¿Por qué escribo? ¿Para qué escribo? Me lo preguntan, me lo pregunto. ¿Por qué? ¿Para qué? Lo hago, porque lo he hecho antes, aunque de una forma diferente. En las salas de clases mi voz se extiende, se ha extendido por casi medio siglo, sean o hayan sido dos, veinte, cincuenta o poco más de cien estudiantes en el aula; eso sí, el asunto o tema preferente ha sido la lengua española, su gramática, su fonología, su léxico, y todo cuanto gira en su entorno.
En medio de esas pláticas académicas, me di cuenta, también me lo han hecho ver, intercalo vivencias personales, percepciones, apreciaciones, conocimiento común, que comparto con mis circunstanciales compañeros de curso. Son palabras, frases, propias y de otros, que sé que calan, que causan alguna impresión en algunos, en varios, no sé si instantáneamente, a veces es a posteriori, incluso años más tarde; me lo han dicho, me han escrito, pues tiempo después sí encajaron las piezas, y lo dicho, lo compartido sí tomó sentido en sus vidas.
Algunas de esas expresiones las he escrito en los últimos trece o catorce años, al compartirlas periódicamente en una red social a la que me instaron a participar precisamente algunas estudiantes de traducción. Es cierto, allí he dejado marcas, señas, huellas.
Como he señalado, he escrito palabras, frases, mensajes plurales y singulares, dirigidos a alguien, a algunos, en particular, dando curso así a ideas, a temas que estimo son nuevas instancias de formación, de crecimiento, de acompañamiento. Las anécdotas, las frases memorables, los acertijos (aquellos que allegué a los estudiantes de ingeniería, para atraerlos a las quisicosas de la lengua española), en fin, oralidades y pasapalabras del español de Chile o del mapudungun, todas estas contribuyen a completar la formación académica, profesional, y a hacer que sean mejores personas.
Obviamente, soy quien escribe, tengo la pluma en mi mano, tengo el control del discurso, de la propuesta, así lo hago desde mi perspectiva, desde mi experiencia, de lo que sé, de lo que creo, desde lo que pienso y siento. Sí, trato, intento no ser muy directo en mis propuestas, abordo el tema sin causar heridas, ni magullones.
Escribir es comunicarse, de manera remota, con el prójimo.
Escribo,… y ustedes lo advierten.
(*) Enrique Lihn, en "Saldos del Paseo Ahumada".