Enrique Krauze: "La humanidad es incurable"
El historiador mexicano presentó en Chile su último libro, "Spinoza en el Parque México". Acá habló de la filosofía, ciencia y de la humanidad partida en dos: los que creen en la razón y los fanáticos.
Enrique Krauze (75 años) vino a Chile recientemente a presentar "Spinoza en el Parque México" (Tusquets), una autobiografía realizada a partir de conversaciones con su amigo, el doctor en derecho y escritor, José María Lassalle. En el tomo, refrenda su vocación intelectual y el compromiso por ahondar sin eufemismos las problemáticas de la sociedad actual. Krauze es también autor de "Siglo de caudillos", "Biografía del poder", "La presidencia imperial", "La presencia del pasado", "Redentores" y "El pueblo soy yo" entre otras veinticinco obras más. También ha producido cerca de 500 documentales sobre la historia de México, su país natal.
En "Spinoza…" están sus escuelas, experiencias, viajes, lecturas, amigos, escenarios y maestros. En esta autobiografía repasa su quehacer como historiador, editor, ensayista y crítico. Todo, bajo el paraguas de Baruch Spinoza, filósofo del Siglo XVII a quien Krauze sitúa en el Olimpo del pensamiento y su base de operaciones.
"Él veía al hombre como una encarnación limitada frente a la infinita naturaleza inabarcable. Lejos de sentirnos abrumados por eso, debemos de sentir una humildad, pero también un deseo de conocer. La libertad está en comprender. Spinoza estudió las pasiones humanas como quien estudia una planta, buscando entender sus leyes y comprender su naturaleza. Y en el proceso mismo de tratar de explicársela, encuentra una alegría. Y ya al explicársela y comprenderla, encuentra una libertad. Cuando comprendemos nuestras pasiones, somos menos esclavos de ellas", acota Enrique Krauze antes de lanzarse a los horrores del Siglo XX.
-A través de Spinoza también se llega a la ciencia, ¿qué le parece que la ciencia se haya caído de su pedestal?
-Una de las grandes, no sólo paradojas, sino una de las grandes estupideces de nuestro tiempo. Porque yo te pregunto a ti lo siguiente: ¿cuál es la mejor noticia del siglo XXI?
-¿Del siglo XXI? Bueno, habernos curado de la pandemia.
-Eso. Imaginemos la pandemia sin la vacuna. Cien millones de muertos. ¿Estaríamos teniendo esta conversación? La ciencia curó la pandemia, o la domó bastante. Si esto no convence a los gobiernos o a la gente de la importancia de la ciencia, entonces la humanidad es incurable. Sin embargo, no creo que sea incurable. Es propensa a las pasiones. Ahí está también Spinoza. A las pasiones, a los fanatismos, a las creencias, a las supersticiones. Pero siempre hay una minoría, que no es tan minoría, que cree en la razón.
-Habla también de pasión. Y yo le traigo una cita de Raymond Aron que dice: "los que creen que los pueblos seguirán los intereses antes que sus pasiones, no han entendido nada del siglo XX".
-Es verdad. Y por eso escribí este libro en parte también, para tratar de comprender las pasiones del siglo XX. Lo traté de entender a lo Spinoza, aunque a él la historia no le importaba mucho. Pero, bueno, en la historia del siglo XX, con sus dos horrores, el totalitarismo soviético y el totalitarismo nazi-fascista. ¿Por qué los quise entender? Porque, sin entender eso, no entendemos nada, ¿no? Es como una lobotomía.
-En el libro, critica duro a quienes dices que tienen una "moral hemipléjica".
-En mi libro recreo mi viaje a Sudamérica en 1979 y la condena absoluta que siempre tuve por las dictaduras. Yo no dejé de criticar, de tener una posición crítica, de joven, frente al desarrollo del gobierno de Allende. La llegada de Allende me pareció uno de los momentos más felices que tuve, y de esperanza. Me entristeció la presencia de Castro aquí durante más de un mes, que recuerdo como una presencia que, lejos de liberar a Allende, lo iba limitando y acotando y alentando la polarización. Pero, desde luego, repudié el golpe. Y vine en 1979 a escribir un reportaje, también en Argentina, un reportaje sobre el horror, y lo publiqué. Pero, al mismo tiempo, criticábamos a los movimientos guerrilleros de Centroamérica y criticábamos la dictadura cubana llamándole eso, dictadura.
Volvamos a su viaje de 1979. En el libro, usted dice que el fin de este viaje era averiguar cómo sobrevivían los escritores en estas circunstancias. ¿Cómo fue esta experiencia con Enrique Lihn?
-Enrique estaba lleno de miedo, pero valeroso, diciendo "estamos dando una pelea aquí muy difícil, con un horizonte oscuro", con pequeñas hojas, con mimeógrafos, con obras de teatro fugaces, con obras de arte, con pinturas que son fugaces también. "Proyecta eso afuera, por favor, no dejen que sólo sea la visión de los exiliados la que se cuente, porque algunos son muy respetables, otros son profesionales del exilio", decía. Además, él traía encima la decepción de la revolución cubana. Era un hombre de corazón de izquierda, un socialista, pero desencantado. En el libro trato de reflejar la angustia de Lihn.
En el caso de su amigo Octavio Paz, las nuevas generaciones de lectores en Chile tienen como referencia más inmediata la novela "Los detectives salvajes" de Roberto Bolaño. ¿La leyó?
Sí, cómo no.
¿Y cómo vivió Octavio Paz estas intervenciones de los infrarrealistas? ¿Se daba cuenta que era una catedral muy grande?
-Solamente diré que Bolaño terminó por admirar muchísimo a Octavio Paz por decir que era el gran ensayista del siglo XX y por entender que aquellas fueron obras de un novelista, de un gran novelista como era Bolaño. Octavio Paz es un pensador y un ensayista de altísimo nivel universal. Ahí está su obra.
Krauze nació en méxico el año 1947. es ingeniero industrial, doctor en historia y director de la revista letras libres.
"Spinoza en el Parque México"
Enrique Krauze
Tusquets
776 páginas
$23.490
Por Daniel Gómez Yianatos
"Imaginemos la pandemia sin la vacuna. Cien millones de muertos. ¿Estaríamos teniendo esta conversación? La ciencia curó la pandemia o la domó bastante".
Andrea Martínez