El Simce de la pandemia
Se le ha llamado el Simce de la pandemia, se critica la desorganización "brutal" de su aplicación, pero los resultados son preocupantes. Obviamente no podemos desconocer que la pandemia tuvo un impacto en estos resultados y en una baja histórica que además devela aumento en las desigualades de género, especialmente en Matemáticas.
Pero el problema tiene raíces más profundas que la pandemia, raíces que se entroncan con un profundo divorcio entre las propuestas de las bases curriculares que apuntan a un desarrollo de habilidades, la recarga de contenidos de las mismas bases (a pesar de haberlas "podado"), las demandas de cobertura curricular, la práctica docente del día a día y la conocida "preparación" de la prueba Simce que se desarrolla en un alto porcentaje de los colegios de Chile. Esta preparación era parte habitual de las actividades que abiertamente o más veladamente se desarrollaban en las clases de matemática y lenguaje…, y que no se realizaron en pandemia. Los resultados previos a la pandemia están también matizados por estos esfuerzos.
La pregunta fundamental es: ¿porqué los resultados del Simce son en general escasos, además de desiguales? Y ahí necesitamos sincerar miradas y propuestas: falta una mirada crítica nuevamente sobre la recarga curricular, más didácticas entroncadas con las búsquedas del sentido de aprender lo que hay que aprender, falta una propuesta crítica de las políticas de cantidades de alumnos por aula, potenciar el trabajo interdisciplinario con sentido, mayor compromiso familiar y social…. Nos falta mucho como sociedad.
Los resultados son escasos y preocupantes, pero el resultado es sólo un signo más de que nuestra educación requiere una profunda mirada desde el sentido social, cultural y político de desarrollo que deseamos y necesitamos.
Desde la desigualdad, de género y socioeconómica, habría mucho que analizar también.
Dra. Margot Recabarren Herrera
Contención a la docencia
Ocho de cada diez profesores declaran no haber recibido contención ni capacitación ante el clima de violencia que se vive en las escuelas, según una encuesta de Profes en Red, realizada por la Fundación Caserta, de Filantropía Cortés Solari.
A pesar de este escenario, el sondeo también indica que el 69,4% de los participantes se siente resiliente, es decir, es capaz de adaptarse y sacar lecciones sobre lo sucedido.
Resulta fundamental que la docencia cuente con el respaldo de una comunidad escolar, especialmente del equipo directivo del establecimiento, y tener acceso a espacios de contención y bienestar, si lo requiere. El trabajo de los profesionales de la educación puede ser, muchas veces, solitario, por lo que es crucial que se sientan acompañados, escuchados y apoyados en medio de ambientes de alta tensión como los vividos en los últimos meses.
Carolina Albornoz
Un adecuado sistema de protección a la niñez
En marzo de 2022 se promulgó la Ley 21.430 sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia que garantiza que el cuidado, protección y bienestar de los NNA sea colaborativa entre los órganos del Estado e instituciones de la sociedad civil.
Si bien esta Ley es un gran paso, requiere de importantes esfuerzos para que lo declarado en el papel se transforme en una realidad tangible. El trabajo intersectorial con salud y educación debiera verse fortalecido para atender las múltiples necesidades, de manera oportuna y eficaz, requisito clave para la protección efectiva y reinserción social de los niños, niñas y adolescentes.
La relación de las distintas instituciones gubernamentales y los organismos colaboradores acreditados de la sociedad civil, como nuestra fundación, debe cimentarse en la colaboración y no en la desconfianza. Nuestro principal compromiso es con la niñez y la adolescencia en situación de vulnerabilidad y por ello debemos actuar de manera organizada y coordinada.
Como fundación, que este mes celebra 89 años de trayectoria, esperamos que la autoridad siga avanzando en alcanzar la respuesta para un adecuado sistema de protección a la niñez.
José Pedro Silva Prado