Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán (Chillán, 1607-1682), soldado y poeta de la Colonia. Hijo del capitán español Álvaro Núñez de Pineda y Bascuñán, servidor del rey por más de cuarenta años, destacado en la Guerra de Arauco y de la señora Magdalena Jofré de Loaiza, descendiente de conquistadores. Contrajo matrimonio con la chillaneja Francisca de Cea y Ortiz de Atenas, con quien tuvo seis hijos.
Este chillanejo se educó en Lima y de regreso en Chile, se hizo militar. Fue así como en 1629, fue tomado prisionero por el cacique Maulicán, quién lo tuvo cautivo por más de seis meses ese año. Prisionero de los araucanos, escribió su poema Cautiverio feliz (cuyo título original es extenso). Este texto es una historia poética de la Guerra de Arauco. Describe en sus cantos las costumbres de los mapuches, la vida íntima, los hábitos, sus juegos, fiestas públicas, su organización política, social y doméstica, su carácter y sus preocupaciones. No menos valiosas son las noticias que consigna sobre el predominio español, el poema revela los abusos de los encomenderos con los indios en las encomiendas.
El Cautiverio feliz, fue publicado por primera vez en 1673. Sin embargo en Chile recién se le conoce en 1863, cuando Barros Arana lo publica. Esta es una de las obras coloniales que merece aprecio desde de la historia, pues fue escrita sin mayores pretensiones épicas, ni científicas, ni de responsabilidades para dar la visión de una época histórica y las circunstancias de la guerra. Desde ese punto de vista es una fuente clara, precisa y un documento valioso para conocer las costumbres de los pueblos originarios.
El argumento de su poema, es la prisión que sufrió en Arauco el poeta. Él produjo otras poesías originales y traducciones de cantos religiosos, de cuyo espíritu estaba impregnada la época en que vivió. Cuando se preparaba a escribir una Historia de la Guerra de Arauco, falleció.
Entre los historiadores chilenos del siglo XIX, José Toribio Medina censura su misticismo y Diego Barros Arana le ha hecho justicia en un prólogo a su obra. Aunque este último pasa por dos interpretaciones muy distintas de la valía del documento histórico, entusiasta en un comienzo y moderada más tarde, con un poco más de una década de diferencia entre la una y la otra, debido a varias circunstancias personales, como su extradición, el cambio de su percepción sobre los jesuitas, el recrudecimiento de la Guerra de Arauco, entre otros factores, en el gobierno de Manuel Montt.
No obstante, digamos en esta breve columna, que el historiador Barros Arana, mantiene en forma constante en su memoria, el texto del Cautiverio Feliz y de alguna forma percibe que éste tiene mucho que decir, no solo para los historiadores como él, sino también para los gobiernos decimonónicos, inmersos en un problema mayor en el territorio de la Araucanía, con una falta de soberanía y una rebelión intermitente, problemas a los que él encuentra soluciones análogas a las expresadas por Núñez de Pineda y Bascuñán.
Alicia Romero Silva,
Historiadora