Juan Villoro: en busca del padre perdido
El autor mexicano escribió "La figura del mundo", un libro sobre el padre, que dedicó a su madre. El Premio Herralde de Literatura entró con linterna en las sombras de una paternidad.
"en ciertos actos mi padre me había brindado afecto sin proclamarlo", dice Villoro.
Este es "el orden secreto de las cosas": un hijo tratando de hablar con su padre y un padre tratando de entender el mundo en otra dimensión.
- ¿Qué haces, papá?
- Estoy pensando- respondía el filósofo Luis Villoro al niño Juan.
Ese niño al crecer escribiría "Dios es redondo", "Efectos personales", "La tierra de la gran promesa", "El testigo" y otras 25 obras más entre cuento, novela, ensayo y periodismo literario. Hoy, en "La figura del mundo" (Random House) se acerca a la figura de un padre que encontró la manera de quererlo, llevándolo al estadio a ver fútbol.
"Mi padre fue una persona pública admirable. Tuvo cientos de alumnos, escribió libros de filosofía importantes, participó como maestro en el movimiento estudiantil del 68, fundó partidos políticos de izquierda y terminó sus días siendo asesor de los zapatistas", relata.
Le interesaba contar esa historia, que define la vida intelectual y política de México en el siglo XX, pero a su vez, quería indagar en la vida íntima de un hombre que nunca abrió su corazón a nadie. Se separó de la madre de Juan Villoro, la psicoanalista Estela Ruiz Milán, cuando Juan Villoro tenía 8 años.
"De manera curiosa, ese ser próximo era bastante desconocido. Él prefería hablar de ideas y problemas sociales que tener vida cotidiana. Mi libro explora las emociones, el jardín secreto, de alguien que nunca hablaba de eso", explica el autor mexicano, que también ha escrito para The New York Times, El País y ha sido profesor visitante de Yale, Princeton, Stanford y Pompeu Fabra.
Esta es una pieza destacada de un hombre que convirtió la literatura en "una permanente carta al padre".
-¿Por qué padres (y madres) tenemos la culpa de todo?
-Los padres son una referencia casi mitológica. Los griegos se liberaban del asunto responsabilizando a Zeus o Atenea de lo que les pasaba. En esta época descreída y adicta al psicoanálisis los padres juegan una función central. Por eso Freud recomendaba matar simbólicamente al padre para salir de su sombra. Me parece más provechoso lo que propone el chileno Jodorowsky: hay que absorber al padre, aceptarlo dentro de nosotros, con sus luces y sus sombras. Traté de hacer eso en "La figura del mundo".
-¿Qué fue lo peor y lo mejor de este hombre culto que fue su padre?
-Lo mejor fue todo lo que asociamos con la razón; lo peor fueron las carencias afectivas de un hombre demasiado racional.
-¿Cómo superó él su exilio y antes de eso: el exilio de su casa en el internado?
-Mi padre nació en Barcelona, perdió a su padre cuando era niño y creció en Bélgica en internados de jesuitas. Al igual que su hermano, acostumbró a estudiar en soledad y aislamiento, algo que predispuso a mi tío Miguel a ser sacerdote jesuita y a él a ser filósofo. Hacia el final de su vida, encontró una manera de abrirse hacia los otros; repudió que la filosofía fuera una mera teoría y trató de asociarse cada vez más con la transformación de la realidad. Su contacto con los pueblos originarios, y específicamente con los zapatistas, fue una experiencia transformadora. Entendió el sentido de la comunidad, del "nosotros" y de la renuncia al "yo". No es casual que los últimos apuntes que dejó buscaran una relación del zapatismo con el budismo.
-Si montara "La figura de mundo" como obra de teatro, ¿con qué escena partiría?
-Hay pasajes eminentemente teatrales en el libro. Uno de ellos se presta para la comedia. Mi padre quiso ayudar a un partido de izquierda poniendo una taquería, pues todos los mexicanos comen tacos. El líder del
"Escribo en soledad pero tengo muy presentes a los otros. Mi maestro de taller de cuento, Augusto Monterroso, me dijo: "Los libros se escriben con personas, no con libros". No lo olvido".
"Aprendí que el fútbol mejora en compañía y que él no iba al estadio por ser hincha, sino por ser padre, lo cual es más importante".