El Día Mundial de la Salud Mental es una conmemoración que permite enfatizar que la salud mental es un derecho humano inherente. Este día sirve como recordatorio acerca de cómo podemos fomentar un entorno en donde las personas desarrollen sus talentos, resuelvan tareas complejas, experimenten satisfacción y bienestar en su cotidianeidad, sintiéndose partícipes de la comunidad a la que pertenecen.
No obstante, las prácticas estigmatizantes prevalecientes arraigadas en nuestros sistemas sociosanitarios e histórico-culturales plantean un obstáculo importante para el reconocimiento de la salud mental como un derecho universal. El acceso a servicios de salud mental de calidad sigue siendo una preocupación abordada de manera superficial, por lo que muchas personas enfrentan barreras y obstáculos que impiden su capacidad para buscar y recibir el apoyo que necesitan. Las prácticas coercitivas, el trato inhumano o abusivo, la discriminación y la estigmatización hacia quienes presentan trastornos de salud mental, instalan diversos desafíos para la sociedad postpandemia.
Para conmemorar transversalmente el sentido del Día Mundial de la Salud Mental, debemos cuestionar los prejuicios y estigmas asociados a estas problemáticas. Es imperativo abogar por cambios estructurales que prioricen la construcción de servicios de salud mental multirriesgo, accesibles, oportunos y equitativos con énfasis en la promoción en salud desde etapas tempranas del desarrollo. Lo anterior, implica no sólo abordar los problemas inmediatos, sino también profundizar en los determinantes sociales en salud y factores que deterioran nuestra calidad de vida, examinar las estructuras sociales y avanzar en la erradicación de aquellas prácticas discriminatorias que perpetúan las disparidades en la salud mental.
Las sociedades se benefician exponencialmente, cuando las personas gozan de una buena salud mental, lo que les permite ser más productivas, innovadoras y contribuyen positivamente a sus comunidades. Invertir en intervenciones de salud mental no sólo alivia el sufrimiento individual, sino que también genera múltiples ventajas económicas, educativas, culturales y sociales, impulsando un desarrollo sostenible.
Precisamente por ello, nuestro enfoque debe ir más allá de la mera ausencia de enfermedades mentales y abarcar la promoción del bienestar psicológico y el buen vivir, la educación de calidad y el trabajo decente, los vecindarios seguros y la resiliencia comunitaria, etc..
La creación de ambientes de cuidado, demandan un enfoque holístico que abarque no sólo los lugares de trabajo sino también las esferas socioeconómicas, política-cultural, educativa y deportiva. Finalmente, en el Día Mundial de la Salud Mental, comprometámonos a defenderla como un derecho humano fundamental e indispensable para la salud. Seamos agentes de cambio y promotores del buen vivir en nuestras comunidades, avanzando en la construcción de una sociedad más empática, justa y equitativa.
Dr. Eduardo Sandoval-Obando
Investigador Instituto Iberoamericano de Desarrollo
Sostenible (IIDS), Universidad Autónoma de Chile