Crecientemente se ha cuestionado el constante aumento de los plazos administrativos, la burocracia y poca certeza jurídica de los permisos ambientales que afectan a la inversión y la creación de empleos. El informe del Comité de Expertos Sobre Espacio Fiscal y Crecimiento Tendencial , haciendo eco de publicaciones de la CNEP (2019, 2023 ), sostiene que los excesivos plazos y las largas y múltiples tramitaciones administrativas y judiciales son una suerte de impuesto indirecto a la inversión, pues disminuye su retorno, y posterga la recaudación fiscal que podría obtenerse por los impuestos que se le aplican.
El Gobierno ingresó al Congreso cambios a la institucionalidad ambiental para mejorar su eficiencia y con ello resolver la excesiva burocracia y plazos para la aprobación ambiental de un proyecto. El mayor atractivo de la propuesta es la creación de un recurso de reclamación único y simplificado, eliminando las diversas vías de impugnación contempladas en la legislación vigente para reclamar una RCA. Pero al analizar las restantes modificaciones a la luz del objetivo que se impone el proyecto de ley, varias de ellas no mejoran en gran medida la situación actual, otras no se relacionan con el propósito original y algunas crean nuevas incertezas judiciales. Todo ello aleja del objetivo de la reforma que es, simplemente, contar con una RCA en plazos razonables.
Finalmente, el proyecto carece de incentivos concretos para que la administración cumpla sus plazos, manteniendo el problema actual, que pareciera ser mayoritariamente de gestión. Este es el tercer intento en los últimos seis años por reformar el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Se valora que el Ejecutivo haya recogido de los anteriores esfuerzos, la propuesta de mayor valor, la creación de un recurso de reclamación único que ayudará a resolver el agobiante loop en el que entran las reclamaciones ambientales. Ahora bien, las restantes modificaciones no resuelven el problema de fondo que es el incesante crecimiento de los tiempos de las evaluaciones ambientales.
De las principales medidas del proyecto de ley para reducir plazos, como la Participación Temprana voluntaria, la eliminación de las COEVA, la concentración de los recursos de reclamación en el Director Ejecutivo del SEA, no hay datos que respalden dichos cambios como suficientes y adecuados para cumplir el objetivo. Además, se incorporan otros aspectos que podrían agregar mayor incertidumbre, como es el cambio en la distribución de la carga de la prueba en daño ambiental y lo referente al plazo para interponer demandas por daño ambiental. Lamentablemente, el proyecto de ley discurre en una serie de modificaciones que no se vinculan directamente con la eficacia de los plazos, y olvida incorporar incentivos concretos para que la administración no sólo cumpla con los tiempos que la ley le fija, sino que también busque cerrar los procedimientos. Es decir, incentivar la buena gestión.
Frank Sauerbaum,