Ser chileno en la aldea global del tercer milenio: qué se define como "lo nuestro"
En medio de la apertura al mundo y la creciente velocidad del cambio, ¿se puede determinar qué usos y costumbres, manifestaciones, creaciones o productos son propios de "lo chileno"?
"Hoy es difícil decir qué es 'lo chileno". Esa fue una de las respuestas mayoritarias de la encuesta base del informe Nosotros los chilenos, publicado en 2002 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD).
Si así ocurría hace 21 años, cuando sólo el 41% de los encuestados usaba regularmente teléfono celular, no existían Twitter ni Netflix -que debutaron a nivel mundial y nacional en 2006 y 2011-, con mayor razón constituye una definición cuesta arriba en el Chile inserto en la aldea global de Internet, la Inteligencia Artificial, el telescopio espacial Hubble y la exploración robótica de Marte.
¿Se puede determinar qué usos y costumbres, manifestaciones, rasgos, creaciones o productos son consustanciales a "lo chileno"? ¿Es efectivamente más difícil llegar a determinarlo hoy que hace dos décadas? Es parte de lo que aquí se intenta dilucidar con la ayuda de los premios nacionales de Humanidades y Ciencias Sociales Sonia Montecino Aguirre (2013) y Agustín Squella Narducci (2009), y al director del Departamento de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Adolfo Ibáñez, y miembro de la Academia Chilena de la Historia, Rodrigo Moreno Jeria.
Sujetos universales
"Claro que es difícil, enhorabuena, porque quiere decir que no nos tomamos muy en serio aquello de que los países tengan una 'identidad nacional' y que, por lo mismo, el nuestro posea una perfectamente diferenciada de otras", dice Squella, abogado, periodista, académico y exrector de la Universidad de Valparaíso.
"Ese informe revelaría también un nacionalismo a la baja, lo cual también es bueno. Uno valora y quiere a su país -en este caso a Chile-, pero, ante todo, somos sujetos universales y, por tanto, cosmopolitas. Si algo ha hecho mal a los países son los nacionalismos exacerbados", subraya.
La antropóloga Sonia Montecino, doctora en la disciplina y académica de la Universidad de Chile, plantea que "lo chileno, en tanto identidad, es decir una comunidad que se define en base a su diferencia con otras, es cambiante y se experimenta de acuerdo a los contextos históricos y políticos".
Se trata siempre de una experiencia, refiere. "Por ello definirla no es sencillo aun cuando hay ciertos elementos que son percibidos por todos(as) como pertenecientes y que concitan cohesión social. De ese modo, que un 27% considere difícil definir 'lo chileno' no es extraño, lo interesante es ese casi 70% que no lo ve complejo".
"El tema de la identidad es algo complejo de definir porque siempre está presente la subjetividad humana. Por ejemplo, para definir lo chileno hay que considerar varios factores como las particularidades regionales, que, si bien no son tan diferenciadoras como en otros países latinoamericanos, existen y deben ser consideradas a la hora de intentar comprender Chile en su conjunto", sostiene el académico y doctor en Historia Rodrigo Moreno.
Piensa que "el proceso globalizador ha influido en hacer más compleja la respuesta porque las influencias externas en diversos ámbitos están gravitando cada día, y en especial, en las generaciones más jóvenes".
Unidad en la diversidad
¿Qué se entiende por "lo chileno", considerando que buena parte de nuestros usos y costumbres, entre ellos el lenguaje y la religión, nos llegaron con los conquistadores europeos? ¿O es más bien un concepto en continua evolución?
"Para aproximarnos a eso denominado 'lo chileno' hay que situarlo dentro de los procesos de mestizajes, sincretismos e hibridaciones que se producen desde la colonización hasta hoy. De manera relevante esa idea de una homogeneidad chilena se ha puesto en cuestión por la visibilidad que han adquirido comunidades indígenas" que antes no eran escuchadas "y además su historia de reivindicaciones era desconocida por la enseñanza de una historia que en su narrativa negó las diferencias que siempre hemos tenido", expone Sonia Montecino.
Y agrega que "el cuestionamiento a la homogeneidad entendida como uniformidad no significa que no haya rasgos y elementos culturales comunes y que nos dan identidad como chilenos(as), solo que la concepción cambia y hablamos hoy de unidad en la diversidad, es decir somos una sociedad compuesta de pluralidades que se alían, se engarzan y se unifican, pero con matices y diferencias", cosa que ejemplifica con el debate motivado por la inclusión del rodeo en la propuesta constitucional.
Para Rodrigo Moreno es un concepto en continua evolución. "Evidentemente el común denominador es que hablamos -en versión local- la lengua castellana y ese aspecto es hoy parte de nuestra identidad general y también regional. Lo mismo ocurre con la religión, ya que, si bien es evidente que vivimos un proceso de profunda secularización, la sociedad chilena sigue siendo mayoritariamente cristiana, puesto que al catolicismo, hoy en disminución estadística, hay que sumar las diversas denominaciones cristianas que han crecido exponencialmente en los últimos 40 años".
Proceso de cinco siglos
Sin embargo, argumenta Moreno, "también hay otras variables a considerar en este cambio permanente, por ejemplo, el crecimiento urbano en desmedro de lo rural que ha significado la mutación de muchas tradiciones y costumbres. Y además, no olvidar el elemento del mestizaje cultural, proceso que desde tiempos españoles sigue una evolución permanente. En suma 'lo chileno' es muy difícil de definir, pero hay una base cuyo origen está construido en un proceso de cinco siglos que sigue en desarrollo, y en donde hay múltiples contribuciones que van desde los pueblos originarios, los españoles, criollos, mestizos, afrodescendientes y los múltiples procesos migratorios republicanos".
Agustín Squella, por su parte, no cree que exista "lo chileno" más allá de unas cuantas costumbres rurales, cierta música y algunas expresiones gastronómicas. "Pero eso es todo. A veces se habla del 'carácter chileno' y eso es ya como mucho. Si cada individuo es varios a la vez (el escritor Antonio Tabucchi decía que cada sujeto es un baúl lleno de gente), no veo cómo un país puede tener un mismo y parejo carácter".
Además, observa que la religión que nos legaron los españoles, "y más bien la iglesia, porque si el cristianismo es una religión, la Católica es solo una de las iglesias cristianas, está viniendo claramente a la baja en Chile. Y en cuanto a nuestro lenguaje -un desastre-, lo venimos empobreciendo día a día a fuerza de no leer".
Arraigo y globalización
Por otra parte, se habla mucho del arraigo del chileno a su terruño, pero la última Encuesta Nacional Bicentenario UC constata una baja del 36% al 32% entre 2013 y 2022 de quienes no se irían por ningún motivo de Chile aunque tuvieran la opción de un nivel de vida doblemente mejor afuera, así como un aumento del 22% al 36% de los que se irían inmediatamente.
"Hay arraigo, pero también la globalización explica en parte este cambio estadístico. Hace 30 años viajar era un privilegio y hoy, las posibilidades de conocer otros países y otras realidades culturales son altas, y no solo por turismo sino en el plano profesional. Por ello, al conocer otras dimensiones, tu apertura a la posibilidad de vivir en otro país es cada día mayor, más aún si en dichas nuevas realidades encuentras variables que cada día se valoran más, como es la seguridad. Y Chile, en especial en las grandes ciudades, ha ido perdiendo terreno en ese plano", comenta Rodrigo Moreno.
Dice que eso "no quita que uno anhele su patria, incluso la idealice, pero como la información es instantánea, de todas
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl