Con Godard desaparece la última figura de la Nueva Ola del cine: recibió eutanasia
SUIZA. "Era el más iconoclasta", dijo el presidente francés Emmanuel Macron sobre uno de los directores que remecieron la escena.
Redacción
L a muerte del cineasta francosuizo Jean-Luc Godard significa la desaparición de la última figura que quedaba viva de la Nouvelle Vague ("Nueva Ola"), la generación que revolucionó el cine francés y después el mundial.
Nacido en París de una familia de origen suizo, Godard residió durante varias fases de su vida en ese país vecino a Francia donde la eutanasia es legal. "No estaba enfermo, simplemente estaba agotado. Había tomado la decisión de terminar. Era su decisión y para él era importante que se supiera", señaló un cercano al diario Libération, el primero en anunciar el fallecimiento.
Un comunicado de su esposa, la cineasta suiza Anne-Marie Miéville, y de los productores del cineasta señaló que Godard "murió apaciblemente en su domicilio, rodeado de sus personas más próximas".
El deceso ocurrió en su domicilio de Rolle, a orillas del lago Leman y a pocos kilómetros de Francia. La familia añadió que no habrá ceremonias oficiales y que los restos de Godard serán incinerados en la intimidad.
Otra persona próxima al cineasta señaló al diario suizo Tribune de Geneve que él "no podía llevar una vida normal debido a varias patologías".
La eutanasia habría sido realizada por una organización suiza especializada. En ese país hay dos, Exit y Dignitas, que ofrecen esa ayuda de forma legal bajo una serie de condiciones legales, como la existencia de patologías graves o ligadas a la edad, y que no tengan motivos egoístas en estas actuaciones.
Varios cercanos señalaron a medios franceses y suizos que la familia quería haber esperado 48 horas antes de divulgar el fallecimiento, que finalmente se filtró al diario francés Libération.
En una entrevista con la televisión suiza en 2014, y consultado por la hipótesis de la muerte, Godard respondió: "No estoy ansioso para seguir a toda cosa, si estoy demasiado enfermo, no quiero que me arrastren en una carretilla".
Al contrario que en otros países europeos, en Francia la eutanasia sigue sin legalizarse, aunque el Gobierno del presidente Emmanuel Macron ha lanzado un debate político y social para autorizarla.
Marcar una época
Entre finales de la década de 1950 y buena parte de la de 1960, las cintas de directores como François Truffaut, Claude Chabrol, Agnès Varda, Éric Rohmer, Jacques Rivette o Jean Eustache, además del propio Godard, sacudieron los cimientos del cine.
Muchos de ellos comenzaron como críticos de cine que querían llegar a ser realizadores, y así tanto Godard como Truffaut (grandes amigos) y otros más surgieron de la entonces recién creada, y ahora ya imprescindible, revista Cahiers du Cinéma.
Uno de sus objetivos fue que los directores fueran autores completos, con control creativo de las cintas. Con frecuencia, fueron guionistas de sus propias películas.
Otra gran novedad fue su forma de seleccionar los temas (sobre todo los profundos sociales de la época) unida a la forma realista y cruda de mostrar las historias, con un lenguaje cinematográfico directo que mostraba una fotografía fiel de la sociedad.
Tras algunos cortos o largos sin mucha repercusión, títulos como "Les Quatre Cents Coups" (Los 400 golpes), de Truffaut, o "À bout de souffle" (Al final de la escapada), del propio Godard, ambos de 1959, fueron los que lanzaron el movimiento.
"À bout de souffle", el primer largometraje de Godard, narra la historia de amor parisina destinada a la tragedia entre un delincuente de poca monta de provincias (un joven Jean-Paul Belmondo) y una joven estadounidense (Jean Seberg).
La cinta tuvo dos millones de espectadores en Francia y estuvo en cartelera 17semanas en Estados Unidos, un hecho inédito para un film francés.
"el más iconoclasta"
Godard fue "el más iconoclasta de los cineastas de la Nouvelle Vague, inventó un arte decididamente moderno, intensamente libre", resumió en Twitter el presidente francés, Emmanuel Macron.
"Fue como una aparición en el cine francés. Después se convirtió en un maestro", añadió Macron. "Perdemos un tesoro nacional, la mirada de un genio", lamentó.
Godard alternó altibajos creativos y de taquilla con algunos éxitos, pero sobre todo una excelente reputación entre la crítica, hasta que se adentró en el cine político, muy influido por las protestas estudiantiles que desembocaron en el Mayo del 68.
Sin embargo, títulos como "Le Mépris" (El desprecio), "Alphaville" (Lemmy contra Alphaville), "Pierrot le Fou" (Pierrot el loco) o "Masculin Féminin" (Masculino femenino) ya lo habían consagrado como una figura clave en la renovación del cine mundial gracias a su peculiar mirada sobre el mundo, oculta en los años 60 tras sus sempiternas gafas ahumadas.