Paulina Urrutia y "La Memoria Infinita": "La película está llena de esperanza, es luminosa"
CINE. La directora y la protagonista abordan el efecto del documental recién estrenado en salas nacionales.
Amelia Carvallo
Recién estrenado en salas nacionales y elegido por los cineastas chilenos para postular a los premios Goya en representación del país, el último documental de Maite Alberdi, "La memoria infinita", se centra en el amor entre el periodista Augusto Góngora y la actriz Paulina Urrutia y las encrucijadas que sortearon durante una década tras el diagnóstico del Alzheimer que recibió él.
La directora de la película que recibió el Premio del Público en el último Festival de Sundance y que además de buscar un Goya fue nominada para el próximo Festival de San Sebastián, en España, cuenta que el primer atisbo de este documental lo tuvo cuando leyó la entrevista que Augusto y Paulina dieron a El Sábado de El Mercurio. "Me sorprendió ver cómo encaraban públicamente su Alzheimer. Meses después, me tocó hacer unas clases en la universidad donde la Paulina trabajaba y me sorprendió mucho ver cómo lo integraba. Me di cuenta de que era la primera vez que veía a una persona con Alzheimer que no estaba aislada de la sociedad, los vi felices, muy amorosos, se notaba una pareja contenta".
Añade que Góngora siempre estuvo dispuesto al registro. "Estaba muy seguro y decidido a abrir las puertas de su casa, era muy consciente de lo que implicaba una cámara y siento que fue muy consecuente con su oficio de filmar. Abrir las puertas de su casa para que lo filmen en un momento de fragilidad también tiene que ver directamente con lo que hizo toda su vida".
"decisión bien difícil"
Paulina Urrutia, quien también fue ministra de Cultura, recuerda que decidió aceptar la propuesta de Alberdi aunque, "la verdad, nunca he dicho que sí (risas). Fue una decisión tan preclara de Augusto. Para sus hijos, para sus amigos y particularmente, para mí fue una decisión bien difícil de aceptar. Yo me convencí de manera absoluta cuando pude ver la película, ahí pude comprender por qué Augusto nunca se negó a hacerlo. Además, pude ver lo que la Maite quería contar de nosotros, y su manera de presentar las cosas tenía mucho que ver con la historia de nuestro país, y como nuestra historia particular se refleja en la historia de cualquier ser humano que afronta una enfermedad".
-¿Qué opinas de las políticas de cuidado y que cada vez la humanidad se vuelve más vieja?
-Aunque la tarea del cuidado tiene que ver con una definición personal, con un propósito que es familiar, sin lugar a dudas también involucra a nuestros vecinos, al barrio, a los espacios donde nosotros trabajamos, a la sociedad entera. Es una tarea que nos involucra a todos y tiene harto que ver con cómo la mujer logró sus espacios de emancipación, de evolución como ciudadano. Por ejemplo, el tema del cuidado de los niños pasó a ser una tarea social que involucra no solo a madres, también a padres. En esto creo que se puede expandir al tema, por ejemplo, al cuidado de personas ancianas, debe asumirse como una tarea de Estado, más allá de la enfermedad propiamente tal, como un problema de salud pública.
-A lo largo del documental se te ve acompañando noche y día a Augusto.
-Eso es algo que la película también toca de una manera muy clara. Todos nos vamos a enfermar, de esta o de cualquiera enfermedad, y vamos a morir. Entonces, el tema de los cuidados, y cómo esta película puede colaborar con eso, es justamente y primero que nada el no tener una verdad única. Es comprender que en esta enfermedad, que provoca tanto miedo, ante la cual hay tantos tabúes, es posible poder contar con alguien. Además, y al mismo tiempo, en ese cuidado también tú te das cuenta de cuánto necesitas al otro, esté como esté. Eso es lo importante, el poder contar con un otro, eso lo necesitamos todos en la vida, no solamente quien padece una enfermedad. Y eso es lo que puede transformar a una sociedad que tenga en el centro el tema de los cuidados, que seamos capaces de estar con otro, de poder contar con alguien.
-Hay una escena en la que Augusto está en su biblioteca y conmueve mucho el lazo que tiene con sus libros.
-Augusto toda la vida tuvo una relación con sus libros, especialmente con sus libros de cine, y es un poco lo que aparece en la película y nos hace conectar con nuestras propias emociones e historias. Es muy bello cuando los mira y dice: "Allí están mis amigos, allí estoy yo". La vida está en el arte, es el instrumento que tenemos para recordar, para conocernos. La verdad es que la película está llena de esperanza, es luminosa.
El periodista
Alberdi cuenta que aparte de mostrar una historia de amor, se ve al ciudadano Góngora en su rol como profesional: "La gracia de Augusto es su consecuencia en todo lo que hace en su vida profesional y en su vida personal, la ternura con la que se aproxima a las relaciones, ya sean las que establece cuando hace entrevistas y también a sus relaciones más íntimas. Él tenía cierta aproximación a la vida que se nota en la película. Yo partí queriendo mostrar una historia de amor y de a poco me di cuenta cómo esta historia estaba relacionada con las profesiones de ambos, con una manera de entender la memoria y de observar la historia".
-¿Cómo afectó o benefició el covid el proceso de rodaje?
-Los contras fueron los de todo el mundo, pero contar con las grabaciones que hizo la Paulina en tiempos de encierro total fue un regalo, porque yo nunca podría haberlas hecho. Incluso teniendo todo el acceso que tuve, en las grabaciones de Paulina hay un nivel de profundidad y de intimidad en esas imágenes que solo una pareja puede registrar cuando no hay nadie más.