Isabel Allende: "Escribo rodeada de mis fantasmas"
Detrás de la escritora hay un retrato de su madre. Frente a ella, la imagen de su hija Paula fallecida hace 31 años. El New York Times aplaudió a la autora de "El viento sabe tu nombre", la novela que escribió a los 80 años.
En la mano de Isabel Allende hay un anillo en forma de serpiente. En su cuello, una urdimbre de concha perlas. Tiene 80 años y ni una sola arruga. La boca pintada de rojo y más seria que de costumbre, la escritora chilena conocida por "La casa de los Espíritus" y otras 30 obras da una sola entrevista para todos los periodistas de Latinoamérica. Sólo hizo promoción presencial en Nueva York y punto.
"Este mes me opero de cataratas", confesó con los ojos más azules que nunca.
Su editor, David Trías, está al otro lado del computador y el resto de periodistas latinoamericanos convocados a una rueda de prensa vamos tecleando preguntas al costado del Zoom, silenciados.
La mecha que encendió la escritura de "El viento conoce mi nombre" fue la política creada por Donald Trump de separar a las familias que pedían refugio y asilo en los Estados Unidos el año 2018.
Ella lo cuenta así: "Miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera. Algunos bebés que estaban amamantando todavía, se los arrancaron de los brazos a las madres. Los reportajes mostraban a los niños en jaulas llorando en pésimas condiciones y a los padres desesperados. Cuando el clamor público acabó con esa política, porque ya no se podía sostener, se siguió haciendo de noche y a escondidas, aunque ya no era una política oficial. Todavía hay niños en EE.UU. que no han sido reubicados. Esa tragedia me motivó a escribir", dijo Isabel Allende.
Tras ver estas imágenes por televisión, Allende comenzó a investigar (su hermano Juan le ayuda en esto) y volvió a la época en que los niños eran separados de sus padres por los nazis, en 1938. Así llegó al barco Kindertransport, nave en el que cruzaban el océano los pequeños niños judíos cuyos padres estaban en campos de concentración.
"Más del 90 por ciento de esos niños nunca más vieron a esa familia: fueron todos exterminados", recordó.
-¿Se identifica usted con Anita, una de las protagonistas de su libro?
-Yo viví como Anita en un mundo imaginario. Sucedía casi todo en el sótano de la casa de mis abuelos, al que supuestamente no debía entrar, pero encontré la manera. Ahí tenía mi propio universo: libros y velas para iluminar. Yo creía que mi abuela, que se había muerto, me acompañaba. Entiendo muy bien la mentalidad de Anita. Pero además la he visto entre los niños traumatizados que hay en la frontera. Muchos de ellos dejan de hablar y se sumergen en el silencio porque allí se sienten más seguros.
-¿Cómo es la situación en la frontera actualmente?
-No habría refugiados si no existieran las condiciones extremas en los países de origen. Extrema pobreza y extrema violencia. Nadie quiere dejar lo que le es familiar, lo que ama, lo que conoce y su familia. No teníamos refugiados de Ucrania hasta que Rusia invadió a Ucrania. No había refugiados de Siria hasta la guerra civil de Siria. No había refugiados de Centro América, hasta que la situación de Centro América se convirtió en una tragedia insostenible en que nadie se siente seguro. Tampoco había venezolanos, todo lo contrario: Venezuela recibía inmigrantes refugiados. Ahora hay 7 millones de venezolanos que han dejado su país. Hay que resolver las situaciones de origen. Ese problema global no se resuelve separando a la gente con una muralla.
-¿Que tan cerca estamos de una tercera guerra mundial?
-La amenaza es real. El autoritarismo, el racismo esta de vuelta. Estamos muy polarizados. Hay mucho temor pero también hay más democracia y más educación. Tenemos mas herramientas que cuando yo nací. La curva de la evolución va hacia arriba, pero esta linea tiene baches y zig zag, y si no tenemos cuidado, retrocedemos.
La escritura
Se sabe que Isabel Allende parte cada 8 de enero con una nueva historia. Cuando tiene unas 150 páginas las imprime para ver hacia dónde sigue. Va oyendo la historia dentro suyo, va sin plan, sin mapa: solo siente.
"Son como semillas que tengo más en el vientre que en la cabeza. Van creciendo hasta que me ahogan. La investigación me da mucho material, es la base, el fundamento, pero lo que me gusta es contar la historia, desarrollar los personajes (…) Esta cuestión es como hacer el amor, no es el final lo que importa, es el proceso. Son como piezas de un puzzle, que están todas desparramadas y tengo que ponerlas de tal manera de que tengan un sentido. Eso me encanta", dice Isabel Allende.
-¿Qué ha cambiado en su escritura desde La casa de los Espíritus hasta hoy?
-Tengo más experiencia. Durante mucho tiempo pensé que eran regalos del cielo y