El día en que la gurú del orden se rindió y el resto, suspiró
Marie Kondo publicó un nuevo libro, "El método kurashi", luego de afirmar públicamente que con tres hijos no se puede mantener la casa en orden, sino que es mejor propiciar la felicidad.
Afines de 2018 llegó a Chile la traducción del libro "La magia del orden", publicado originalmente en 2014 y que transformó a la consultora en organización Marie Kondo en una celebridad mundial, fama impulsada, a su vez, por un docurreality de Netflix que comenzaba con la autora japonesa arrodillándose en las salas de estar de sus clientes para que la casa le mostrara cómo organizarla. Después de una pandemia donde muchos botaron la angustia limpiando sus espacios, aunque después de un año y medio de encierro la mayoría soltó aquel afán, Kondo declaró hace unas semanas que "mi casa está desordenada".
Miles de personas soltaron un suspiro de alivio al escuchar a la gurú del orden admitir que vive igual que el resto, donde las cosas a veces parecen tener vida propia o, por más que el habitante del lugar se esfuerce, basta un bajón anímico para que la ropa quede en el sillón, los libros alrededor de la cama o se junte polvo tras las puertas. "Mi casa está desordenada, pero la forma en que paso mi tiempo es la correcta para mí en este momento en esta etapa de mi vida", sostuvo Kondo.
La razón también fue bastante humana: el nacimiento de su tercer hijo, el primer hombre luego de dos niñas. Si la primavera de 2019 muchos miraron "¡A ordenar con Marie Kondo!" con la fantasía de que las niñas le movieran los cuadros, desde hace más menos un año, tiempo que coincide con la llegada del nuevo integrante a la familia, la influencer reconocida por revista Time ha mostrado a los niños jugando en una impoluta cama blanca, además de fotos de viajes que no parecen tan editadas ni cumplen la gama pastel de colores de su Instagram.
Ahí hay otro tema: un cambio de época. Mientras hasta antes de la pandemia se soñaba con la casa perfecta, en tonos neutros para tranquilizar el espíritu después del ajetreo diario, una vez que la humanidad pensó que los anunciantes del Apocalipsis no eran caballos, sino un virus, se popularizó por un tiempo la aplicación BeReal, para mostrar fotos sin filtro, de lo que el emisor ve y, ya que los celulares cuentan con dos cámaras, exponerlo a él al mismo tiempo.
En la misma frecuencia circuló con mayor rapidez la novela "Mi año de descanso y relajación", de Ottessa Moshfegh, que cuenta cómo una joven estadounidense de clase acomodada "se deja estar" mediante el uso y abuso de psicotrópicos, conseguidos gracias a una psiquiatra negligente. A su vez, los médicos reales de las unidades de salud mental, en vista del dolor causado por el encierro, se abrieron a la idea de "si a usted le hace bien, es bueno". La ciencia podía tomarse una pausa y, junto al tratamiento tradicional con fármacos, abrirse a las aguas de yerbas, inciensos, caminatas, abrazos de árboles, etcétera. Sobrevivir era la meta.
Kondo, o su empresa liderada por su marido, supieron leer este ánimo y en el libro "El método kurashi" incluyeron decenas de fotos de casas cuyo diseño es tan perfecto que, en tiempos de imágenes creadas con inteligencia artificial, siembran la duda sobre si realmente existen, al igual que las decoraciones minimalistas y armónicas -¿alguna vez alguien ha pisado esa alfombra?-, junto con admitir en los días previos al lanzamiento que "me he dado por vencida en eso (el orden como camino a la felicidad), en el buen sentido para mí. Ahora me doy cuenta de que lo importante es disfrutar el tiempo con mis hijos en casa".
De esta forma el nuevo volumen funciona quizás como una suerte de consuelo frente a lo doméstico, porque, pregunta la consultora en las primeras páginas, "¿qué pasaría si cada decisión que tomaste, cada meta que estableciste y cada aspecto de tu vida estuviera guiado por lo que genera alegría?", ya que el término japonés kurashi quiere decir "vida doméstica" o "la forma en que se pasa el tiempo". Kondo luego afirma que "cuando valoramos conscientemente algo precioso, profundizamos nuestra relación con él. Esto, a su vez, profundiza nuestros lazos con otras cosas en nuestras vidas, sacando lo mejor de ellos y de nosotros mismos".
La autora incita así a "definir tu forma de vida ideal significa suspender la incredulidad y confiar en tu intuición", es decir, planificar el hábitat para la vida soñada, con la delicadeza de tomarse el tiempo para crear esta imagen mental y luego ajustar una rutina acorde, porque "todo lo que tienes quiere ayudarte. Entonces, piensa en cómo puedes hacer que el espacio para que cada uno esté más cómodo. El almacenamiento es el ritual sagrado de devolver las cosas a donde pertenecen".
Una crítica frecuente a Marie Kondo es que si todos los problemas se resuelven con el orden de los objetos, como ella misma promociona en Internet -y vende organizadores sobre US$100 para ayudar a conseguirlo -, dónde aparece el mundo interior, esa angustia cuya calma es momentánea al limpiar o comprar ropa. En su libro "La magia del orden", con más de dos millones de ejemplares vendidos, afirma en un pasaje poco citado que "no significa que limpiar tu habitación vaya a calmar tu mente atormentada. Aunque puede ayudar a sentirte revitalizado temporalmente, el alivio no durará porque no has enfrentado la verdadera causa de tu ansiedad".
Los lugares, continúa la autora, "no se desordenan solos", porque generar caos entre las pertenencias también "es un reflejo instintivo que distrae nuestra atención del meollo de un problema. (…) Cuando tu habitación está limpia y organizada, no te queda más opción que examinar tu estado interior. Puedes ver cualquier problema que hayas evitado y te obligas a enfrentarlo".
No obstante, cada cierto tiempo aparecen imágenes de escritorios de personas como el autor de "El príncipe y el mendigo" y otras novelas que abrieron el paso a la juventud en la literatura, Mark Twain; creador de Apple, Steve Jobs; o el autor de la teoría de la relatividad, Albert Einstein, con montañas de papeles, tazas y objetos donde es aparentemente imposible encontrar algo. Investigadores de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, hace unos años concluyeron que "los efectos del orden físico son amplios y tienen muchos matices. Los ambientes desordenados parecen inspirar librarse de la tradición, producir nuevas ideas. Entornos ordenados, por el contrario, fomentan las convenciones dadas y lo seguro".
al nacer el tercer hijo de Marie kondo, la gurú del orden y la organización, admitió que es imposible mantener el orden.
Por Valeria Barahona
"Mi casa está desordenada, pero la forma en que paso mi tiempo es la correcta para mí en este momento".
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