"Los escenarios a enfrentar son variados y complejos"
Lleva más de una década en la especialidad y tuvo una destacada actuación en el primer rescate nocturno que realizó la institución.
El ser un marino lo lleva en la sangre el sargento 2° Manuel Pizarro Palma. Tanto así que este ariqueño hizo su servicio militar en la Armada, cursando la especialidad de Peluquería. Sin embargo, siempre había querido pertenecer al equipo de natación. Por lo que, en 2010, cuando se abrió la especialidad de nadador de rescate, decidió cursarla. Fue así como antes de postular, este ariqueño estuvo cuatro meses nadando todos los días tres mil metros, y una vez que hizo su preparación oficial fue el tercero más rápido de su promoción.
En estos años ha visto de todo y asegura que "no hay rescates similares y todos tienen diferentes niveles de riesgo". "En una oportunidad, estaba navegando desde Coquimbo en dirección a la playa de Totoralillo. Durante este patrullaje de rutina se avista una persona que se encontraba realizando actividad de pesca deportiva en los roqueríos y, en un par de segundos, cayó al mar. Acto seguido, se activó la emergencia en el lugar. El gran desafío estuvo dado el comportamiento de las olas, puesto que estas nos azotaban y ponían en riesgo al equipo de rescate. Sin embargo, se logró extraer a la víctima del sector a una zona segura y con vida, donde se le proporcionaron los primeros auxilios", ejemplifica.
Un momento único
Pero ése no ha sido el mayor desafío que ha enfrentado en su carrera, pues fue parte del primer rescate nocturno que realizó la Armada de Chile. ¿La fecha? El 18 de mayo de 2019. ¿La persona? Verónica Blanco Errázuriz. "Se trató de una joven windsurfista en la localidad de Pichidangui, Región de Coquimbo, y en la que, pasadas las tres de la tarde ingresó al mar para practicar su deporte. Como antecedente, la bahía se encontraba con aviso de marejada y viento reinante en el momento", empieza a relatar.
"Ella se extravió a las cinco de la tarde y la familia informó la desaparición a la Autoridad Marítima. Desde ese momento, se desplegó un operativo de Búsqueda y Rescate (en inglés, SAR: Search&Rescue) para lograr ubicar a la mujer", continúa. "Esa noche, el helicóptero 'Cougar' despegó con su dotación SAR donde visualizan mediante cámaras infrarojas a la joven flotando sobre la tabla. Tras su ubicación, descendí para rescatarla, no obstante, las olas que alcanzaron los cuatro metros complejizaba la operación. Aun así, logré llegar a ella nadando rápidamente", acota.
Justo el año anterior, el sargento 2° había tenido la oportunidad de hacer cuatro ejercicios de una situación similar a la que se estaba viviendo en escenarios nocturnos, por lo que se decidió que bajara él, porque la idea es que fuera sólo uno. "Ella estaba sujeta a su tabla mediante el cable de seguridad. Lo tuve que cortar, pero gracias a la expertiz del piloto de helicóptero y del equipo de rescate logramos subirla a la aeronave, todo en medio de la oscuridad", relata.
"Posteriormente nos dirigimos al Hospital Naval 'Almirante Nef' para que recibiera la atención necesaria", termina contando el ganador del premio Marinero Fuentealba 2019, creado con el objetivo de destacar y reconocer los actos o hechos relevantes realizados por el personal de la Armada en actividades propias de la Institución y que contribuyen a realzar la imagen de la Armada.
Sobre éste, en su momento, dijo que era "un verdadero honor, porque uno entrega su vida sin esperar algún beneficio o algún reconocimiento, uno lo hace en silencio, porque es lo que a uno le apasiona, entregar su vida".
Gran preparación
Además de los dos rescates mencionados, el sargento 2° Manuel Pizarro también ha tenido la experiencia de buscar víctimas en Punta Arenas, por una hora y media aproximadamente en el agua, junto con otro nadador de rescate y en un lugar donde las condiciones son de clima frío.
En ese sentido, reconoce que "los escenarios a enfrentar por parte de los nadadores de rescate son variados y complejos. Muchos de ellos se originan ante el oleaje, restos de estructura o parte de los roqueríos. También, se suma la complejidad de enfrentar los obstáculos algunas veces con bajas temperaturas, viento y marejadas. Por otro lado, las víctimas también pueden estar inconscientes o con lesiones que afecten su movilidad, por lo que es vital reaccionar a tiempo, aun cuando el escenario sea complejo".
Para conseguir hacer todo este trabajo, se inicia "con una preparación física y psicológica de base, con un alto nivel de conocimientos técnicos especializados en situaciones de emergencia, especialmente cuando se nos encomienda salvarguardar la vida de las personas en el mar, tarea que cumplimos dentro de las áreas de misión de la Armada de Chile".
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que se realizan y la movilización de los recursos de la institución, no siempre se obtienen los resultados esperados. Al respecto, dice que "a veces se presentan situaciones en las que no se logra salvar una vida, esto es un hecho súper lamentable, y el equipo tiene claro que puede pasar. Pese a esto, siempre realizamos la máxima entrega en cada uno de nuestros rescates y emergencias que se suscitan".
Cuidados y precaución
El viernes 13 de enero, en el balneario de Pingueral, ocurrió una tragedia. Una familia compuesta por madre, padre y dos hijos fue arrastrada por una ola al mar, pudiendo solo ser rescatada la mujer. Por eso es esencial evitar la actuación del SAR, y desde esa perspectiva el sargento 2° Pizarro manifiesta que "las precauciones son el primer eslabón de la cadena de supervivencia en playas, ríos y lagos, siendo responsabilidad de cada persona que esté cerca de un medio acuático. En segundo lugar, los salvavidas son los vigilantes preventivos en cada momento. Muchas veces del bañista, por lo cual tenemos que obedecer lo solicitado por el personal que resguarda nuestras acciones en el mar".
Considerando, además, que cada vez son más frecuentes las marejadas anormales, como las que afectaron la costa la semana pasada. Un escenario que complejiza los rescates, según dice, pues "los niveles de riesgo son elevados, por lo que las precauciones para el rescatista son mayores. Esto comienza realizando una exhaustiva planificación de la operación y los elementos o equipos a utilizar, siempre teniendo presente el panorama de la emergencia y sus alrededores, tales como el viento, la corriente submarina y el medio acuático a enfrentar".
El proceso comienza cuando la Autoridad Marítima -por medio del número 137 de Emergencias Marítimas- es alertada de una situación que implique un riesgo para las personas. Estas pueden ser peligro de inmersión, caída de roqueríos y accidentes de deportistas, entre los más comunes.
"Al recibir el llamado, un recepcionista pregunta una serie de antecedentes que logren detallar dónde, quién/es están involucrados y cómo se originó el accidente, con el objeto de iniciar el despliegue de los medios terrestres, marítimos o aéreos, dependiendo del caso. Luego, el personal naval en terreno evalúa cómo se realizará el rescate de la persona en peligro para luego ser trasladada al servicio asistencial que corresponda", detalla.
"Es importante destacar que reaccionar a tiempo y con información legítima es clave. Por lo mismo, al recibir un llamado, nosotros debemos chequear con las patrullas en terreno mientras que nuevamente confirmamos los datos con la persona que avisó de la emergencia, puesto que tenemos gran cantidad de 'pitanzas' que nos obligan a verificar si es real o no la situación", asegura.
Y en ese sentido, insiste "todo aquel que quiera disfrutar de las playas, ríos y lagos deben respetar las normas establecidas por la Autoridad Marítima, tales como cumplir la prohibición de la ingesta de alcohol en las playas; revisar qué sectores están habilitados o no para nadar; estar atento a los avisos de marejadas y, sobre todo, la obediencia de las señales preventivas de los salvavidas".
Flor Arbulú Aguilera
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