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en fotos de personas reales y trato de imitarlos. En el verano me obsesioné con los hombros y después, de tanto ensayar, lo logré", relata frente a la tablet con la que dibuja digitalmente. Antes de que pudiera vivir del cómic tuvo que pedirle a su papá que le comprara una tablet: no tenía.
"Le dije que me la pedían en la carrera, aunque no era cierto", recuerda.
-¿Qué quería él que estudiaras?
-Medicina. Algo que diera plata.
-Y antes de tener la tablet, ¿en qué dibujabas?
-En Vilcún -cuando era niña- dibujaba en la pared que era de cartón.
Su vida en Vilcún, sector rural de Temuco, fue crucial para el mundo que Paulina Palacios crea hoy en la tablet y luego en papel. Creció jugando en un bosque que estaba cerca de la casa de su abuela hacia donde emigró con su madre y hermano menor. También jugaba en los potreros, salvajemente. Los pastos largos se lo ponía en la cabeza como pelo largo y verde.
"Me creía Sailor Moon", recuerda y ríe tímidamente.
Cuando llovía, veían dibujos animados. Ella y unos amigos del campo. Y esas historias de animé trataba de imitarlas cuando apagaba la televisión. Era un mundo sin internet, por lo que dibujaba de memoria. Al día siguiente veía cómo le había salido: nada mal.
La emetofobia
Paulina Palacios no es una rock star del animé. Su mundo ideal es dibujar todo el día en el estudio de Rengo donde vive ahora, sola. Cuando está armando la historia pone música de series animadas que le gustan y se va imaginando mundos y escenas. A veces también escucha audiolibros que le inspiran, que le vuelan.
"La música me va llevando. Yo sólo sigo lo que aparece en mi cabeza. Eso sí que cuando empiezo a entintar, que implica menos concentración, me junto con dos amigas dibujantes que también han publicado en la editorial Visuales", cuenta.
-¿Van a algún lado?
-No, acá en el computador.
La reunión es por Zoom, dibujando juntas a la distancia.
-¿Cómo lograste crear todo este universo?
-Lo que yo tengo no es talento, es hábito. Me hice el hábito de dibujar. A veces no tengo ganas de dibujar, pero igual lo hago porque lo he hecho así durante años, todos los días. Eso del bloqueo yo no sé qué es. Solo me doy un día de descanso, pero a veces ni siquiera me lo tomo porque lo paso bien dibujando. Son sólo cinco horas al día.
No siempre fue así: "En las anteriores entregas de 'Mientras Yubooh duerme' lo pasé mal. Trabajaba 15 horas diarias para cumplir, porque estaba atrasada con los plazos. Me demoraba un montón porque hacía el storyboard (o bosquejo cuadro a cuadro de la historia) y luego un borrador y después de eso, recién el dibujo final. Una amiga dibujante me sugirió que pasara a lápiz gel inmediatamente después del storyboard. Al principio me costaba, pero lo logré. Adquirí seguridad lentamente. Con eso logré dibujar sólo cinco horas al día y avanzar tres páginas diarias. Antes hacía dos páginas en 10 horas. Este nuevo hábito es más saludable para mí. Antes me estaba matando", cuenta Paulina Palacios.
Matando, porque además, desde el año 2016 tuvo que lidiar con una extraña fobia: miedo a vomitar o "emetofobia". Se dio vueltas por unos cuantos psicólogos sin encontrar cura. Hasta que tomó cartas en el asunto y buscó ella misma en Internet.
"Es dificil de explicar. La emetofobia es un miedo irracional a vomitar, aunque yo no vomito nunca. Si veo a alguien vomitar, salgo arrancando. Eso era lo que me generaba crisis de pánico desde que estaba en el liceo y en el colegio. Yo no sabía que era una fobia hasta que averigüé los síntomas y, claro, era lo mismo que me pasaba a mí. Cuando me volvió ese miedo empecé a investigar por qué me sentía tan nerviosa cuando tenía náusea. Sentía nausea y me daban crisis de pánico. Esa misma fobia hace que yo me encierre y no salga. Me da cosa estar con mucha gente. Cuando salió 'Maestro Gato' tuve que ir a la Comic Con (evento que reúne a la fauna del cómic nacional). Al llegar tuve que hacer como que no pasaba nada para no asustar a nadie. Por eso no he podido disfrutar tanto del éxito de mi trabajo", admite y baja los ojos.
-¿Te hiciste terapia?
-Después de darme unas cuantas vueltas llegué a la terapia cognitiva conductual. La autora chilena de "Tu cabeza te engaña", Pamela Nuñez, me ayudó durante dos años. Estuve en terapia con ella. Ahora tengo náusea y no me pongo nerviosa: ya sé como controlarlo. Mi vida en la pandemia era perfecta, porque no tenía que ver a nadie. Ahora lo intento, de a poco.
-Qué dices: ¿recomiendas perseguir los sueños, a pesar de todo?
-Yo creo que sí. Yo no terminé mi carrera, no sabía cómo hacerlo, pero iba a hacerlo: dedicarme al cómic. Y sí se puede. De partida estoy viviendo de algo que me gusta, por suerte le ha ido bien a mi trabajo. Sólo me dedico al cómic y a nada más. Todo es observación y práctica. Pruebo bocetos con lápiz gel de una. Sin hacer un ensayo antes. Que quede bien, pero de una. Me costó pero lo hice. No con lápiz mina. No tenia que equivocarme, tenía que saber hacerlo bien. Me sale bien. Primero decía: "No voy a poder". Pero me mentalizaba y decía: "Sí voy a poder, voy a poder". Y pude. Es como una magia que hice.
La autora durante su proceso de trabajo, en su casa en rengo.
"Lo que yo tengo no es talento, es hábito. Me hice el hábito de dibujar. A veces no tengo ganas de dibujar, pero igual lo hago porque lo he hecho así durante años, todos los días. Eso del bloqueo yo no sé qué es. Solo me doy un día de descanso, pero a veces ni siquiera me lo tomo".
"Mientras Yubooh duerme"
Paulina Palacios
Editorial Planeta
164 páginas
$16900