En la dimensión social, la última encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), muestra que somos la segunda región más vulnerable del país con un 14,7% de pobreza. Esto nos desafía a impulsar proyectos y programas que nos permitan superar esta brecha y mejorar así, la calidad de vida de los habitantes de nuestra región. Mientras eso ocurre, la solidaridad, juega un rol fundamental porque nos permite llegar a quienes más lo necesitan en el corto plazo con acciones concretas. Brindar apoyo a causas o intereses ajenos, en beneficio de quienes sufren carencias materiales o emocionales, son actos que nos permiten mejorar momentánea o permanentemente la calidad de vida de otro ser humano y enriquecer, a través de esta experiencia, nuestra propia percepción del mundo que nos rodea.
Y aunque la necesidad siempre sea mayor que la ayuda entregada, vivir esta experiencia es más que entregar un aporte, ser voluntario(a) es entregar parte de uno mismo y se convierte en componente esencial de la formación de un ser humano integral, quien durante un período de tiempo antepone sus propias necesidades a las de los demás. Es por esto, que cobra relevancia el que cada vez más instituciones y empresas, propicien los espacios para que sus comunidades accedan a esta experiencia haciéndose parte con acciones que permitan compartir, empatizar y ver las distintas realidades que habitan en nuestro entorno. En las instituciones educativas, el incentivar actividades extraprogramáticas con sentido social, que ayuden a la comunidad como parte de su formación profesional y desarrollo personal cobra gran relevancia. Contribuir con el mejoramiento en la calidad de vida de los beneficiados, ayudando de alguna forma a disminuir los índices de vulnerabilidad en la que se encuentran algunas comunas de nuestra región y del país.
Una forma de implementar esto, es generar espacios de convivencia e interacción social entre los estudiantes y la comunidad, ejecutando intervenciones a través de proyectos realizados por los mismos estudiantes. Como por ejemplo la construcción de mediaguas, mejoramiento de viviendas, recuperación de espacios públicos y operativos sociales que permitan a los estudiantes asesorar y compartir parte de lo aprendido en sus carreras a quienes más lo necesitan.
En ese espíritu, comenzaron hace unos días en la comuna de San Ignacio, los Trabajos Voluntarios de la Comunidad Tomasina del Sur de Chile, y en la cual participan más de 200 estudiantes provenientes de las sedes desde Talca a Punta Arenas. Esta actividad se replica en forma paralela en las zonas norte y centro del país con diferentes grupos de estudiantes.
José Luis Franco Montaña,
rector Santo Tomás Chillán