Medir la evasión y la elusión
Hace unos días, el Colegio de Contadores publicó un documento, en el que aplicó una metodología, que muestra que el porcentaje de evasión es un 39% menor en el Impuesto a la Renta, respecto a cifras del estudio de Michel Jorrat, que es el más conocido sobre el tema a la fecha. Actualmente, no se conocen cifras oficiales y recientes sobre evasión en el Impuesto a la Renta.
El último informe disponible del SII sobre la evasión en este impuesto, considera el periodo de 2003 a 2009, cuyos resultados muestran que, al comienzo del periodo, la evasión era del 44%, y bajó hasta un 23%, en el año 2006. Luego, mostró un alza, alcanzando un 31% al final del periodo.
Como antecedente, la Ley 19.738, 'Lucha contra la Evasión', publicada en junio de 2001, habría tenido una incidencia en la reducción inicial del fenómeno. Pese a esto, el impulso se detuvo y la tasa de incumplimiento aumentó, a partir de 2006.
Hoy, existe escaso conocimiento de la evasión. Las discusiones se centran en dimensionarla, pero pocos estudios indican en qué sectores de la economía o lugares se genera la evasión, y no sabemos quién es el contribuyente que evade. En ocasiones, se citan estudios extranjeros que, si bien ayudan, no tienen mucha utilidad, pues desconocen elementos culturales relevantes.
Resulta fundamental contar con una metodología que sea conocida, aceptada, estable y explicada. Para enfrentar el problema, se debe dimensionar el impacto de la evasión, estimar su recaudación si la reducimos, y conocer sus principales componentes, para tomar decisiones que ayuden a formular políticas de largo plazo.
Gonzalo Polanco, director Centro de Estudios Tributarios, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile
Inteligencia artificial y educación
En 1972 inicié un postgrado en ingeniería. Las herramientas matemáticas básicas en ese entonces eran las tablas CRC / Rinehart y la inolvidable regla de cálculo. Esta última con un precio alrededor de US$20.
Transcurrido el primer mes de clases, en septiembre, apareció un alumno con una calculadora HP-35, cuyo precio era US$320 (equivalente a la décima parte de un auto Chevy Vega nuevo). Inteligencia artificial pura y en sus comienzos -aunque nadie la bautizó así- que, comparativamente, disminuía el tiempo de resolución de cálculos aritméticos entre cinco y diez veces al de la regla de cálculo. Habiendo transcurrido poco más de 50 años desde ese entonces, hoy nos encontramos con un gigantesco avance tecnológico: Inteligencia Artificial (IA), que ciertamente tiene el potencial de mejorar exponencialmente la capacidad de impartir educación, y de aumentar la receptividad y empeño de los estudiantes para incluso llegar más lejos. Además de facilitar tanto a docentes como estudiantes el camino al futuro, usando técnicas que bien utilizadas mejorarán la calidad de la vida humana.
Obviamente su implementación no será fácil, habrá resistencia en los que viven pegados en el pasado; mas, es el camino por seguir. Y el mundo va, entre otras pistas sociopolíticas y económicas, en esa dirección.
Me parece apropiado recordar aquí el pensamiento de Derek Bok, educador y expresidente de la Universidad de Harvard: "If you think education is expensive, try ignorance".
Gustavo M. Astorquiza
Lógica del Congreso
Chile se encuentra a mitad de una crisis económica. Esta se manifiesta en el 8,8% de desocupación en el trimestre móvil mayo-julio y un aumento del 6,5% del IPC en 12 meses hasta el mes de julio. Pareciera lógico que lo prioritario debiese ser promover la inversión, la creación de empleo y el crecimiento del país. Sin embargo, hay un sector político que cree que la solución va por obligar a pagar el aguinaldo dieciochero a aquellas empresas que actualmente no pueden hacerlo. ¿Irresponsabilidad o desconexión con la realidad?.
Gabriel Mora Peña