atención primaria, ya que es la mejor herramienta para la prevención de enfermedades y promoción de la salud que podemos tener. Es nuestra primera línea de acción para crisis como para atenciones crónicas y la mejor aliada para enfrentar estos nuevos desafíos para mejorar el futuro de la salud de la población.
Natalia Castillo Académica Escuela de Técnico de Nivel Superior en Enfermería Universidad de Las Américas