La relación entre la economía y la banca durante 2022 no fue positiva. El año terminó con las más bajas colocaciones en tres décadas y con un récord de utilidades para los bancos por US$ 6.396 millones, un incremento de un 26,8% en 12 meses, explicado por las altas tasas de interés. El desenfrenado populismo con los retiros de fondos de pensiones y el IFE universal sin focalizar, contribuyeron a generar un daño muy grande a las familias y empresas, producto de la inflación. Esto, no hay duda, se debía controlar con un alza en la tasa de interés para disminuir el consumo, pero lamentablemente, la inversión se ha visto fuertemente perjudicada con las exageradas restricciones al financiamiento de los proyectos.
Producto de lo anterior, vemos que la caída en las ventas de viviendas a nivel nacional durante 2022 se estima en un 33%, llegando a 42 mil viviendas, y con ello ha mermado la posibilidad de las familias de adquirir su casa propia, agravando el déficit habitacional. Simultáneamente ha caído la generación de nuevos proyectos por la ralentización de las ventas, esto se refleja en la fuerte caída de los metros cuadrados de los permisos de edificación y de vivienda aprobados en 2022. Esto prevé un año lento y con un eventual daño al empleo, lo que agravaría la situación de las familias.
La situación de escasez de materiales y alza sostenida de costos para las empresas se ha venido resolviendo después de la normalización de la logística y caída del precio internacional del transporte. Además, el Estado ha asignado más recursos para cubrir los sobre costos incurridos por las empresas, también estamos viendo mayores presupuestos de inversión tanto en el Ministerio de Obras Públicas como en el Ministerio de Vivienda, a través de políticas que impulsan la construcción, como lo son los proyectos de industrialización.
Con todo este escenario, ahora sólo falta que la banca entre en sintonía con la mejora de estas condiciones para este 2023, de ser así, debiéramos enfrentar un año con una actividad normal en que las empresas puedan iniciar nuevos proyectos de reposición, evitando así una caída en el empleo y un eventual incremento de la pobreza.
Para que las inversiones puedan salir adelante requieren del orden de un 65% de financiamiento, en el caso de las familias que no cuentan con subsidio, para poder comprar su vivienda, requieren de un 80% de financiamiento. Por esto, la banca constituye un eslabón fundamental en la economía y no puede estar ausente, debería asumir ciertos riesgos razonables como los que se enfrentan en la actualidad. Ya que las difíciles condiciones fueron superadas, se requiere ahora echar a andar la máquina.
Como dijo el ministro de Hacienda Mario Marcel, después de informar un IMACEC de diciembre mejor de los esperado, "lo peor ha pasado, hay que atreverse a invertir". Entonces le podemos decir a la banca: ya pueden perder el miedo a prestar, hay que financiar la inversión.
Ricardo Salman
Presidente CChC Chillán