Amenaza del cambio climático
Pocas dudas hay ya acerca de la necesidad de un cambio drástico para reducir de forma rápida el deterioro ambiental.
El incremento de gases de efecto invernadero es una bomba de tiempo que amenaza con el derretimiento de los casquetes polares, arriesgando a países y sectores costeros densamente poblados. Los informes insisten en los efectos que ya comienzan a sentirse: aumentos inusuales de temperatura y tormentas en zonas donde usualmente no las había, son algunos de los signos.
El calentamiento global avanza más rápido de lo que se esperaba. Un informe de evaluación del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, de Naciones Unidas, indicó que alrededor de 2030, diez años antes de lo estimado, se alcanzará el umbral de más de 1,5 grados C, con riesgo de desastres para la humanidad, ya sacudida por altas temperaturas e inundaciones. Los expertos responsabilizan al ser humano por estas alteraciones y advierten que no hay otra opción que reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
Estabilizar el clima precisará de una reducción fuerte, rápida y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero para alcanzar la neutralidad de carbono. Los investigadores de ONU dicen que el camino a seguir es conocido: impulsar la transición hacia una economía que ponga fin al uso del carbón y las energías fósiles antes que destruyan el planeta.
La ONU ha advertido que algunos efectos del aumento de los gases invernadero y calentamiento global ya son irreversibles, pues el deshielo de los polos hará que el nivel de los océanos siga aumentando por siglos. Como nunca, el planeta está sometido a cambios de origen antropogénico; vale decir, causados por la humanidad misma y no por situaciones naturales, como podrían ser las explosiones de volcanes, o caída de meteoritos. Ya está bastante socializado que el daño causado a la Tierra es mayúsculo: aguas y territorios contaminados, más enormes emisiones de gases de efecto invernadero, que tienen al hábitat en un cambio con insospechadas consecuencias.
Chile es un país pequeño e influye poco en esta realidad, pero está haciendo lo suyo, en especial en el sector energético. En un plan por etapas se están cerrando las plantas generadoras termoeléctricas a carbón, junto con desarrollar energías renovables no convencionales, como solares y eólicas.