El aumento del parque automotor y sus consecuencias son evidentes, no sólo en nuestra Región, sino en todo el país. Ello se traduce en una gran congestión en las calles, en más accidentes de tránsito y en un aumento de la contaminación. Pero paralelamente también se aprecia un marcado aumento en el interés por el uso de la bicicleta, ya que además de ser una alternativa económica, sobre todo para los jóvenes, descongestiona las calles, no contamina y genera beneficios directos para la salud y la calidad de vida de sus usuarios.

Hace unos días se celebró el Día Mundial sin Automóvil, una iniciativa que comenzó a tomar fuerza en la década de 1990 y que en Chile ahora ha sido impulsada por las distintas agrupaciones que promueven el empleo de la bicicleta. Se llama la atención acerca de los daños que la creciente circulación vehicular provoca en el medio ambiente, con la congestión y contaminación del aire y se ha pedido a los conductores dejar, de acuerdo con las posibilidades, el uso de ese medio de desplazamiento y probar otras alternativas, como caminar o trasladarse en bicicleta. Es evidente que formar conciencia sobre este tema es una tarea larga y difícil.En ese sentido, las rutas para bicicletas son importantes para las personas porque les permiten transitar y tener una alternativa real al transporte público y privado en las ciudades.

Para que las ciudades funcionen bien, hay que ir limitando en forma paulatina el espacio del automovilista y dar mayor capacidad al transporte público y a sistemas menos contaminantes, como la bicicleta. Pero para que esto resulte bien hay que tener una movilización colectiva de calidad.

El Sínodo es una asamblea de obispos de todo el mundo, presididos por el Papa, para tratar asuntos propios de la misión de la Iglesia. En la última década ha habido sínodos ordinarios sobre la juventud (2018), la familia (2015) y la evangelización (2012). Del griego syn (junto con) y hodós (camino), el Sínodo nos recuerda que en la Iglesia caminamos juntos, como pueblo de Dios.

Del 4 al 29 de octubre se realizará en Roma el Sínodo sobre la sinodalidad, que tendrá un segundo mes de sesiones en octubre de 2024. Pero en verdad este Sínodo comenzó en octubre de 2021, cuando el Papa inauguró la etapa diocesana, que consistió en un período de participación y consultas a los fieles en cada Iglesia local. Cada diócesis del mundo y cada conferencia episcopal envió su informe a Roma. Luego vino una etapa continental, con encuentros en cada continente. Y ahora viviremos la etapa universal, donde participarán 365 miembros con derecho a voto, de todas las Iglesias del mundo. De Chile nos representarán el arzobispo de Puerto Montt (F. Ramos), el obispo electo de Osorno (C. Godoy), y una mujer laica (Valeria López), secretaria general adjunta de la conferencia episcopal

Entre las particularidades de este Sínodo, habrá más de 96 miembros no obispos, entre sacerdotes, religiosas y laicos. La mayoría siguen siendo obispos (269), pues se trata de una reunión episcopal, pero es significativo que haya un número importante de otros fieles con derecho a voto. Habrá 54 mujeres (26 religiosas y 28 laicas) y 41 laicos (13 varones y 28 mujeres).

El tema de este Sínodo es la sinodalidad, es decir, el hecho de que en la Iglesia caminamos juntos y somos todos corresponsables de su vida y misión. Lo que se quiere es que la Iglesia sea más sinodal, que manifieste de mejor manera su naturaleza como pueblo de Dios, todo él ungido por el Espíritu Santo. Una Iglesia más participativa, lo que se tiene que reflejar en actitudes y estructuras. Una Iglesia menos clericalista, donde no todo esté centrado en el sacerdote y donde la autoridad sirva a la comunión y a la misión. La pregunta que guía al Sínodo es cómo realizamos hoy el "caminar juntos".

¿Se abordarán cuestiones que suscitan debate, como la ordenación de hombres casados, el diaconado femenino o el celibato? Quizás se planteen en las conversaciones, pero es difícil que haya resoluciones, hay divergencias al interior de la comunidad eclesial. No son temas directos de la convocación, aunque se relacionan con el caminar juntos. Hay que orar al Espíritu Santo, para que abra a la Iglesia los caminos que Él quiere que recorramos. Después del Sínodo, el Papa escribe una Exhortación apostólica con las orientaciones que allí surgen (será después de 2024). Mientras, avancemos nosotros en sinodalidad, que en palabras de Francisco "es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio".

Sergio Pérez de Arce A.

obispo de Chillán