El camino que le falta recorrer al Valle del Itata para mejorar su producción de vinos
Los enólogos Manuela Astaburuaga e Ignacio Pino destacaron las fortalezas y ventajas que tiene este territorio para ofrecer productos de calidad mundial, pero también apuntaron a los desafíos de esta zona para mejorar su desempeño en este ámbito.
El Valle del Itata es una de las zonas vitivinícolas más reconocidas a nivel nacional y con el tiempo ganó un prestigio mundial como un territorio que genera excelentes vinos, siendo uno de los productos de exportación más destacados de la Región de Ñuble.
La zona, que se extiende por 13 comunas, posee características únicas para ofrecer vinos de calidad. Por ejemplo, la influencia del Océano Pacífico en su clima origina veranos frescos y moderados bañados de brisas marinas, todo lo cual permite una lenta maduración de las uvas y que el vino resultante tenga una acidez equilibrada, con aromas más complejos.
Un segundo factor son los suelos del valle, los que presentan granito descompuesto y arcilla, elementos que retienen humedad en favor de las raíces de las vides. El suelo también permite un drenaje adecuado para la absorción de nutrientes, lo que se traduce en uvas sanas y sabrosas.
Ignacio Pino, enólogo Revelación del Año, según la Guía Descorchados Chile 2022, opinó que uno de los aspectos que hacen del Valle del Itata tan especial en la producción de vino se relaciona con el hecho que se encuentra dentro de la superficie más extensa en el mundo de vitis vinifera cultivada a pie franco, "la mayoría de los viñedos en esa región viven sobre sus propias raíces, sin portainjertos americanos, esto le confiere un valor universal, único e irrepetible", sostuvo.
Por su parte, Manuela Astaburuaga, presidenta de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile, valora que en Itata aún está muy presente la agricultura campesina, con un traspaso de las tradiciones de generación en generación, "han sabido aprovechar la belleza del sector impulsando el enoturismo, lo que es un ejemplo para otros valles de nuestro país", dijo.
Pino agregó como plus que el valle cuenta con un patrimonio cultural, artístico y arquitectónico muy valioso, con casas coloniales y bodegas de adobe. "También su medioambiente y sus paisajes, sus numerosos valores culturales tangibles e intangibles que le dan mucho sentido de valor", comentó el enólogo.
La que falta
Si bien es una zona reconocida, el Valle del Itata y sus productores tienen mucho camino por recorrer aún para fortalecer el trabajo que se realiza en ese territorio. Ignacio Pino comentó que entre los desafíos más grandes se encuentra obtener el reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad por sus paisajes, sus prácticas tradicionales y su diversidad, a través del reconocimiento y la inscripción en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.
"También crear protección agrícola con normativas que entreguen garantías a los productos que se desarrollan en la región, una verdadera Denominación de Origen que incluya un centro regulador, una limitación geográfica y un reglamento de uso y control de prácticas productivas podría asegurar precios favorables en el mercado", expresó.
Manuela Astaburuaga agregó que los próximos años se proyectan muy difíciles para toda la industria del vino, puesto que hay una baja en el consumo mundial, causando el descenso de las ventas y exportaciones. "Itata fue bastante perjudicado este año por los incendios, lo que afectó la producción y calidad de las uvas. El cambio climático hace que estos incendios estén cada vez más presentes y uno de los grandes desafíos de esta zona es buscar soluciones para evitar su propagación y aprender técnicas para mitigar los efectos del humo en caso de verse expuestos a otros siniestros en el futuro", señaló.
Pino cree que, además, se debe incentivar la asociatividad en el valle, mediante cooperativas que trabajen en mejorar los precios de mercado para las uvas frescas y vino a granel. "Existen alrededor de cuatro mil productores de uva en la región, esta atomización de la actividad genera bajo poder de negociación frente a los poderes compradores".
Finalmente, el enólogo planteó como otros desafíos el estimular la productividad agrícola con políticas públicas que beneficien a los jóvenes rurales, además de garantizar mejores servicios de salud y educación en los centros de producción. Por último, manifestó que hay que impulsar la elaboración hacia el terruño, a pequeña escala, con el rescate del patrimonio vitícola, la identidad y la cultura.